EL ORIGEN DE UNA LEYENDA
Viajamos hasta Asnières, Francia, para conocer las raíces de una de las firmas de lujo con mayor prestigio a nivel global: Louis Vuitton. En este espacio, también se da vida a las creaciones más especiales de la casa.
Unos más que otros, pero todos hemos tenido a un inventor o, al menos, un innovador dentro de nosotros. ¿Quién no reformó aque- lla scooter o se inventó una portería contra la que pateó el balón de fútbol cuan- do era niño? Lo que sucede es que la mayoría de los humanos dejamos ir a ese duende buscador de solu- ciones y nos enredamos en las cosas más pedestres de la vida. Por fortuna, existen mentes y espíritus que tienen la fuerza y el privilegio de seguir adelante con sus sueños. Para 1859, uno de esos emprendedores, Louis Vuitton, ya había fundado su marca y decidió mudar su taller a Asnières, en Francia. En 1878, inclu- yó casas familiares a los predios. En este territorio, se cimentó la base de un enorme legado. Uno de aque- llos edificios resultó ser la casa de Georges Vuitton, hijo del fundador.
En días del nacimiento del Art Nouveau, Georges optó por una decoración más racional: chimenea de cerámica, paredes de estuco y toques de habano ro- sado y verde. Así ideó un espacio de paz justo al otro lado de la febril actividad del taller de su padre, du- rante los días en que Seurat recreaba la quietud del poblado en su obra Une baignade à Asnières. Pero ¿a dónde llegamos con esta historia? A los símbolos de la tradición de una gran casa en la industria del lujo. Actualmente, siguen en Asnières el taller y el Museo de Viajes que registra los nacimientos e impacto de cada hito imprescindible para la familia.
Hasta hoy, allí está, renovado y en perfecta salud, el laboratorio creativo donde se atienden los pedidos especiales y personalizados de la firma. Tras la fa- chada original, un espacio de última tecnología pone manos a la obra y apoya las creaciones que conti- núan ultimándose con las técnicas tradicionales que hacen diferente y exclusivo al universo del lujo. Aquí captan su ADN las piezas de equipaje irrepetibles, los bolsos de edición ultralimitada y el trabajo de los cueros más exóticos. El flujo de la labor se organiza en los pedidos especiales “por encargo” y los “espe- cializados”. El primer grupo se refiere a una selección de artículos de la colección permanente, los cuales son reinterpretados. Lo personalizado, por su parte, son creaciones singulares a la medida de un cliente específico. Las manos de los artesanos son las que intervienen en estas elaboraciones en las que todo es minucioso y único, desde el diseño hasta la entrega.
Entre los objetos que salen del taller de Asnières, hay elementos tan sutiles como un compartimiento especial y secreto dentro de una pieza de equipaje, especialmente creado a pedido de un cliente pecu- liar. Están también las alteraciones a objetos de la marca, por orden de sus destinatarios, en términos de materiales, colores, tal o cual excentricidad que merece ser complacida. Y entran en el anecdotario esos episodios impensa- bles, como el encargo de crear una verdadera bibliote- ca portátil y todo lo que la ima- ginación sea capaz de parir entre quienes tienen el privi- legio de poder materializar- la. Como cada objeto es una historia, entre las más me- morables de las casi 500 que se inician allí cada año, está un baúl para cama diseñado a petición del explorador Pierre Savorgnan de Brazza en 1875. También califica para la cate- goría de “curiosidades” una caja de tatuajes ideada por Scott Campbell, en 2010. Eso in- dica que la cronología no se detiene para Louis Vuitton, un hombre hecho legado, gracias a que nunca dejó escapar a ese niño inventor que lo hizo grande.