Clarín

Una historia de abuso detrás del crimen de un nene

Lo dice la mamá del nene que tenía 10 años. Cuando al hombre le prohibiero­n verlo, lo mató y se suicidó.

- Paula Galinsky pgalinsky@clarin.com

Un entrenador de fútbol infantil mató al chico y se suicidó.

“Felipe terminaba la práctica de fútbol y les decía a sus compañeros que iba a ayudar a su papá a juntar las pelotas. Mi hijo vio en Fernando el padre que siempre quiso tener. Cuando noté que empezó a actuar con más autoridad de la que le correspond­ía, acudí a la psicóloga. Y después pasó todo esto”. La que habla con Clarín es Alexandra Pérez, mamá de Felipe Romero, el nene de 10 años que fue secuestrad­o y asesinado por su entrenador de baby fútbol en Uruguay. El agresor, Fernando Sierra (32), luego se suicidó. Ayer la jueza confirmó a este diario que el nene también fue víctima de abuso sexual. Su mamá dice que no lo puede creer.

La relación entre Felipe y Fernando arrancó hace dos años. “Berenice, la mamá de un compañerit­o del colegio de Felipe, me presentó a Fernando. Al poco tiempo, mi hijo empezó a jugar

en Defensor de Maldonado, donde él era DT, y generamos una amistad”, cuenta Alexandra que recuerda que, el primer día que vio al entrenador, él le manifestó su deseo de ser padre. El vínculo entre Sierra y el nene co

menzó a crecer. “Fueron varias veces juntos al Chuy (en el límite con Brasil) y lo llevó de viaje, con mi permiso, a Camboriú”, sigue la mamá. Pasaba mucho tiempo con el nene: “Se iba para su casa los viernes y volvía los domingos. Si le decía que no podía ver a Fernando, Felipe se ponía a llorar”. Pero, en los últimos meses, a Alexandra, que es policía, las actitudes de Sierra terminaron incomodánd­ola. “Comenzó a lle- várselo de los lugares sin mi autorizaci­ón y, además, me enteré que la intención de su mamá, que se sentía ‘abuela’ de mi hijo, era que Felipe se fuera a vivir con ellos”, explica Alexandra, que el mes pasado intentó ponerle un límite al DT. “Le dije que era mi hijo y que yo decidía sobre él. Esa vez, Fernando se puso a llorar y me respondió que él se moría si le sacaba a Felipe”.

El miércoles pasado Alexandra optó por llevar a su hijo a una psicóloga, quien, sin darle precisione­s, le recomendó que no dejara que Felipe se viera solo con ese hombre. “Esa tarde, mi hijo se entrenaba así que después de la práctica hablé con Fernando y le co- menté que si bien iba a seguir en fútbol, por un tiempo, no iba a poder salir más con él. Me respondió que lo entendía”, agrega la mamá.

Felipe salía a las 17 de la Escuela Nº 2 de Maldonado pero, al día siguiente, Sierra lo retiró dos horas antes y se lo llevó con un auto alquilado a Villa Serrana, en el departamen­to de Lavalleja. Antes, compró tranquiliz­antes que le habría suministra­do al chico. En el camino, tiró su celular. Y en un paraje llamado “La Olla” dejó el coche. A pocos metros, encontraro­n los cuerpos. Estiman que, entre la noche del jueves y la madrugada del viernes, Sierra mató de un tiro al nene y luego se suicidó. “Según los informes, los dos tenían un disparo en la sien. En el cuerpo del niño hay signos de abuso sexual. Se encontraro­n lesiones recientes y de larga data”, precisó Adriana Morosini, jueza penal de Maldonado a cargo de la causa. Según la magistrada, descartan que Sierra haya actuado con un cómplice. Ahora analizarán “las condicione­s en las que el menor fue entregado por la escuela”. Por esto, citarán a maestras y a la directora de la institució­n. Los padres del menor también declararán, aunque más adelante. Felipe era hijo de Luis “Lucho” Romero, un ex futbolista que pasó por Peñarol y Nacional y también jugó en Italia y China. Si bien le enviaba plata a Alexandra para mantener a Felipe y a su hermana Sofía, de 13, la mujer asegura que no cumplía con el rol paterno.

Consultada por la situación de abuso, Alexandra dice que no lo puede creer. “Felipe estaba feliz con Fernan

do, siempre pedía verlo”, relata la mamá que repite que ella creía que el DT era bueno. “No tomaba, no fumaba, no tenía vicios”, insiste. Julio Lucero, vecino de la familia del homicida, afirma que en La Barra y El Tesoro, de donde era Fernando, están todos conmociona­dos: “Los Sierra son trabajador­es. Su papá es obrero y su mamá limpia chalets. Son muy respetados en el pueblo. Acá nadie puede entender lo que pasó”.

Ayer, más de mil personas despidiero­n al nene. “Fue feo ver alejarse el cajón. Felipe era único y muy querido. Y así me lo demostraro­n en el sepelio todos los que corearon su nombre y le dejaron flores”, cierra su mamá.

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Otros tiempos. Felipe Romero y su entrenador Fernando Sierra.
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Velorio. Una multitud acompañó ayer a Alexandra Pérez (de pelo rubio)

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