Un empate con goles al principio y al final
Siempre (o casi siempre) un gol convertido al minuto de juego condiciona el desarrollo. Lo cuentan las estadísticas. Pero también marca el ánimo: un equipo con esa ventaja inicial se siente más cómodo, claro. De todos modos corresponde escribirlo: es fútbol y puede haber excepciones.
Lo del gol urgente, al minuto, le sucedió a Sarmiento. Jugada por la izquierda, centro al área de Alanís, cabezazo de Torres -a modo de asistenciay definición de Graciani. Un minuto. Un gol y 1-0.
Dos certezas con respecto al primer tiempo: el desarrollo en términos de la posesión fue de Talleres (73 por ciento) y no dejó de ser un síntoma que la figura de ese tramo fuera el arquero local, Vicentín.
No le quedó otra al equipo del uruguayo Alexander Medina: fue cuestión de buscar y buscar. Con Valoyes y Retegui por las bandas y con Fragapane detrás del centrodelantero Auzqui. Pero a la buena voluntad le faltó sorpresa. Más allá de que ya merecía el empate.
Hubo otro factor relevante: el azar. Y jugó de varios modos. Sarmiento lo tuvo de su lado al comienzo. Y en un rato del segundo tiempo cuando dos pelotas en tres minutos pasaron a casi nada del grito de gol.
Sin embargo el equipo cordobés tuvo su suerte al final. Cuando parecía vencido más allá de su tenacidad, igualó con esa aparición tardía de Rafael Pérez. A mano. Con sus modos diferentes de entender el juego.
También en el cierre estuvo lo anímico: no hay nada más feo que recibir un gol sobre la hora pensarán en Sarmiento. Y exactamente lo contrario en Talleres: qué lindos son esos gritos agónicos.w