SHAPING THE FUTURE
Un ejercicio de anticipar los cambios inmediatos e inminentes a los que se enfrenta el sistema del lujo. Voces expertas toman la conversación y van al cimiento de los pilares en los que hoy se necesita trabajar para pactar un nuevo orden de la industria de la moda.
En febrero pasado, las semanas de la moda FW20 de womenswear en Milán y París fueron el primer escenario que atestiguó, en tiempo real, el alcance de la acelerada evolución del Covid-19; la crisis de salud pública que tomó al mundo por sorpresa y que nos obligó a cancelar eventos masivos, detener la operación industrial y cerrar canales de venta, al grado de que fue necesaria la toma de decisiones drásticas para implementar un modelo de trabajo desde casa, que se mantiene activo al día de cierre de esta edición con una apertura parcial en algunos territorios. “Estábamos en Milán para los shows FW20, cuando comenzaron a tomar importancia los casos de Covid-19 en la región circundante de Lombardía, en Italia. Por supuesto, fue difícil aplicar el sugerido distanciamiento social, incluso en los desfiles en París que le siguieron. Muy pocas personas llevaban máscaras, algo que hoy, en retrospectiva, ¡es difícil de creer!”, me relata vía email Nicole Phelps, directora de Vogue Runway, desde su departamento en Nueva York.
En cualquier otro momento, pensar en un apocalipsis del sistema del retail y la industria de la moda tal como la conocíamos hasta principios de este año, podría haber sonado fatalista; ahora, ante el escenario global actual, es poco sorprendente. La realidad es que la salud de los organismos que manejan la industria de la moda se venía cuestionando desde hace tiempo, sobre todo su velocidad, su acercamiento sustentable y la empatía con el consumidor. Sin embargo, y a pesar de muchos jugadores de este medio, la exigencia de un cambio estructural nunca se sintió con la urgencia de hoy; los agentes que conforman y lideran este ecosistema atraviesan un riesgo inusitado de supervivencia.
Desde el punto de vista de Urbano Hidalgo, director editorial de este título, existían, previo a la pandemia, problemáticas concretas por solucionar; el verdadero significado del lujo, el impacto del consumo de moda en el medio ambiente (desde el plástico empleado en la fabricación de unos sneakers, hasta la huella ambiental de los desechos textiles o de los tintes), y en términos sociales, la manera en que las marcas de moda se comunican con las nuevas generaciones y el entendimiento de un mundo global hacia lo local sin caer en apropiación cultural y en los estereotipos, entre los más importantes.
La respuesta al cuestionamiento sobre la saturación y velocidad con la que avanzaba el negocio de la moda con más de cuatro colecciones al año y entregas cápsula cada temporada (ocho colecciones anualmente para las firmas que presentan womenswear y menswear), al desarrollo de este texto pareciera encontrar una respuesta positiva basada en la colaboración, por parte de creativos independientes, sorpresivamente, respaldada por algunos de los titanes del ecosistema. “Me parece que alcanzamos un punto sin vuelta atrás, uno que ya nos había rebasado, basado en una excesiva rotación de ropa y demasiados producto en el mercado”, apunta a distancia Karla Martínez de Salas, directora editorial de Vogue México y Latinoamérica.
La búsqueda de una perspectiva sustentable del lujo lleva mucho tiempo en la agenda de creativos, periodistas y líderes en el sector, quienes, a pesar de lo que podríamos haber descrito como resistencia al cambio, hoy, la inevitable “nueva normalidad” ha orillado a los grandes jugadores a tomar nuevas posturas. “La sostenibilidad fue, probablemente, el mayor problema que enfrentábamos previo al Covid-19”, destacó Phelps, y continúa: “La industria estaba progresando o, al menos, hablando del progreso por parte de ciertos diseñadores y empresas clave que recurrían a materiales de deadstock, reciclados o regenerados para sus colecciones, embalaje y desfiles de moda, intentando reducir su huella medioambiental. Sí, a corto plazo, la industria podría utilizar la pandemia
“HACE MUCHO, RECHACÉ EL RITMO BAJO EL QUE ESTÁBAMOS ACOSTUMBRADOS A CREAR COLECCIONES. DEJÉ DE CORRER DETRÁS DE UN SISTEMA ROTO”.
—ESTEBAN CORTÁZAR
para aliviar estos nuevos compromisos, pero no parecería suficiente. Es el largo periodo lo que hará que la sustentabilidad sea un tema mucho más crítico”, afirma Nicole Phelps.
Gucci, una de las firmas que conforman el conglomerado de lujo francés Kering, se unió recientemente a la conversación, al anunciar que su calendario de colecciones cambiaría drásticamente, presentando dos veces por año. Los nombres independientes también buscan explorar su propio ritmo en el sector. El diseñador italiano Massimo Alba, quien es conocido por el valor artesanal detrás de sus piezas y la delicada selección de materiales, comenta desde su estudio en Brera, en Milán, Italia: “La moda debe seguir el flujo de la naturaleza y las estaciones. Para mí, la carrera
por lanzar nuevos productos, disminuye el valor del lujo. Desearía que todos los conglomerados de moda entendieran esto, pues estoy seguro de que este ritmo alterno les dará a los clientes la oportunidad de apreciar el valor de un artículo y comprender el costo tangible e intangible real del lujo”. Para la diseñadora mexicana Lorena Saravia, el consumismo, en un panorama general, ya necesitaba replantearse: “Se estaban perdiendo valores de lo que significa crear una prenda”, confiesa.
La necesidad de un entorno sostenible y la exploración de un nuevo significado de lujo que el consumidor pueda abrazar, nos obliga a todos los miembros de este grupo a participar en la implementación y desarrollo de las reglas. El retail pasa por un momento decisivo en la historia del consumo; la búsqueda de nuevos canales de distribución y la conversación con su consumidor directo, sin necesidad de estar en el mismo espacio, obliga a estructurar una estrategia todo terreno. “No importa cuál sea tu sector o giro, todas las empresas tenemos que buscar alternativas de negocio, mientras abordamos los retos que implican aumentar la confianza de los clientes en las compras por internet. Es un hecho que, previo a la pandemia, y en especial a partir del 2018, el e-commerce ha sido el mayor impulsor del cambio estructural que se vive a nivel mundial, particularmente, en el comercio minorista. En el retail, así como en muchas otras industrias, tratamos de desarrollar una relación más simbiótica entre las tiendas online y físicas”, destaca Robert Hirsh, fundador de la tienda multimarca Silver Deer.
Por su parte, el diseñador colombiano Esteban Cortázar, uno de los nombres recurrentes cuando hablamos del crossover en la moda, comenta que el nuevo orden del fast fashion posterior al Covid-19, requerirá de una importante reinvención. “La mayoría de la población no puede permitirse adquirir ropa costosa, por lo que estos minoristas seguirán existiendo, pero ¿por qué no ser a un ritmo más lento, más significativo detrás de las piezas que fabrican, transparentes y ecológicas? Tienen que replantear completamente sus costumbres y volver a las raíces”, termina.
En México y Latinoamérica, la escena creativa del diseño ha avanzado bajo la construcción de un sistema socioeconómico propio, con las cualidades culturales que le han dado proyección internacional y agilidad al metabolismo del consumo de lujo en la región, dando espacio para el crecimiento del segmento. Ya sea que hablemos global o local, replantear el siguiente capítulo empieza por el consumo responsable y el valor que se le dé a cada integrante de la cadena. “Creo que la industria en México estaba tratando de alcanzar a la moda internacional. Se empezó a hablar de sustentabilidad en una escala global, pero a pasos pequeños; en mi opinión, la industria mexicana debería enfocarse en el slow fashion, no se tienen que vender un millón de unidades por temporada”, destaca Martínez de Salas.