El algodón pide que escuchen sus reclamos
Un empresario del sector habló sobre la difícil situación. Se esperanzó con una nueva ley de semillas.
participan de este diálogo y tienen la responsabilidad de lograr consensos tengan la capacidad de ceder en sus posiciones extremas y lleguen a un acuerdo superador.
Otros aspecto es que se pague por cada uso de la semilla de algodón.
Y, en el tercer punto, sostuvo que el Estado permita elegir las condiciones contractuales entre empresas (productores y semilleros), es decir, en fijar precios o formas de comercialización.
Finalmente, el empresario concluyó que con el trabajo y la interacción pública-privada, se conseguirá una mejor cadena algodonera que beneficie a todos. de licencias de largo plazo con empresas desarrolladoras internacionales, en los términos en que ambas partes crean beneficiosos”.
“Cualquier criadero/semillero y, especialmente una pyme, necesita reglas predecibles en el negocio de semillas, que fomenten el mercado legal de multiplicación y comercialización”, explicó.
Casares señaló a los Diputados, que están escuchando activamente a las instituciones por la Ley de semilla que para lograr que una pyme argentina tenga un negocio sólido, son necesarios tres hechos concretos.
El primero de ellos es que los que productores que no ha logrado una ley que favorezca la innovación en cultivos de especies autógamas”.
En este sentido, el técnico solicitó que se “brinden condiciones para que los semilleros hagan contratos de la Cámara de Diputados de la Nación (Ver página 2).
Cásares continuó hablando sobre la realidad del área algodonera del norte del país.
Según él, “existe una fortísima reducción del cultivo de algodón en todo el país debido a la falta de mejora tecnológica, un bajo precio de la fibra y por la devolución de la rentabilidad a los cultivos que compiten por la superficie a través de la quita o reducción de las retenciones” .
Entre todos estos puntos, el primero de ellos “subsanable” y debe ser el objetivo de la nueva ley de semillas, sugirió el empresario.
De acuerdo a sus datos, la participación de la semilla fiscalizada o con reconocimiento de la regalía extendida por parte del productor algodonero representó, en los últimos años, aproximadamente, entre el 12 al 14 por ciento de la superficie sembrada.
“El resto es semilla deslintada, procesada en forma irregular para uso propio y en bolsa blanca. Es una situación sensiblemente peor que la del trigo o la soja”, afirmó el asesor.
Casares destacó que la innovación tecnológica se asocia de manera directa al negocio de semillas y “la Argentina es el único de las grandes “El algodón es un cultivo social ya que hay miles de minifundistas en Chaco, Formosa y Santiago del Estero para los cuales es una forma de sustento”. Son palabras del empresario Santiago Casares quien también se lamentó: “Sin tecnología no tiene futuro en el país”.
Este empresario del norte del país, también es vicepresidente de Gensus, un pyme nacional liderada por Cazenave y Asociados que adquirió Genética Mandiyú en Avia terai, Chaco hace dos meses.
Casares reconoció que, “actualmente, en el mundo se siembran cultivares de algodón con mayor tecnología que los utilizados en Argentina y por eso nuestros competidores son literalmente más competitivos”.
La visión del empresario se produce en el marco candente por la Ley de semillas, la cual se viene discutiendo intensamente por estos días en la Comisión de Agricultura