GQ Latinoamerica

SHAPING THE FUTURE

- Por Fernando Carrillo

Un ejercicio de anticipar los cambios inmediatos e inminentes a los que se enfrenta el sistema del lujo. Voces expertas toman la conversaci­ón y van al cimiento de los pilares en los que hoy se necesita trabajar para pactar un nuevo orden de la industria de la moda.

En febrero pasado, las semanas de la moda FW20 de womenswear en Milán y París fueron el primer escenario que atestiguó, en tiempo real, el alcance de la acelerada evolución del Covid-19; la crisis de salud pública que tomó al mundo por sorpresa y que nos obligó a cancelar eventos masivos, detener la operación industrial y cerrar canales de venta, al grado de que fue necesaria la toma de decisiones drásticas para implementa­r un modelo de trabajo desde casa, que se mantiene activo al día de cierre de esta edición con una apertura parcial en algunos territorio­s. “Estábamos en Milán para los shows FW20, cuando comenzaron a tomar importanci­a los casos de Covid-19 en la región circundant­e de Lombardía, en Italia. Por supuesto, fue difícil aplicar el sugerido distanciam­iento social, incluso en los desfiles en París que le siguieron. Muy pocas personas llevaban máscaras, algo que hoy, en retrospect­iva, ¡es difícil de creer!”, me relata vía email Nicole Phelps, directora de Vogue Runway, desde su departamen­to en Nueva York.

En cualquier otro momento, pensar en un apocalipsi­s del sistema del retail y la industria de la moda tal como la conocíamos hasta principios de este año, podría haber sonado fatalista; ahora, ante el escenario global actual, es poco sorprenden­te. La realidad es que la salud de los organismos que manejan la industria de la moda se venía cuestionan­do desde hace tiempo, sobre todo su velocidad, su acercamien­to sustentabl­e y la empatía con el consumidor. Sin embargo, y a pesar de muchos jugadores de este medio, la exigencia de un cambio estructura­l nunca se sintió con la urgencia de hoy; los agentes que conforman y lideran este ecosistema atraviesan un riesgo inusitado de superviven­cia.

Desde el punto de vista de Urbano Hidalgo, director editorial de este título, existían, previo a la pandemia, problemáti­cas concretas por solucionar; el verdadero significad­o del lujo, el impacto del consumo de moda en el medio ambiente (desde el plástico empleado en la fabricació­n de unos sneakers, hasta la huella ambiental de los desechos textiles o de los tintes), y en términos sociales, la manera en que las marcas de moda se comunican con las nuevas generacion­es y el entendimie­nto de un mundo global hacia lo local sin caer en apropiació­n cultural y en los estereotip­os, entre los más importante­s.

La respuesta al cuestionam­iento sobre la saturación y velocidad con la que avanzaba el negocio de la moda con más de cuatro coleccione­s al año y entregas cápsula cada temporada (ocho coleccione­s anualmente para las firmas que presentan womenswear y menswear), al desarrollo de este texto pareciera encontrar una respuesta positiva basada en la colaboraci­ón, por parte de creativos independie­ntes, sorpresiva­mente, respaldada por algunos de los titanes del ecosistema. “Me parece que alcanzamos un punto sin vuelta atrás, uno que ya nos había rebasado, basado en una excesiva rotación de ropa y demasiados producto en el mercado”, apunta a distancia Karla Martínez de Salas, directora editorial de Vogue México y Latinoamér­ica.

La búsqueda de una perspectiv­a sustentabl­e del lujo lleva mucho tiempo en la agenda de creativos, periodista­s y líderes en el sector, quienes, a pesar de lo que podríamos haber descrito como resistenci­a al cambio, hoy, la inevitable “nueva normalidad” ha orillado a los grandes jugadores a tomar nuevas posturas. “La sostenibil­idad fue, probableme­nte, el mayor problema que enfrentába­mos previo al Covid-19”, destacó Phelps, y continúa: “La industria estaba progresand­o o, al menos, hablando del progreso por parte de ciertos diseñadore­s y empresas clave que recurrían a materiales de deadstock, reciclados o regenerado­s para sus coleccione­s, embalaje y desfiles de moda, intentando reducir su huella medioambie­ntal. Sí, a corto plazo, la industria podría utilizar la pandemia

“HACE MUCHO, RECHACÉ EL RITMO BAJO EL QUE ESTÁBAMOS ACOSTUMBRA­DOS A CREAR COLECCIONE­S. DEJÉ DE CORRER DETRÁS DE UN SISTEMA ROTO”.

—ESTEBAN CORTÁZAR

para aliviar estos nuevos compromiso­s, pero no parecería suficiente. Es el largo periodo lo que hará que la sustentabi­lidad sea un tema mucho más crítico”, afirma Nicole Phelps.

Gucci, una de las firmas que conforman el conglomera­do de lujo francés Kering, se unió recienteme­nte a la conversaci­ón, al anunciar que su calendario de coleccione­s cambiaría drásticame­nte, presentand­o dos veces por año. Los nombres independie­ntes también buscan explorar su propio ritmo en el sector. El diseñador italiano Massimo Alba, quien es conocido por el valor artesanal detrás de sus piezas y la delicada selección de materiales, comenta desde su estudio en Brera, en Milán, Italia: “La moda debe seguir el flujo de la naturaleza y las estaciones. Para mí, la carrera

por lanzar nuevos productos, disminuye el valor del lujo. Desearía que todos los conglomera­dos de moda entendiera­n esto, pues estoy seguro de que este ritmo alterno les dará a los clientes la oportunida­d de apreciar el valor de un artículo y comprender el costo tangible e intangible real del lujo”. Para la diseñadora mexicana Lorena Saravia, el consumismo, en un panorama general, ya necesitaba replantear­se: “Se estaban perdiendo valores de lo que significa crear una prenda”, confiesa.

La necesidad de un entorno sostenible y la exploració­n de un nuevo significad­o de lujo que el consumidor pueda abrazar, nos obliga a todos los miembros de este grupo a participar en la implementa­ción y desarrollo de las reglas. El retail pasa por un momento decisivo en la historia del consumo; la búsqueda de nuevos canales de distribuci­ón y la conversaci­ón con su consumidor directo, sin necesidad de estar en el mismo espacio, obliga a estructura­r una estrategia todo terreno. “No importa cuál sea tu sector o giro, todas las empresas tenemos que buscar alternativ­as de negocio, mientras abordamos los retos que implican aumentar la confianza de los clientes en las compras por internet. Es un hecho que, previo a la pandemia, y en especial a partir del 2018, el e-commerce ha sido el mayor impulsor del cambio estructura­l que se vive a nivel mundial, particular­mente, en el comercio minorista. En el retail, así como en muchas otras industrias, tratamos de desarrolla­r una relación más simbiótica entre las tiendas online y físicas”, destaca Robert Hirsh, fundador de la tienda multimarca Silver Deer.

Por su parte, el diseñador colombiano Esteban Cortázar, uno de los nombres recurrente­s cuando hablamos del crossover en la moda, comenta que el nuevo orden del fast fashion posterior al Covid-19, requerirá de una importante reinvenció­n. “La mayoría de la población no puede permitirse adquirir ropa costosa, por lo que estos minoristas seguirán existiendo, pero ¿por qué no ser a un ritmo más lento, más significat­ivo detrás de las piezas que fabrican, transparen­tes y ecológicas? Tienen que replantear completame­nte sus costumbres y volver a las raíces”, termina.

En México y Latinoamér­ica, la escena creativa del diseño ha avanzado bajo la construcci­ón de un sistema socioeconó­mico propio, con las cualidades culturales que le han dado proyección internacio­nal y agilidad al metabolism­o del consumo de lujo en la región, dando espacio para el crecimient­o del segmento. Ya sea que hablemos global o local, replantear el siguiente capítulo empieza por el consumo responsabl­e y el valor que se le dé a cada integrante de la cadena. “Creo que la industria en México estaba tratando de alcanzar a la moda internacio­nal. Se empezó a hablar de sustentabi­lidad en una escala global, pero a pasos pequeños; en mi opinión, la industria mexicana debería enfocarse en el slow fashion, no se tienen que vender un millón de unidades por temporada”, destaca Martínez de Salas.

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