Sin Champions ni Liga, Messi y Barcelona quieren el consuelo de la Copa del Rey
Para Leo será su partido 700, entre el club y la Selección. En esta temporada sólo ganó la Supercopa de España.
El estadio Vicente Calderón se vestirá de gala por última vez para albergar un encuentro oficial antes de ser demolido y habrá algunos argentinos en el acontecimiento: la final de la Copa del Rey de España (desde las 16.30, televisan Canal 8 de Cablevisión y DirecTV) entre el poderoso Barcelona, máximo ganador de la competencia, y el humilde Alavés, que juega su primera definición.
En lo que también será la despedida de Luis Enrique del banco blaugrana, Lionel Messi y Javier Mascherano buscarán la tercera copa de manera consecutiva. El Barça es el equipo que más veces jugó la final del certamen, junto al Real Madrid (39) y el que más la ganó (29, seis más que el Athletic de Bilbao y nueve más que el Madrid).
Pero del otro lado estará Mauricio Pellegrino, quien puso al Alavés en una situación inédita en su historia. Hace menos de un año llegó al equipo, que recién volvía a la Primera División del fútbol español, y lo condujo a través de las cuatro eliminatorias venciendo al Gimnástic de Tarragona, al Deportivo La Coruña, al Alcorcón y al Celta de Vigo. Para los de Vitoria-Gasteiz, será uno de los dos partidos más importantes de la historia. Quedará junto a la final de la Copa UEFA 2001, aquella derrota 5-4 en tiempo suplementario con el Liverpool en que el equipo usó la camiseta símil Boca y que es considerado uno de los mejores partidos de la historia.
Pellegrino está ante la gran oportunidad de su carrera como técnico, aunque ante el rival tal vez más difícil que podía tocarle. En la semana, en una entrevista que le brindó al diario Marca, aseguró que “los pronósticos se rompen muchas veces. En 38 partidos es más difícil; en uno es más probable”. Y deberá confiar, porque así como en condición de local perdió el partido de liga contra los catalanes por 6 a 0, en el Camp Nou logró una impensada victoria por 2 a 1.
Para Messi no será un partido más. Será, entre los encuentros que disputó con el Barcelona y con la Selección Mayor, su juego número 700. Junto a Mascherano -que estará en condiciones de jugar a pesar de que había sufrido algunas molestias físicas que lo ponían en duda- querrá celebrarlo con el segundo título de la temporada (ya obtuvo la Supercopa de España a principios de la campaña), como para cerrar de manera más decorosa un calendario futbolístico que se va sin Liga ni Champions.