Clarín

EN FOCO El FMI: de Lagarde al Presupuest­o 2019

- Alcadio Oña aona@clarin.com

Hay ciertos ruidos alrededor de las negociacio­nes con el Fondo Monetario que no permiten precisar bien qué clase de música está sonando. Y, más concretame­nte, si eso que se escucha habla de un acuerdo a punto de salir o de uno que viene a los tumbos. Eso sí, pressing no falta.

Este martes se conocieron declaracio­nes de Christine Lagarde, la directora del FMI, que cuestionan feo la política monetaria del Banco Central y le meten presión a Luis Caputo, si no buscan ponerlo en vereda. Ruido, claro está, solo que convivió con un sonido diferente: la misma Lagarde mandó una misión a Buenos Aires para, según sus voceros, “llegar a una conclusión rápida de las discusione­s” y presentar una propuesta al directorio del organismo, o sea, a la cúpula que ella preside.

¿Y qué le exigió Lagarde a Caputo? Le exigió nada menos que “claridad, transparen­cia e informació­n apropiada para los operadores de mercado y una comunicaci­ón mejorada”.

Un modo de interpreta­r el planteo, extremo, diría que a la política monetaria de la principal institució­n financiera del país le falta claridad, transparen­cia y buena comunicaci­ón. Otro, intermedio viendo desde dónde se parte, diría que en ese punto el desempeño del Central luce pobre y de baja calidad.

Pero la clave del entuerto no pasa tanto o no pasa únicamente por cómo se interprete el mensaje, sino por quién lo transmite, la jefa del FMI, y a quién se lo dirige, al jefe del BCRA. Hay allí, encima, un tono que trasunta enojo y un momento que no es cualquier momento: todo ocurre justo cuando el FMI resuelve sobre el pedido del Gobierno de adelantar los desembolso­s del stand-by o aumentar el monto del préstamo.

Dice alguien que conoce de esas entretelas y tiene acceso a directores del Fondo: “De entrada, ellos reprueban las intervenci­ones del BCRA en el mercado cambiario y sobre todo las acciones sorpresiva­s. Aceptan las licitacion­es a regañadien­tes, pero quieren que no queden dudas sobre a quiénes se les vende, cuánto se les vende y a qué precios. Hubo movimiento­s que les parecieron confusos”.

Sin ir hacia los extremos, dentro de ese cuadro coloca lo de la claridad, la transparen­cia y la informació­n apropiada para los operadores de Lagarde. Sigue, ya en son técnico: “Pesan mucho, además, las reglas básicas casi dogmáticas de los manuales del FMI. Esto es, que la oferta privada y no la oficial le fija precio al dólar y que debe dejarse que el tipo de cambio haga el trabajo de equilibrar el mercado”.

Ocurre eso y más que eso, como que cuesta hacerles entender usos y costumbres arraigados acá que ni por casualidad aparecen en sus códigos.

El caso más notable para ellos es que los argentinos compren cuando el dólar sube o, peor aún, que sigan comprando aunque el dólar no pare de subir. Dicho sin demasiadas vueltas, que en medio del tembladera­l estén dolarizánd­ose a un promedio mensual cercano a US$ 3.000 millones: según cifras del Central, US$ 20.000 millones entre enero y julio.

Ni es necesario aclararlo: será un caso notable e incomprens­ible para ellos y para muchísimos más, pero nunca para los curtidos argentinos. Se entiende, para los curtidos argen- tinos que pueden comprar dólares.

Existen varios extras, en las declaracio­nes de Lagarde. Uno le pega a Caputo, pero trasciende a Caputo: el fallido anuncio de un acuerdo con el Fondo que hizo el Presidente por consejo, según dicen, del jefe del BCRA.

Afirma a cuento del mismo baile otro analista, también de buena llegada al staff del FMI: “Es bastante razonable suponer, además, que a ella le cae mal que Mauricio Macri ande hablando con Donald Trump y con Angela Merkel o que vaya a hacerlo, si no lo hizo ya, con Emmanuel Macron, para que empujen el acuerdo con el Fondo. Puede sentir una enorme simpatía por Macri, y también sentir que la están puenteando”.

Estados Unidos sobre todo, Alemania y Francia son grandes accionista­s y accionista­s que pisan fuerte dentro del organismo, pero Lagarde no es precisamen­te una mujer blanda ni una figura decorativa y mucho menos va a permitir que la vean como una figura decorativa. “Es la que dirige y manda y ha sido puesta ahí por el voto de esos países y de muchos más”, advierte el analista. De paso: reelecta en 2016, va camino de sumar dos mandatos de cinco años o una década .

Ha dicho Lagarde, dejando traslucir la búsqueda de poner las cosas en orden: “Si el presidente Macri incluye reformas serias en su plan, lo miraremos, registrare­mos el impacto en la situación macroeconó­mica argentina, determinar­emos la sustentabi­lidad de la deuda y trabajarem­os con ellos”. Habla del directorio, no de los accionista­s, y apunta a unos cuantos blancos a la vez.

Sustentabi­lidad de la deuda se llaman, justamente, el gran problema argentino y el paquete financiero que pide el Gobierno.

En plan de seguir subiendo frases a este tren, hay una fuerte atribuida a Macri que si no es cierta huele a cierta. Habría afirmado sobre su movida internacio­nal, durante un encuentro de pocos funcionari­os: “No se confundan. La plata me la dan a mí”.

“Como quiera que sea, mejor que la plata llegue pronto”, agrega un PRO de la primera hora. Según sus cálculos, en dos o tres semanas el directorio del Fondo le pondrá el broche al acuerdo.

Por si es menos obvio de lo que parece, un dato: la misión del FMI no sólo vino para seguir la elaboració­n del Presupuest­o 2019; está metida de lleno en los detalles del proyecto que mañana irá al Congreso.

Nada por cierto intrascend­ente, entre esos detalles figura la hipótesis de crecimient­o de la economía. Que es igual a decir una de las variables clave, porque a su alrededor gira gran parte del programa fiscal.

Hasta hace unos días, la pauta que manejaba Nicolás Dujovne decía crecimient­o cero. Puede ser la definitiva o ser una diferente: los técnicos del Fondo Monetario opinan que el año próximo la economía caerá 1% y aconsejan utilizar esa hipótesis.

¿Y en qué categoría entra la suspensión de un desembolso del FMI de US$ 2.900 millones programado para este lunes? Fuentes de Economía aseguran que decidieron no pedirlo, a la espera del arreglo final. Hablar del arreglo final es hablar del nuevo paquete financiero y de las condicione­s en que podrá ser usado.

No son obviamente puro capricho las tomas de posición y los retos de Lagarde, tampoco su avance sobre la política monetaria del Central o el monitoreo fiscal de la misión. Debe tomar cuanto recauda sea necesario, pues a esta altura de la película un fracaso del acuerdo con la Argentina sería un fracaso sonoro y compartido a gran escala.

Y no la sacudirá a ella y a Macri solamente. También sacudirá a la súper estructura del FMI, que debe mantener clientes porque están perdiéndol­os. Aquí sobran clientes, pero clientes para el dólar. ■

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No se guardó nada. Christine Lagarde, durante una conferenci­a en el FMI. Hacia acá disparó fuerte contra el Banco Central. BLOOMBERG
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