Clarín - Rural

En Pergamino le dicen adiós a las rotaciones rígidas

La Chacra Pergamino, de Aapresid, está probando, con buenos resultados, diversas rotaciones intensivas para optimizar el uso de todos los recursos.

- PERGAMINO. ENVIADA ESPECIAL. Mariela Vaquero clarinrura­l@clarin.com

En una chacra de Aapresid prueban nuevos esquemas.

Investigar con método científico en el campo, para hallar la solución a los problemas concretos que los productore­s deben enfrentar cada campaña: ese es el objetivo del Sistema Chacras de la Asociación Argentina de Productore­s en Siembra Directa (Aapresid). Se trata de un modelo coordinado de trabajo entre productore­s y expertos de las ciencias agrarias para desarrolla­r tecnología­s sustentabl­es, surgido hace cinco años a partir de un convenio entre el INTA y la entidad.

“Chacras apunta a atacar a los problemas dentro del sistema de producción y en un ambiente particular, tratando de reemplazar las recetas por estrategia­s”, explicó el director académico y científico del programa, Rodolfo Gil, del INTA Castelar.

Uno de sus objetivos principale­s es lograr la conservaci­ón de los recursos naturales, pero también aumentar su eficiencia de uso. “Hay que empezar a usar sintonía fina: kilos de grano por unidad de nutrientes, o kilos por cantidad de agua, o por litro de combustibl­e fósil”, ejemplific­ó Gil.

La Chacra Pergamino está inte- grada por trece empresas del norte de Buenos Aires y Sur de Santa Fe y una gerente técnico de desarrollo (GTD), la ingeniero agrónoma Belén Agosti, quienes han llevado adelante ensayos a campo en cinco establecim­ientos durante tres años junto al INTA local, con la colaboraci­ón de la Universida­d Nacional del Oeste de Buenos Aires (Unnoba) y empresas privadas.

Con el modelo productivo tradiciona­l, una rotación trigo-soja de 2°-maíz-soja de 1°, dio rendimient­os promedios (medido en seis de los campos) de 4.130 kg/ha, 2.559 kg/ha, 8.006 kg/ha y 3.489 kg/ha, respectiva­mente, con un índice de intensidad de uso de suelo de 0,58 (días ocupados sobre días de la rotación).

“Los productore­s se preguntaqu­emas, ban por qué en la zona núcleo no podían mejorar sus rendimient­os aún incrementa­ndo el nivel de insumos y también temían estar deterioran­do el suelo a pesar de hacer buenas rotaciones”, contó Agosti.

Por eso, “se probaron otros es- intensific­ando y diversific­ando las rotaciones, a fin de determinar si era posible ser más productivo­s y a la vez más eficientes en el uso de los recursos como agua y nutrientes, benefician­do al ambiente”, explicó la ingeniera.

Tomando como testigo a la rotación tradiciona­l trigo-soja de 2°maíz-soja de 1°, se incrementó la intensidad de uso, pasando de indice de 0,58 a 0,65-0,75 (tres cultivos en dos años, como arveja/maíz-sorgo); 0,85-0,90 (dos cultivos por año como arveja/maíz-trigo-soja de 2° y trigo-soja de 2°-vicia/maíz); 0,93 (sólo gramíneas, como cebada/sorgo-trigo/maíz de segunda); y una pastura consociada como extremo de intensific­ación.

El objetivo fue hacer más cultivos por año para capturar el agua y generar mayor producción de biomasa para el sistema, aumentar el nivel de carbono en el suelo y ajustar la fertilizac­ión.

Luego, cada esquema se evaluó con indicadore­s de producción, de eficiencia y de procesos. Si bien algunos de los resultados obtenidos requeriría­n más tiempo de estudio, aportan ya informació­n valiosa acerca de los diferentes modelos productivo­s.

“Cuando el cultivo antecesor fue una gramínea, los rendimient­os cayeron tanto en maíz como en soja y trigo”, informó Agosti. El aporte de carbono tendió a aumentar en las rotaciones de mayor intensidad. “A diferencia de lo esperado, los esquemas 100% gramíneas no dieron el mayor nivel de aporte de carbono porque sus rendimient­os estuvieron deprimidos”, indicó la ingeniera.

Agregó que “la intensific­ación de las rotaciones aumentó el aporte de carbono en los ambientes de calidad intermedia, pero no así en los mejores campos, donde no hubo respuesta, y quizás ahí convenga hacer menos cultivos que sean más productivo­s cada uno”.

Por su parte, la productivi­dad del agua fue mayor en las rotaciones más intensas por un aumento de la eficiencia de captura. Y la productivi­dad del nitrógeno disminuyó en las rotaciones con mayor porcentaje de gramíneas.

“El balance de estos tres años es muy bueno, porque gran parte del conocimien­to generado en la chacra ya se ha incorporad­o a los establecim­ientos, intensific­ando rotaciones, incluyendo cultivos de cobertura, y esa es una muestra de éxito”, destacó Agosti.

La experienci­a Chacras crece, porque el conocimien­to hecho en el lote por productore­s y científico­s es un buen camino para dar respuesta a los problemas que la producción actual plantea en búsqueda de sustentabi­lidad. t

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 ??  ?? ¿Y eso?. A la izquierda, un infiltróme­tro, que mide la velocidad de entrada de agua al suelo. Arriba, Belén Agosti, responsabl­e técnica de la Chacra Pergamino.
¿Y eso?. A la izquierda, un infiltróme­tro, que mide la velocidad de entrada de agua al suelo. Arriba, Belén Agosti, responsabl­e técnica de la Chacra Pergamino.
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Rodolfo Gil. Experto del INTA Castelar.

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