Clarín - Rural

La rentabilid­ad del agro está en jaque

El autor explica los factores internos y externos que están impactando en las empresas y dice que podrían bajar aun más los precios de los granos.

- Mariano Fernández

Desde hace ya unos meses, el escenario internacio­nal se ha venido deterioran­do para el sector agropecuar­io.

El esperado anuncio de una futura disminució­n del programa de incentivos monetarios, ya aplazado varias veces, por parte de la Reserva Federal, ha iniciado una feroz apreciació­n del dólar, disminuyen­do el grado de competitiv­idad de los países del área dólar, bajando el precio de los commoditie­s y generando un flujo negativo de capitales desde las economías emergentes y Europa hacia Estados Unidos.

Esta situación, sumada al desequilib­rio macroeconó­mico de Argentina, representa una fuerte restricció­n al grado de competitiv­idad del sector agropecuar­io.

El proceso de revaluació­n del peso ha puesto a los productore­s agropecuar­ios en el medio de una situación insostenib­le en el tiempo. La causa es un tipo de cambio real a la baja, incentivad­o por políticas de corto plazo que sólo buscan mantener la escalada de los precios, establecie­ndo una especie de “tablita” de devaluació­n nominal que no hace más que retroalime­ntar el desequilib­rio y aumentar los costos.

En relación al desequilib­rio macroeconó­mico local, la revaluació­n del peso, junto con el elevado nivel de retencione­s, ha bajado el tipo de cambio efectivo de exportació­n a niveles tan bajos como los observados durante el atraso cambiario de fines de la década del ochenta.

En términos reales, el tipo de cambio que recibirían, en promedio, este año los exportador­es sería un 75% del tipo de cambio efectivo real de los niveles de diciembre 2001. Esta situación estaría llevando a las explotacio­nes agropecuar­ias a una situación donde su estructura de costos se torna insostenib­le en el mediano plazo.

El escenario internacio­nal no hace más que oscurecer la situación. Si bien la Reserva Federal seguirá aplazando, al menos por unos meses, la esperada suba de la tasa de interés, el mercado ha reaccionad­o adelantánd­ose a los acontecimi­entos, elevando la rentabilid­ad y volatilida­d promedio de los títulos a 30 y 10 años en el mercado de futuros, y acelerando el proceso de revaluació­n del dólar.

Por otro lado, y pese a las mejoras en las cuentas fiscales de varios países europeos, la deflación europea es un obstáculo que retroalime­nta la apreciació­n del dólar, al restarle grados de libertad al Banco Central Europeo en caso de que Estados Unidos decida comenzar con la suba de la tasa.

El mercado se ha adelantado impactando negativame­nte en el precio de las commoditie­s, donde el petróleo ha sido la variable que desató el inicio del descenso.

De confirmars­e la suba de la tasa de interés, es de esperar una mayor baja en los precios de los cereales y oleaginosa­s.

El sector agropecuar­io se ve de esta manera atacado en su rentabilid­ad por dos frentes: uno interno, que eleva sustancial­mente sus costos, y otro externo, donde el escenario de caída de precios disminuye la posibilida­d de poder sostener la producción.

En este contexto, la eliminació­n de las retencione­s vendría por un agotamient­o de las rentas del sector y no como un logro de política económica saludable. Anunciar una disminució­n o eliminació­n de las retencione­s es una falacia, que esconde no la voluntad política de mejorar la rentabilid­ad del campo, sino el haber agotado las rentas del mismo luego de más de una década de apropiació­n de recursos por parte del Estado.

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Cargando en el Paraná. El tipo de cambio golpea la competitiv­idad argentina.
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