La rentabilidad del agro está en jaque
El autor explica los factores internos y externos que están impactando en las empresas y dice que podrían bajar aun más los precios de los granos.
Desde hace ya unos meses, el escenario internacional se ha venido deteriorando para el sector agropecuario.
El esperado anuncio de una futura disminución del programa de incentivos monetarios, ya aplazado varias veces, por parte de la Reserva Federal, ha iniciado una feroz apreciación del dólar, disminuyendo el grado de competitividad de los países del área dólar, bajando el precio de los commodities y generando un flujo negativo de capitales desde las economías emergentes y Europa hacia Estados Unidos.
Esta situación, sumada al desequilibrio macroeconómico de Argentina, representa una fuerte restricción al grado de competitividad del sector agropecuario.
El proceso de revaluación del peso ha puesto a los productores agropecuarios en el medio de una situación insostenible en el tiempo. La causa es un tipo de cambio real a la baja, incentivado por políticas de corto plazo que sólo buscan mantener la escalada de los precios, estableciendo una especie de “tablita” de devaluación nominal que no hace más que retroalimentar el desequilibrio y aumentar los costos.
En relación al desequilibrio macroeconómico local, la revaluación del peso, junto con el elevado nivel de retenciones, ha bajado el tipo de cambio efectivo de exportación a niveles tan bajos como los observados durante el atraso cambiario de fines de la década del ochenta.
En términos reales, el tipo de cambio que recibirían, en promedio, este año los exportadores sería un 75% del tipo de cambio efectivo real de los niveles de diciembre 2001. Esta situación estaría llevando a las explotaciones agropecuarias a una situación donde su estructura de costos se torna insostenible en el mediano plazo.
El escenario internacional no hace más que oscurecer la situación. Si bien la Reserva Federal seguirá aplazando, al menos por unos meses, la esperada suba de la tasa de interés, el mercado ha reaccionado adelantándose a los acontecimientos, elevando la rentabilidad y volatilidad promedio de los títulos a 30 y 10 años en el mercado de futuros, y acelerando el proceso de revaluación del dólar.
Por otro lado, y pese a las mejoras en las cuentas fiscales de varios países europeos, la deflación europea es un obstáculo que retroalimenta la apreciación del dólar, al restarle grados de libertad al Banco Central Europeo en caso de que Estados Unidos decida comenzar con la suba de la tasa.
El mercado se ha adelantado impactando negativamente en el precio de las commodities, donde el petróleo ha sido la variable que desató el inicio del descenso.
De confirmarse la suba de la tasa de interés, es de esperar una mayor baja en los precios de los cereales y oleaginosas.
El sector agropecuario se ve de esta manera atacado en su rentabilidad por dos frentes: uno interno, que eleva sustancialmente sus costos, y otro externo, donde el escenario de caída de precios disminuye la posibilidad de poder sostener la producción.
En este contexto, la eliminación de las retenciones vendría por un agotamiento de las rentas del sector y no como un logro de política económica saludable. Anunciar una disminución o eliminación de las retenciones es una falacia, que esconde no la voluntad política de mejorar la rentabilidad del campo, sino el haber agotado las rentas del mismo luego de más de una década de apropiación de recursos por parte del Estado.