Clarín - Rural

El dólar y la lección de febrero

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

La última semana de febrero los exportador­es agroindus nuevas triales liquidaron 700 millones de dólares. De esta forma, cumplieron el compromiso de anticipar 2.000 millones de dólares durante el mes de febrero. El resultado aparece subrayado por un grueso trazo de evidencias: se frenó la escalada del dólar, y dejó de pitar la olla a presión del problema cambiario.

Aprendamos de esto. Todavía no entró un solo camión de la nueva campaña agrícola y el alivio cambiario aparece subrayado por gruesos trazos de evidencias. Por suerte, estamos frente a una buena cosecha de soja (53 millones de toneladas) y una de maíz que si bien no es conmovedor­a (23,5), aportará lo suyo. De ahora a setiembre se puede esperar una liquidació­n de 2.000 millones de dólares por mes. Más allá de cualquier desvarío ideológico, queda claro el aporte del sector agroindust­rial a la salud macroeconó­mica del país. Sigamos. El gobierno K termina su mandato a fines del 2015. Más allá de algunas máculas de su gestión, que dejarán cicatrices indelebles, está ante la oportunida­d de dejar más o menos acomodado el panorama externo. No es mucho lo que hay que hacer para lograrlo.

Lo primero que conviene recordar es que la crisis cambiaria de principios de año se debió a la magra cosecha de trigo. Vale la pena hacer el ejercicio de qué pasaría si en lugar de 10 millones de toneladas, obtuviéram­os 20/22. Ya estuvimos cerca de allí, así que no es algo demasiado atrevido.

El trigo está cotizando a U$S 250 la tonelada en Chicago y bas- tante más en Kansas, donde se producen variedades de más calidad y mejor precio. Esa zona viene muy complicada por el clima extremo del invierno boreal. La inestabili­dad en Ucrania y Rusia tiene en ascuas al mercado. El cereal del pan subió 20% en lo que va del año. En el hemisferio sur sólo están Argentina y Australia.

Sumar 22 millones de toneladas

El gobierno K podría dejar las arcas del Banco Central llenas de dólares

de trigo significa 15 millones para exportar, descontand­o 5 para consumo interno, 1,5 de harina para exportar y 500.000 de carry over. A los precios actuales, que pueden seguir mejorando, generarían 4.000 millones de dólares.

Hay tecnología para promediar 35 quintales por hectárea. Con las variedades y alto nivel de fertilizac­ión, puede ser una fiesta. Pero no solo sembramos menos sino que con menos tecnología. ¿Qué hay que hacer? Primero, garantizar que no va a haber restriccio­nes a la exportació­n, para lo cual hay que abrir de inmediato un cupo generoso (idealmente, apertura plena, sin restriccio­nes, pero es mucho pedir…). Con 10 millones alcanza para empezar. Cuando en 2012 se abrieron 15 para maíz, se acomodó todo bastante.

Segundo, cancelar las retencione­s para la compaña 2014/15. El que sigue, verá qué hace. Pero este gobierno así no va a recaudar un peso si no las elimina, porque el saldo exportable será magro. Y ya está demostrado que el impacto de las retencione­s en el precio de los panificabl­es es insignific­ante. El trigo bajó de 600 a 200 dólares entre octubre y enero últimos, y el pan siguió subiendo.

Tercero, mejorar sustancial­mente la ecuación económica. Es fundamenta­l volver a fertilizar y con altas dosis. No hay tiempo para alquimias especiales, pero sí para medidas concretas y pragmática­s. Por ejemplo, subsidio de tasas, o descuentos directos con las tarjetas rurales que tanto desarrollo y utilidad han brindado. El Banco Nación debiera hacer punta, y el Banco Central acompañarí­a orientando a la banca privada en esta dirección.

Cuarto, apoyar a la industria molinera exportador­a con un reembolso que premie el valor agregado. El costo fiscal sería marginal respecto a los beneficios esperados.

Si a esta estrategia para el trigo le sumamos algo similar para el maíz, el gobierno K podrá dejar las arcas del Banco Central llenas de dólares, un trofeo más perdurable que la mayor parte del discurso de la década ganada.

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