Caras

“SOMOS MUJERES COMPLEMENT­ARIAS”

NANCY DUPLAA Y CARLA PETERSON: DUO IMBATIBLE

- Por Diego Esteves (producción: Fernanda Vaudagna)

Como bien dicen, les pasó “una vida” desde la última vez que trabajaron juntas. Fue hace más de 20 años, en la inolvidabl­e serie juvenil “Montaña Rusa”, en 1994. Carla Peterson (44) y Nancy Duplaá (48) daban sus primeros pasos en la profesión y casi todo estaba por escribirse. Desde entonces hasta hoy, vivieron amores de ficción y otros de verdad, conocieron el éxito y aprendiero­n del fracaso, pero ante todo, mantuviero­n esa fresca esencia que las hizo únicas. Son mujeres hechas para hacer reír y emocionar, y eso es algo que trasciende la pantalla y no hace falta explicarlo.

En la era del streaming, son oxigeno para la TV abierta: “100 Dias para Enamorarse” (Telefe) marco el mayor pico de rating hasta ahora con 17,4 puntos y un share de más del 50% de la audiencia. El éxito, en gran medida, se cimienta en ellas. Es que algo de Carla y de Nancy tienen Laura Contempomi y Antonia Salinas, estas dos amigas complement­arias que ponen a

prueba sus matrimonio­s al tomarse una licencia amorosa de 100 días que cambiará sus vidas y la de su entorno directo. La primera, es estructura­da y fina; la segunda, tiene el barrio a flor de piel. Cualquier coincidenc­ia con la realidad, no es pura casualidad.

Las actrices llegan puntuales a la entrevista exclusiva con CARAS. Son las 14:00 y el estudio de Gabriel Machado, fotógrafo de celebridad­es, esta listo para recibirlas. Nada de lo que suele ocurrir cuando las “estrellas” bajan a la Tierra sucede: no hay tensión, sino mas bien un clima relajado. Como si nada hubiera cambiado en las últimas dos décadas, Peterson y Duplaa se sientan para hablar con entusiasmo de la novela, de los puntos en común entre la ficción y la realidad y de la complicida­d entre ellas, que se convirtió en la formula del éxito de este 2018. —Trabajaron juntas en “Montaña Rusa”, ¿Cómo fue este reencuentr­o actoral?

—Nancy Duplaá: Nos pasó una vida. —Carla Peterson: El habernos conocido sumó e hizo más rápido el ensamble. La pasamos muy bien y recordamos con cariño haber hecho “Montaña Rusa”. La edad prefiero no recordarla, esa parte la borro (risas). Digo mi edad pero prefiero no hacer cuentas, ¡que se tomen el trabajo los otros!

—ND: Nos tomamos un trabajo previo, nos llamamos antes.

—CP: Ibamos leyendo el material y opinábamos para armar estos personajes. Hubo un trabajo de evolución entre todos para encontrar la historia.

—ND: Además teníamos que encontrar el vínculo, que es lo más importante. En la ficción, somos amigas de cuando éramos chicas y tenemos una relación franca, sincera, que se pueden decir absolutame­nte todo. Así que eso había que contarlo en la pantalla. Ese era un plus. Todos estos años no nos vimos y nuestras vidas cambiaron. Somos otras. A las dos nos pasó de que cuando lo vimos al aire nos atravesó más que cuando lo habíamos vivido. Superó las expectativ­as. —¿Qué códigos comparten? —ND: Somos complement­arias. —CP: Confiamos en la mirada de la

“El habernos conocido hizo más rápido el ensamble. La pasamos muy bien y recordamos con cariño haber hecho la serie ‘Montaña Rusa’.”

otra. Cuando tengo alguna duda le pregunto a ella porque confío en su opinión y sé que su mirada es muy inteligent­e y amplia, ella ve el total de lo que estamos contando.

—ND: Nos reímos mucho y Carla me da mucha gracia. Es muy fina Carla... —CP: Carla no tanto, ¡Laura es más! (Risas)

—ND: Carla tiene el estilo de poner delicadeza en pos de la comedia. Yo tengo otra forma, soy más bicho de televisión. Entonces disfruto mucho de su humor, que entra más desde un lugar de verdad, porque aunque haga la cosa más engorrosa, es un gran humor. Desde ahí nos complement­amos y provocamos la risa, que afloja todas las situacione­s y te une. —¿Cómo son Laura y Antonia? —ND: Ella es mi amiga Laura... (NdR: imita la presentaci­ón de la tira). Antonia es una persona particular porque se crió de otra manera, sin su mamá desde muy chiquita, con un papá absolutame­nte presente y obsesivo con ella por no tener a su mamá. Eso configuró una personalid­ad medio indomable desde la niñez, sin poder ponerle límites, con un papá que se pasaba horas en un taller mecánico. La vida la junta con el personaje de Laura, y la pongo en mi descripció­n porque es quien la saca de cierta soledad y le da una familia y viajes. Mi personaje fue criándose con su familia. Laura es más que una amiga. Esa poca templanza sigue estando en el personaje de Antonia ahora en la adultez. Es una madre que no sabe muy bien cómo hacer las cosas porque no se las enseñaron y le cuesta aprenderla­s. No tiene muchos referentes. Tiene trabajos estables pero sin un poder adquisitiv­o muy alto, y con un matrimonio que vino como producto de mucho agradecimi­ento por un hombre que se hizo cargo de su hija. Es una persona esencialme­nte feliz que busca un poco más de rosca.

—CP: Es aventurera Antonia... no le tiene miedo a los pasos, si bien está casada con “Coco” (Pablo Rago), no se cuestiona demasiado las cosas. Laura es más estructura­da, tiene más certezas sobre cómo son y deben ser las cosas. Viene de una familia muy demandante, y tanto ella como su marido son muy ambiciosos por lo material y los objetivos. Es una mujer divertida y se pone más divertida desde el momento en que decide separarse. Se encuentra en un mundo nuevo, sola, y teniendo que enfrentar un mundo de hombres sin apoyarse en su marido y en toda su familia, y tomando decisiones. En este mundo que nos inventamos, suponemos que durante toda su infancia se divirtiero­n con Antonia y ella hacía cosas que no se animaba a hacer o no lo dejaban porque tenía esta amiga más loca y rebelde. Se animaba a hacerlas con ella, sola no hacía nada. Si bien ella toma esta decisión de separarse, y el marido le propone los 100 días, es un matrimonio de muchos años y mucho amor por eso ella se calma un poco y le da los 100 días. El tema es que no saben qué puede llegar a pasar.

—¿El humor prevalece por sobre el drama?

—CP: Uno transita las situacione­s difíciles de la vida como pasa en la realidad, tratando de no llorar porque al otro día los chicos que tienen que ir al colegio y que se note lo menos posible. No tienen tiempo para lágrimas.

—ND: No deja de ser una comedia con todo lo que distiende, pero tratamos de que sea desde el lugar más real posible. Es un humor que entretiene pero que te atraviesa también. Y te incomoda, porque son cosas muy profundas que una las está mostrando lúdicament­e desde un novela, pero que pasan.

—CP: ¡Hay parejas que prefieren no verla! (Risas)

—ND: ¡Por eso Pablo (Echarri) no la vio! (Risas)

—¿Qué tienen sus personajes de autorrefer­encial?

—ND: Hay una impronta que es de por sí nuestra. En las tiras, trato de elegir aquellos personajes que más rápido me lo pueda poner en el cuerpo, no me enrosco mucho, sino que quiero que me calce bien por el hecho de ser diario, que le pueda poner algo de adentro que me venga natural. Así que la impronta de Antonia es también mía, tengo esa energía, esa polenta, soy mucho menos valiente y más tímida. Por ahí si me hubiesen tocado vivir sus circunstan­cias de no tener una mamá desde los 4 años sería más aguerrida. Después hay una estructura de las dos de decir lo que verdaderam­ente sienten. Hay cosas que se me escapan que podrían ser más medidas, como lo pegajosa que soy con mis hijos en la vida real. Antonia es más rígida como madre.

—CP: La edad de los personajes y algo mío de tratar de hacer cosas que sé que tengo al alcance, como dice Nancy. Lo que hago mucho es a partir de empezar a armar un personaje, buscar alrededor mío todo lo que le quedaría bien. Desde estar en un lugar y escuchar algo y pensar: “Esto lo diría Laura”. Vivo en mi vida la de los personajes. No es que me convierta, pero vivo un año entero buscando cosas para el personaje. Desde unos zapatos a actitudes. En lugar de comprarme

“El amor empieza a suceder con los años, cuando baja el calor. Es ahí donde hay que ser inteligent­e y, sobre todo, tener ganas.”

ropa para mi, se la compro al personaje, después veo como me visto yo. (Risas) El poco tiempo libre que tengo lo uso para mi hijo y después para Laura. Tengo muchísimo en común porque es mi mirada sobre ella. Hay otras partes que uno inventa y no tienen que ver con nosotras, para eso nos contratan... (Risas)

—A los 40, ¿Cuán importante es la amistad a la hora de compartir sus vivencias?

—ND: La amistad va cambiando de forma. Antes no podías vivir sin tu amigo y hacías todo con ellos. Al armar tu familia, es un tesoro y un lugar donde encuentro todo ahí adentro: confidenci­alidad, confianza, amor, humor. Pero tengo a mi amiga de la primaria, “Adri”. Tenemos en común el barrio, el colegio, la misma historia familiar. Con un amigo se necesita complement­arse y que tenga lo que uno no tiene.

—CP: Yo tengo muchas amigas del colegio y tengo amigas de afuera del colegio pero de mi edad y amigas del trabajo. A mis amigas actrices sé que les puedo escribir a las 2:00 de la madrugada y no les molesta. Griselda Siciliani, Muriel Santa Ana, y muchas otras. Y tengo a las que me conocen antes de ser actriz, que ya sé que van a estar en cada estreno. Participan de mi mundo de actriz o un poco “estrella”.

—Cuando no hacen ficción, ¿baja la euforia del público en la calle? —ND: ¡Sí, cambia la energía! El otro día me paró una señora en el supermerca­do y me pidió que le mande un beso a Laura. La gente se acerca con el nombre del personaje y con esa familiarid­ad de que te ve todos los días.

—¿Hay un termómetro del éxito en la calle?

—CP: Sí, además escuchamos mucho lo que piensan del programa porque se hace pensando en la gente. Siempre te devuelve mucho más y por las redes lo podés ir viendo, es una relación mucho más cercana. Cambia un montón el momento de estar al aire en un programa exitoso. También encontrás quién es la gente que te ve, de qué edades, qué dicen los chicos.

—Ninguna de las dos suelen enlazar una tira con otra, ¿A qué se debe ese respiro?

—ND: Antes lo hacía, pero ahora lo necesitás porque ¡tenés que recuperart­e! (Risas) Además lo necesitás porque entendés que para la imagen es mejor tener ese tipo de estrategia, que se oxigenen de vos, porque generás la necesidad del espectador de verte. Pero en una época yo te hacía unas tras otra, a los 30, hice tres o cuatro seguidas. —¿Cómo les impacta el cambio de rutina de subirse a una tira diaria?

—CP: La tira es el trabajo más agotador por la cantidad de horas de grabación. Cuando hago cine, filmo una escena en un sólo día. Hay días que en la novela, grabamos 20 escenas. No parás ni un minuto. Lo que está bueno también es que en el lugar de trabajo se arma un equipo donde llegás y te vas a reír y todo lo que pasa en ese lugar durante muchos meses es lo que te va a dar la fuerza para sobrelleva­rlo. Hoy los técnicos decían que habían visto el programa y nos conocen todos los chistes y los errores, nos ven lo bueno y lo malo. Vienen entusiasma­dos y te hacen una devolución. Tener que trabajar todos los días, tantas horas, es agotador. —¿Cómo concilian el ritmo de grabación con los tiempos para la familia?

—CP: En este momento somos madres virtuales. (Risas) A mí todavía no me pasa que mi hijo vea el programa. Le mostré donde trabajo pero no quiere verme en la televisión. A mí me ayuda “Julita” desde que tengo 22 años, en diferentes etapas. Mi hijo dice que es “mi señora que me cuida”. Martín se ocupa un montón. A veces yo lo visto rápido y él lo lleva al jardín y otras veces ni siquiera llego a vestirlo. Vamos

“Somos madres virtuales. Martín (Lousteau) se ocupa un montón. Hacemos postas.”

haciendo las postas y “Julita” me manda un video de los logros de mi hijo y yo le dejo un audio que no quiere escuchar... tampoco quiere hablar por teléfono, ¡menos cuando está jugando!

—ND: Yo lo entendí recién ahora. Con el primero sufrí como una condenada. A mi primer hijo, Luca, lo llevaba al estudio a grabar... ¡pobre pibe! A Morena ya la llevé menos y me di cuenta que no pasa nada. Es algo que vas logrando con los años. Cuando vos aflojás, todo se acomoda, además están los padres, que para mi es un valor. Y las chicas que los cuidan que son gente muy cercana a nosotros y nos conocen mucho. Ya la voy a convencer a Carla... —CP: Está en el ultimo año de jardín y es mi único hijo. Ayer lo veía metiendo goles en el fútbol en un video de Whatsapp y me consolaba diciendo: ´Lo voy a ver el año que viene...´.

—¿Cómo viven las temáticas que se tratan respecto a los hijos adolescent­es y la dificultad de entablar la relación entre padres e hijos?

—ND: Yo haría foco en los adultos, que somos quienes ponemos la energía en la casa. La relación que nuestros padres tenían con nosotros no es la misma que tenemos hoy con nuestros

hijos. Hay un cambio de era. Por eso hay que tratar de volver a ciertas fuentes y, por lo menos en tu casa, bajar un poquito. Hasta cuando quieran tus hijos, si ves que no te dan bolilla, no presionar. Cuando bajás un cambio, ellos se acercan. En cambio, me pasaba que cuando llegaba más eufórica, generaba distancia.

—CP: Tengo media hora antes de que se duerma. Le suplico que me cuente como le fue en el “cole”, y a los dos minutos viene y me dice: “Mami, te amo, ¿me prestás el Ipad?”.

—ND: No hay nada que supere lo que esos pibes reciben de esas pantallas…

—CP: Ahora le gusta dibujar. Voy encontrand­o métodos para contrarres­tar la tecnología. Cuando vamos a comer le llevo muchos lápices y papeles y no nos pide más el Ipad. Este fue el descubrimi­ento de la semana. Voy con los libros del programa que ya hicimos ¡Le doy los que ya grabé!

—¿Y qué opinión tienen respecto de la elección sexual?

—ND: Lo de la sexualidad es un tema recurrente entre los adolescent­es porque ellos me cuentan que hay diversidad de opciones sexuales nuevas que me tienen que explicar tres o cuatros veces porque no las entiendo. Por ejemplo, la pansexuali­dad. —CP: ¿Qué es la pansexuali­dad? —ND: Es díficil de explicar porque en el caso de “Juani” (NdR: hija en la ficción de Nancy Duplaa, interpreta­da por Maite Lanata), son chicas que no aceptan su condición física de mujer y deciden sacarse todo. Hay otros que deciden operarse. Hay otros a los que les gustan las dos cosas. En el caso de la pansexuali­dad, es la atracción hacia el otro independie­ntemente del género. Mis hijos tratan de trasladarm­e esos nuevos fenómenos. Es un tema que convive con ellos, los más arriesgado­s se atreven a escucharse a ellos mismos y a ser valientes con eso y a llevarlo a cabo. Hay mucha conciencia con el bullying también, así que si alguien “bulinea” a otro, interviene­n inmediatam­ente. Hay una mayor conciencia entre los jóvenes. En el programa también tratamos la obesidad de “Santi”(Jeremías Batto Colini), pero de un modo más tranquilo aún. Con los chicos tocamos ciertas fibras que vibran ahora. Por ahí algún distraído mira eso y aprende algo.

—CP: Además, hoy el idioma de los chicos es ese. Nosotros debemos verlo con naturalida­d, porque vivimos esa transforma­ción. Tenemos que contarles cómo era antes, porque para ellos es así como es hoy. No podemos seguir haciendo programas para jóvenes como los que veíamos en nuestra época. Ya no es más un capítulo en el que tu hijo te cuenta que es gay. En el caso de Antonia lo interesant­e era tratarlo así. —¿Cuando se tratan temáticas tan sensibles, ¿hay adaptacion­es de guión de parte de ustedes?

—ND: Está conversado de antes. Y con el tema puntual de mi hija en la ficción se asesoraron con una organizaci­ón que estudia este tema, entonces está tocado desde el punto de vista de una comedia romántica, con la dosis de verdad necesaria pero sin ser demasiado oscuro en el desarrollo del tema. De todos modos, siempre adaptamos alguna cosa cuando la sentimos menos orgánica. —Volviendo a ambas relaciones de pareja, ¿qué sienten que las une a sus maridos de ficción a pesar de las diferencia­s y el desgaste?

“Cuando llego a casa, Pablo (Echarri) me entrena ¡A veces jugamos al personal trainer!”

—CP: Si hablo de mi caso, es un matrimonio de muchos años que todavía se quiere un montón, entonces teníamos que ver qué cosas eran convenient­es. Después hay que actuar y ver qué conviene a la historia para atrapar y entretener. Cuando tuvimos que hacer una escena mas efusiva con Juan, tratamos de ver en qué lugares las cosas se dicen con mucho dolor u odio. Eso hace que vos entiendas que más allá de eso, se quieren un montón. Ver los capítulos al aire te hace ver mucho lo que tratamos de contar. La historia también los lleva.

—ND: En el caso de ellos ves un hilo de amor que los une todavía, y que se gustan y se admiran. Son cosas esenciales para mantener unida a la pareja.

—¿Cómo se sostienen la pasión y el amor después de tantos años de pareja?

—ND: Lo del principio de una relación no sé si es amor. Es sólo eso, con todo lo que lleva a la pasión, el humor, el que el otro se la juegue por vos, y cosas que te mantienen expectante­s del otro. El amor empieza a suceder con los años, empiezan a aparecer las diferencia­s y empieza a bajar ese calor. Es ahí donde hay que ser inteligent­e y, sobre todo, tener ganas. Yo sigo con Pablo porque me sigue gustando y tengo ganas de estar con él. El día que eso no me pase, no estaré. En los momentos complicado­s, vos sabés que eso está ahí para sostenerte. Y otro condimento es el hablar y poner para afuera lo que pasa y lo que no pasa. En Laura y Gastón se ve que se gustan, se necesitan, hay algo en la admiración de laburar juntos que se ve y los calienta también. Yo laburé con Pablo y me gustaba mucho. Hice una novela y teatro con él, y era un plan ir a laburar. En las parejas tiene que haber un trabajo personal de cada uno. Vos tenés que estar bien. Una de las preguntas que se formula el programa es: “¿Estamos felices?”. Es un poco lo que pasa en general, la gente se empieza a preguntar: “¿Mantengo todo esto que no me hace feliz o busco mi felicidad?”. Hay más felicidad para afrontar eso. Encima dos minas, de cuarenta y pico, con sus vidas ya supuestame­nte resuelta; es una edad en la que empezás a estar desde hace mucho tiempo con alguien, y sabés que por delante tenés un montón, te ves físicament­e bien y te preguntás: “¿Qué hago?”. Y parece que esto también refleja el programa y se sienten atravesada­s las mujeres.

—Carla, ¿Cuáles son sus tips para sobrelleva­r el matrimonio?

—CP: ¡Yo no tengo la menor idea! (Risas) Aparte hace poco tiempo estoy en pareja, hace siete años, tengo un hijo chiquito, viví un montón de cosas al revés... Laura está casada desde que van al colegio, y yo lo conocí a Martín con varios doctorados... (risas) Y yo también tenía mucha experienci­a artística... que en lo profesiona­l haya cumplido mi deseo hizo que otros deseos pudieran esperar un poquito. Y nos conocimos grandes y con ganas de compartir esto que nos pasa ahora, de acompañarn­os un poco. Los dos hicimos nuestros caminos sólos y sabemos que encontrar a esta altura a alguien que te acompañe, que ya no son tus amigas que por suerte siguen estando, es genial. Mucha de nuestra diversión pasa por ver a nuestro hijo y compartir tiempo y reírnos con él. Hay menos tiempo para los momentos en pareja porque también estamos trabajando mucho. Hay momentos para todo y una de las cosas más importante­s es que nos admiramos mutuamente.

—¿Se cuidan tanto desde el ejercicio como desde la alimentaci­ón para cumplir con la agenda intensa de grabación?

—CP: Los lunes nos controlamo­s la una a la otra para saber cómo estuvimos el fin de semana.

—ND: Nos gusta “chupar” y “morfar”.

—CP: Antonia está queriendo decir “comer” y “beber”. (Risas) —ND: ¿Ves que somos muy complement­arias? (Risas) Hice una dieta antes de empezar a grabar, porque el productor me lo “aconsejó”… (risas)

—CP: ¡Porque habíamos comido y chupado mucho las dos! (Risas)

—ND: La televisión te obliga a eso porque quizá si no la tuviéramos no lo haríamos. Somos mujeres que nos cuidamos. Como me bajó el nivel de culpa con mis hijos, llego a mi casa y hago gimnasia. Hago una serie de más de una hora con aparatos y aeróbico. Me entrena Pablo y me arma una rutina ¡A veces jugamos al personal trainer! (Risas) Está buenísimo, ¡ojo! (Risas) Con las comidas trato de que sean naturales y sanas, y hacer una comida cada tres horas. A diferencia de otras tiras, tengo un poco más de templanza y evito comer facturas y esas cosas. Tengo galletas de arroz, frutas, cereales... —CP: ¡Pegame un palazo en la cabeza! (Risas) Anoche casi me muero, eran las 20:30 y ya había comido y tuve que irme a dormir, sino iba a querer comer otra vez. Las dietas son rigurosas. Las dos tenemos nutricioni­sta. Odio hacer dietas. Estoy probando. Como verduras, frutas y huevos, pero a mi me gusta comer lo que yo quiero y no lo que me dicen. No estoy pudiendo hacer gimnasia, porque yo entrenaba y corría, pero ahora no puedo.

—¿Un consejo de cada una para sus personajes para sobrelleva­r adelante lo que les toca?

—CP: A Laura le diría que se divierta y que no sufra, ¡porque 100 días pasan volando!

—ND: Iba a decir que tenga menos miedo, pero Antonia es menos miedosa que yo... así que en este caso, ¡Nancy le pediría un consejo a Antonia!

“Confiamos en la mirada de la otra. Nancy tiene un criterio inteligent­e y amplio.”

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Nancy dice que tuvo que hacer dieta para componer a Antonia y que le resultó más natural al momento de interpreta­rla. Por su parte, Carla confiesa que vive más para su personaje que para ella misma: Le compra ropa y hasta le adopta frases que escucha en la calle.
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