La mejor temporada

La derrota por 6-4 y 6-2 en los octavos de final de París ante el alemán Alexander Zverev marcó el punto final de la mejor temporada de Diego Schwartzman en el circuito y el inicio de sus vacaciones. Si el año pasado había sido bueno con su definitiva inserción entre los 30 mejores tenistas del mundo, éste fue aún superior: ganó su primer ATP 500, terminará top 20 en 2018 y allá por junio y julio estuvo a sólo un paso de la elite de los diez mejores. Pero más allá de un título, de los números positivos, de sus tres triunfos en tres partidos en la Copa Davis o de haber llegado a los cuartos de final en Roland Garros, Schwartzman se recibió de jugador serio y confiable que ya se codea con los tops (la invitación a participar de la Copa Laver no fue una casualidad) y contra los que casi siempre se plantó de igual a igual (ejemplo: frente a Kevin Anderson en octavos de Roland Garros, donde estuvo dos sets abajo y el sudafricano contó con dos chances para ganar el partido con su servicio en el tercero y cuarto).

Al porteño le falta dar un paso más y ese escalón no tiene que ver con su tenis sino, más bien, con su mentalidad. Dueño de una excelente devolución de saque -de las mejores del circuito-, apoyado en su gran profesionalismo para entrenar, en su enorme evolución a la hora de competir y en una importante inteligencia que le permite sacar el máximo provecho de sus características, creérsela un poco más debe ser su gran objetivo de cara a 2019. Ese es el desafío de Schwartzman y el que seguramente se planteará con su entrenador Juan Ignacio Chela. Tiene todo para superarlo. De él dependerá intentarlo. ■