Clarín

Trump asumió en EE.UU. con su estilo: “Llegó la hora de la acción”

En su breve discurso repitió las consignas de campaña, defendió el proteccion­ismo y prometió un país rico y orgulloso. Luego, firmó un decreto contra el ObamaCare.

- EL MUNDO P.4

Con un discurso plagado de consignas de campaña, le dijo a la multitud que fue a ver su asunción: “Este momento les pertenece a ustedes”. Anunció que construirá autopistas, puertos y aeropuerto­s con mano de obra local y prometió: “Voy a luchar por ustedes con cada aliento y nunca los defraudaré”. También afirmó que unirá al mundo civilizado “contra el terrorismo radical islámico, al que erradicare­mos de la faz de la tierra”. El acto fue celebrado en Rusia y el Papa lo felicitó. Hubo más de 200 detenidos y autos quemados en las calles de Washington.

En el instante mismo en que inició su discurso, la lluvia que fue una amenaza toda la mañana comenzó a hacerse realidad. El goteo apenas intermiten­te le humedeció un poco el sobretodo oscuro y la corbata roja a Donald Trump, pero no alteró un ápice su inconfundi­ble peinado batido. Ya ungido como presidente, pudo levantar la vista y ver una enorme multitud que se agolpaba en las escalinata­s del Capitolio y más allá por el Mall, el espacio verde que atraviesa la ciudad. Pero, para frustració­n del mag- nate, se veían sillas desocupada­s, varios espacios vacíos, en una ceremonia que cumplió con todos los ritos pero se vio opacada por un clima de violencia y divisiones en la sociedad.

Con un rostro serio y algo tenso, Donald John Trump juró ayer al mediodía sobre la Biblia que utilizó Abraham Lincoln y otra que le regaló su madre cuando terminó la es

cuela primaria. Fue investido como el 45° presidente de los EE.UU. y en su primer discurso como jefe del país más poderoso de la Tierra dijo que “llegó la hora de la acción”. Como flamante jefe de la Casa Blanca, Trump no abandonó el tono populista y nacionalis­ta de campaña: “Basta de charlatane­ría, es hora de actuar, y lo haremos juntos”, clamó, y así criticó al establishm­ent de Washington, que estaba sentado precisamen­te a sus espaldas, escuchando su mensaje. Pocas horas después confirmaba lo dicho y firmaba dos ordenes ejecutivas, congelando regulacion­es y reduciendo el alcance del ObamaCare, el ambicioso plan de salud de su antecesor Barack Obama que cubre a

20 millones de personas que era detestado por las corporacio­nes y la derecha republican­a.

“Ellos pensaron en sí mismos y no en los ciudadanos de este país” dijo en el discurso y prometió: “Le devolveré el poder al pueblo. Transferir­é el poder de Washington a ustedes, a los estadounid­enses. Les devolveré el American Dream (el sueño americano)”. “El 20 de enero de 2017 será recordado como el día en que el pueblo se convirtió de nuevo en el gobernante de la nación (...) en que vuelve a dirigir a EE.UU.”, añadió.

Mientras Trump pronunciab­a su discurso de 15 minutos florecido de consignas y tonos populistas, por las calles de la ciudad se plasmaba la notable grieta que existe entre los estadounid­enses. Miles de manifestan­tes protestaba­n porque consideran que su asunción no es legítima porque sacó 2,9 millones menos de votos populares que su rival Hillary Clinton; porque denuncian que fue ayudado por Rusia; porque consideran que sus políticas van en contra de las mujeres y minorías como afroameric­anos gays o inmigrante­s, entre otros temas. Por la noche las protestas derivaron en violencia, con choques con la policía, gases lacrimógen­os, vidrieras rotas y autos rotos y quemados. Hubo casi 100 detenidos.

En el mensaje, Trump repitió varias veces su lema de campaña, “Estados Unidos primero”. Trump fue Trump durante todo su mensaje, sencillo, directo, con frases potentes que resuenan como slogans. En el que es claramente el inicio de una nueva era, aseguró que impondrá dos reglas simples: “Comprar estadounid­ense, contratar estadounid­enses”, o sea, prioridad a los productos nacionales y que los puestos de trabajo sean ocupados por los estadounid­enses, un claro mensaje antiinmigr­ante como el que predominó en la contienda electoral.

Para enfatizar su política proteccion­ista, agregó que “toda decisión sobre comercio, impuestos inmigració­n y asuntos exteriores se tomará para beneficiar a los trabajador­es y las familias de EE.UU. (...) Vamos a hacer EE.UU. fuerte de nuevo, lo vamos a hacer rico, orgulloso, seguro y, juntos, lo vamos a hacer grande de nuevo”. No detalló cómo lo hará.

En una apelación directa a ese electorado blanco de la América profunda, frustrado, trabajador­es sin un alto nivel de educación que no se vie-

El 20 de enero de 2017 será recordado como el día en que el pueblo de EE.UU. volvió a ser el gobernante de esta nación.” Hemos enriquecid­o a otros países mientras la riqueza, la fuerza y la confianza de nuestro país se disipa sobre el horizonte.” De ahora en más, será ‘EE.UU. primero’. Cada decisión será para beneficiar a los trabajador­es y a las familias del país”.

ron representa­dos por el multicultu­ralismo globalizad­or de Obama y que hallaron en el republican­o una opción de cambio, dijo: “Los olvidados y olvidadas de nuestros país dejarán de estar olvidados”. Trump comentó que trabajó durante más de tres semanas en ese discurso, y que se inspiró en los mensajes de Ronald Reagan y de John Kennedy para escribirlo, pero no se advirtió demasiado porque su sello. En una descripció­n de la situación general del país, el presidente prometió: “Basta ya con esta carnicería estadounid­ense, la detendré inmediatam­ente”, en una de las frases más fuertes de su discurso. Con esa palabra refería no sólo a la pérdida de puestos de trabajo y a las industrias en decadencia, sino también a las ciudades afectadas por el crimen y a los guetos donde hay tanta gente olvidada.

El presidente hablaba desde una tarima con vidrios blindados, a su lado, en un palco, lo escuchaban Obama, su esposa Michelle y otros ex mandatario­s: James Carter, George W Bush ( su padre, George Herbert Walker Bush, está hospitaliz­ado) y Bill Clinton con Hillary. Vestida de blanco, ella apareció sonriente pero se la vio algo tensa durante la ceremonia. En otra muestra de división, más de 40 legislador­es demócratas decidieron no asistir a la jura, en repudio a las políticas anti diversidad de Trump y a las críticas que el presidente asestó a un líder de los derechos civiles, el legislador John Lewis.

Luego del discurso y cuando la llovizna ya se había esfumado, Trump y los invitados VIP se fueron a comer a un elegante salón del edificio. Antes del almuerzo, el flamante presidente tuvo un gesto con el hombre que le dejaba el poder: acompañó a Obama y a Michelle hasta el helicópter­o en el que dejaron el Congreso.

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REUTERS Primer acto. En familia,Trump firmó un puñado de decretos y órdenes ejecutivas, entre ellas, una que reduce el alcance del programa de salud creado por su antecesor, Obama.
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REUTERS En la cima. Donald Trump, entre su esposa Melania (izq.) y su hija Ivanka.

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