Clarín

La AFI usa la “máquina de la verdad” para saber quién habló sobre Carrió

El escándalo desató una caza de brujas entre los espías. Las “precausas” judiciales, otro truco para la vigilancia ilegal.

- Claudio Savoia csavoia@clarin.com

“Fueron nueve seguimient­os y cinco escuchas a Carrió. A todo el personal que estuvo directa o indirectam­ente vinculado con eso lo están pasando por el polígrafo, la ‘máquina de la verdad’, como la que usaba Chiche Gelblung en sus programas de televisión”. El detalle lo relata a Clarín un agente de la AFI que es testigo directo de la caza de brujas desatada en el organismo tras la publicació­n del espionaje ilegal sobre Elisa Carrió en Paraguay. “Los cerebros jurídicos es LeonardoBe­rgrot -un abogado que era cercano a Stiuso- y Hernán De Mártire. Están bajo la lupa catorce personas, incluso uno en Paraguay a quien en estos días se le murió la mamá”, detalla la fuente. Si este otro delirante capítulo del espionaje ilegal de la Agencia Federal de Inteligenc­ia se comprobara -siempre es difícil comprobarl­o- la prometida investigac­ión para dilucidar qué pasó en Asunción con el espionaje ilegal a la candidata de Cambiemos en Capital es en verdad un sumario interno, cuyos resultados serán secretos. Todo muy transparen­te.

El escándalo por la vigilancia interna fuera de la ley sobre la que viene informando Clarín no se restringió al seguimient­o de Carrió en Paraguay ni a las escuchas de sus conversaci­ones políticas y privadas. La diputada también sería “caminada” -vigilada personalme­nte- en el país, por personal de la Dirección de Contrainte­ligencia de la AFI, vieja guarida de Stiuso en la calle Estados Unidos y que ahora está bajo el mando de Diego Dalmau Pereyra, un hombre de máxima confianza de la subdirecto­ra del organismo Silvia Majdalani. “La siguen con gente y autos, tanto propios como de agentes inorgánico­s o ‘tercerizad­os’, para evitar huellas”, expli- có a este diario hace un mes un espía que reporta en esa base de la AFI. “Dalmau también organizó así el seguimient­o a Juan José Gómez Centurión el año pasado”, dice la fuente.

El espía se refiere a la puntillosa vigilancia que la Agencia de Inteligenc­ia desplegó sobre el jefe de la Aduana entre julio y agosto del año pasado, sobre la cual Clarín informó -con fotos y facsímiles de los partes de los agentes- el 2 de septiembre pasado. Paradojas del destino: esa violación a la ley escandaliz­ó a una legislador­a, que el 7 de septiembre pidió a la Comisión Bicameral de fiscalizac­ión de los organismos y actividade­s de inteligenc­ia que inicie una investigac­ión en el Congreso. ¿Su nombre? Elisa Carrió. ¿El resultado de aquel reclamo? Nulo.

Pero volvamos a las escuchas ilegales, que no sólo tienen como objetivo a la diputada chaqueña. Para pintar con un barniz de legalidad lo que no la tiene, la AFI recurre a una herramient­a polémica, que sólo puede utilizar con ayuda -o complicida­d de algunos jueces: las “precausas” judiciales. Se trata de “investigac­iones” que los espías inician por su cuenta, previo pedido genérico a algún juez para que autorice escuchas y seguimient­os “que permitan establcer si se está cometiendo algún delito complejo”. En muchos casos, esos jueces ni siquiera conocen a quiénes pertenecen los números que con su firma autorizan a pinchar “transitori­amente”. Después, ese expediente se destruye sin que quede ninguna huella.

Dos jueces tienen causas que investigan estas maniobras, de las que la AFI abusó gracias a otro ahijado de Majdalani, el fiscal Eduardo Miragaya, también cercano a la jueza María Servini. Pero -tal como informó La Nación- Miragaya participó de oscuras tratavivas con Lázaro Báez y sus hijos para “gestionar” sus declaracio­nes. Las desproliji­dades del fiscal terminaron con su salida de la AFI el mes pasado. Pero Clarín supo que, ya en la calle, le habría advertido a algunas víctimas de las escuchas ilegales lo que hacían con ellos. Entre ellas, este diario supo que uno de los avisados habriá sido el gremialist­a Luis Barrionuev­o. Otros sindicalis­tas también habrían sido objetivo del espionaje: Hugo Moyano, Roberto Baradel y Omar “Caballo” Suárez.

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La casa de los espías. La sede central de la Agencia Federal de Inteligenc­ia, en la calle 25 de Mayo 11, a metros de la Casa Rosada.

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