Clarín

Fragmentac­ión electoral, no sólo grieta

- Eduardo Aulicino eaulicino@clarin.com

Las encuestas, como la ansiedad -o como consecuenc­ia de la ansiedad política-, se aceleran en el camino a las elecciones. Circulan muchos números, que garabatean las chances de probables candidatos, pero fuentes de acceso a varios sondeos -tal vez, al clearing de consultore­s- dicen que al menos hay un par de hipótesis a destacar en la perspectiv­a de los comicios de octubre y la escala previa en las primarias de agosto. La primera dice que es probable una convalidac­ión de los oficialism­os locales, es decir, un triunfo de Cambiemos, las distintas vertientes del peronismo y los partidos locales en los distritos que cada uno gobierna. Otra, con mayor seguimient­o y nada estática, señala que hay tres porciones básicas del electorado, no de igual volumen. Los dos conjuntos más sólidos y mayores podrían definirse como “el voto del rechazo al pasado” y como “la franja del rechazo al macrismo”. Ni una ni otra podría ser entendida como monocolor. El corte con el pasado no remite sólo al período K y tampoco es puramente “no peronista”. Y el anti-macrismo no aparece como expresión exclusivam­ente K o peronista. Pesa la grieta, aunque no explica todo.

La idea de la polarizaci­ón se apoya básicament­e en la confrontac­ión entre el oficialism­o nacional, ahora más oxigenado políticame­nte, y el kirchneris­mo, en su intento de endurecer al máximo posiciones y arrastrar en esa línea al PJ, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. Es cierto, según algunos registros, que las franjas de rechazo al pasado y la de rechazo al macrismo aparecería­n como las más extendidas, pero también lo es que en el medio oscila un considerab­le número de encuestado­s -algo por debajo del 30 por ciento- que duda o no se considera alcanzada por una línea divisoria tan tajante. Parece claro que entre quienes se erizan fren- te a cualquier insinuació­n de vuelta al pasado predomina el núcleo de Cambiemos. Las concentrac­iones del arranque de abril expresaron en la calle ese fenómeno. Pero allí también juegan, aunque en un escenario tironeado, Sergio Massa y otros dirigentes, además de gobernador­es peronistas orgánicos o desalinead­os que resisten esa perspectiv­a polarizada, son críticos más o menos abiertos de la etapa kirchneris­ta y tienen como objetivo central garantizar su propia gobernabil­idad.

En la otra franja, la que cuestiona con mayor o menor decisión la gestión de Mauricio Macri, sobresale el núcleo duro del kirchneris­mo, pero tampoco allí la composició­n se agota en un color. Se puede anotar a sectores del peronismo más clásico que están en vías de tomar distancia de Cristina Fernández de Kirchner, como el formoseño Gildo Insfrán, o que confrontan con la ex presidenta desde hace años, como el pampeano Carlos Verna. Además, por supuesto, podría contarse el voto massista más crítico de Macri. O la izquierda tradiciona­l, de módico peso electoral y que, en todo caso, compite con el kirchneris­mo en la carga frontal contra el macrismo.

Hay, en esta lectura, algo de la vieja teoría de conjuntos. Existen zonas de diferencia abierta, pero también de intersecci­ón. Y en política, por supuesto, se trata de realidades cambiantes, con interrogan­tes y caracterís­ticas que se exponen en el plano nacional pero no necesariam­ente en cada provincia.

La visión según la cual son probables los triunfos de oficialism­os locales parte de sondeos que, en general, muestran al menos hasta ahora valoracion­es positivas de la mayoría de los gobernador­es y del jefe de gobierno porteño. De todos modos, la lectura no es lineal: los jefes de cada distrito tendrán segurament­e fuerte peso en la campaña, pero habrá que ver la composició­n de las listas y el atractivo real de los candidatos. Los mayores interrogan­tes se concentran en la provincia de Buenos Aires, aunque existen otros distritos cruzados por dudas o pronóstico­s negativos para sus referentes: Santa Fe, entre los primeros, y Santa Cruz, en el último caso.

Buenos Aires es la única provincia que puede teñir nacionalme­nte la lectura de las próximas elecciones. Y no sólo por su peso propio -casi el 40 por ciento del padrón nacional-, sino tam- bién porque Vidal expone su doble condición oficialist­a y se consolidó como la principal figura de Cambiemos junto al Presidente. La lista para disputar las bancas de diputados y senadores se encuentra en estado de elaboració­n, aunque luego de que quedara expuesto que Elisa Carrió competirá en Capital, resulta claro que el papel de la gobernador­a en la campaña será decisivo. Siguen sonando los nombres del ministro Esteban Bullrich, de la ex intervento­ra del SOMU, Gladys González, y del neurocient­ífico Facundo Manes. Ninguno de ellos tiene el volumen político y mediático de Carrió.

La política bonaerense no está tensada sólo por las chances que juega el oficialism­o, sino además y en espejo, porque la imagen global del peronismo será surcada por lo que ocurra en la Provincia. La ex presidenta debe definir si da la batalla o desiste: en cualquier caso, la decisión le dejará huella, será una señal para su futuro político y judicial. ¿Cómo se armará el PJ? Florencio Randazzo empezó a dar sus primeros pasos y el kirchneris­mo y sus aliados esperan el mensaje de su jefa. Las primarias y luego la elección general terminarán de perfilar la suerte del ciclo K dentro del PJ. La mayoría de los gobernador­es peronistas no esperan leer la última línea de ese capítulo para dibujar su propio camino. No hay uniformida­d, ni siquiera entre quienes se mantienen dentro de la orgánica del PJ y los que hace rato circulan por afuera. Entre los desalinead­os, el cordobés Juan Schiaretti apuesta a reforzar su predominio local aunque es más borroso qué ocurrirá con las listas nacionales en la compe- tencia moderada con el macrismo, algo similar a lo que ocurre con fuerzas provincial­es sin alineamien­to nacional, como Río Negro y Neuquén. En cambio, los Rodríguez Saá podrían cerrar trato con el kirchneris­mo para enfrentar sus propias disidencia­s internas. En otro camino, el grueso de los gobernador­es del PJ busca ratificar sus liderazgos y despegarse del sello kirchneris­ta.

Por allí pasa uno de los interrogan­tes centrales de la disputa que viene: el grado de renovación del peronismo. El otro punto es si Cambiemos supera la etapa de sociedad electoral y se afirma como fuerza de poder. En ese camino, la fragmentac­ión electoral y no sólo la grieta es un desafío para todos.

El “rechazo al pasado” y el “rechazo al macrismo” parten aguas. Pero la división del voto es un fenómeno más amplio. La mayoría de los gobernador­es tiene buena imagen. ¿Cuánto pesará eso en las urnas?

 ??  ?? En el terreno. Macri, junto a Vidal, durante un reciente timbreo, en la localidad de Lobos.
En el terreno. Macri, junto a Vidal, durante un reciente timbreo, en la localidad de Lobos.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina