“Uno fotografía como vive”

A los 56, el consagrado fotógrafo argentino Diego Ortiz Mugica decidió seleccionar imágenes patagónicas para la muestra Bariloche en blanco y negro y gris, que tiene lugar justamente en un hotel local, el Cacique Inacayal. “Bariloche es mi lugar en el mundo. Paso tres meses al año en una casa que tengo en el medio del bosque, camino al Llao Llao. Ahí crié en armonía con la Naturaleza a mis hijos y ahora, a mis nietos”, cuenta. No está apegado al método analógico para fotografiar (“ahora, si hay que elegir, prefiero revelar en un cuarto oscuro a estar frente a una computadora”), pero del blanco y negro no lo mueven. En Buenos Aires enseña fotografía en su propia escuela, que queda en Vicente López. “Cuando vivo en Buenos Aires el resto del año, mi patio es la cancha de Racing; pero en Bariloche es la zona del cerro El Tronador”, precisa y suma al Delta como otro de sus lugares fetiche para retratar. Se define: “Yo soy el paisaje”. Se lo suele ver en el Delta, saliendo en lancha temprano, para quedarse quieto por horas entre los juncos, esperando que la foto “suceda”. “Sí, al final, sucede. Pero para eso tenés que estar en una situación de atención y expectativa con la Naturaleza, que lleva muchas horas. Es una cuestión de conexión con el paisaje. Creo en la meditación y la paciencia. Seguro que hay un momento en que la Naturaleza te regala una luz inesperada: bueno, ahí sucede la foto”. De ahí, su lema, “Uno fotografía como vive”, que figura en su site http://www.ortizmugica.com. En el invierno de Bariloche, la situación impone camioneta en forma, mucho abrigo y termo con sopa: “Una vez me quedé tres horas sentado en la cumbre del cerro Catedral hasta que el viento movió las nubes. La espera valió la pena: el paisaje no paró de regalarme fotos”.