El adiós a Vicente Verdú
El escritor y periodista Vicente Verdú murió ayer en Madrid, a los 75 años. Escribía habitualmente en el diario El País, donde se había desempeñado como jefe de Opinión y jefe de Cultura, aunque en los últimos años se había volcado a la poesía y a la pintura.
“Fue un renacentista moderno”, lo definió el periodista Juan Cruz al despedirlo en las páginas del periódico con un sentido artículo. Resaltó, además, que daba “muestras radicales de su compromiso con la modernidad, en los cuadros y en los artículos o en los libros”.
Nacido en Elche en 1942, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Entre más de 25 libros publicados, con eje en el ensayo y la poesía, se cuentan Noviazgo y matrimonio en la burguesía española (escrito a cuatro manos con su mujer Alejandra Ferrándiz), El fútbol, mitos, ritos y símbolos; El planeta americano (Premio Anagrama de Ensayo) Señoras y señores (Premio Espasa de En
sayo), La hoguera del capital y La muerte, el amor y la menta, poemario en que abordaba el cáncer de pulmón que le habían diagnosticado.
Dedicó parte de su vida a viajar, sobre todo por EE.UU. y China. El diario El País fue su segunda casa desde 1982, cuando Juan Luis Cebrián lo llevó a trabajar como jefe de Colaboraciones. A lo largo de su carrera, recibió homenajes en la disciplina, como el Premio de Periodismo Miguel Delibes (1997).
“Siempre quise ser poeta. No hay explicación. Me hice periodista para vivir escribiendo o para vivir de la escritura”, decía. Tenía tres hijos, Eduardo, Juan y Sole, y cuatro nietos.
En 2007, el español encendió la polémica cuando, después de que los últimos cinco premios Herralde de novela hubieran recaído sobre escritores latinoamericanos, señaló que “la novela que todavía se premia responde al molde tradicional y este producto no se cultiva con la debida dignidad sino en la periferia del sistema” y proponía su porpio Decálogo para
la supervivencia de la novela. Proponía: “Así como en la pintura es inconcebible producir sin tener presente la fotografía, la televisión, los videojuegos, el avión, los graffitis o cualquier pantalla, en la narración es torpe seguir como si no existiera publicidad, correo electrónico, chats, cine, YouTube, MySpace o la blogosfera”. Pedía, de ese modo, no atender solamente a los “lectores vetustos”.