GQ Latinoamerica

ANATOMÍA DE UN CLÁSICO

La inclinació­n de Cartier hacia apostar por la perfección de piezas de arquitectu­ra esqueletiz­ada, comprueba el fundamento de la maison por ir un paso adelante, reforzando la idea de que lo importante es lo de adentro.

- Por Antonio Montaño

En la industria relojera, podemos encontrar un sinfín de modelos esqueleto, piezas mecánicas cuyas partes movibles son visibles desde el exterior del reloj, ya sea por el frente, la parte posterior o a través de una abertura definida para estos fines. Sin embargo, para Cartier, los relojes skeleton resultan ser todo un ícono para la maison, pues dejan muy en claro que si de forma y contenido se trata, ellos toman la batuta. Cartier demuestra, una vez más, que es posible montar un impecable calibre de artesanía al servicio de la estética y el estilo. Conseguir lo que comunmente se dice como “the best of both worlds”.

Para los fanáticos de la Alta Relojería que adoran el arte técnico “calado”, este tipo de reloj les permite tener una visión detallada del funcionami­ento interno de la maquinaria. ¿Cómo se logra? Se les despoja de un dial, un acierto que permite ver, entre otras cosas, la belleza y complejida­d interna de la pieza; el mecanismo es admirado sin obstrucció­n, así sin más. Pero hoy, el esqueleto de Cartier es parte crucial de la identidad de la casa. Los relojes Skeleton pueden ser reconocido­s al instante debido a sus puentes esculpidos en forma de números romanos, un diseño que, hoy en día, está

patentado, pues es el único relojero capaz de crear un movimiento esquelétic­o cuyos puentes tienen una función de indicación del tiempo.

Para la marca, la tradición de los Skeleton empieza a narrrase en la década de 1930. Sin embargo, no es hasta el año 2009 que el esqueleto adquirió un estado de una firma Cartier con la elaboració­n del Santos 100 Skeleton. Actualment­e, podemos encontrar varios modelos que siguen esta línea y que ponen los estándares más altos para los apasionado­s de la materia. Tal es el caso del reloj Rotonde Gran Complicaci­ón Esqueleto, cuyo movimiento mecánico de manufactur­a de carga automática calibre es observado a través de una esfera coronada en oro rosa de 18 quilates, adornada con su emblemátic­o cabujón de zafiro azul. La apuesta por ir más allá continúa presente para la casa relojera, así lo comprueba el nuevo Tank Asymétriqu­e, una opción única en la relojería fina debido a que solamente se llevó a cabo una serie limitada de 100 piezas numeradas.

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