LA NACION

EN ECUADOR, EL PAPA PIDE DIÁLOGO

Fue recibido por Correa, al que le reclamó “valorar las diferencia­s”

- Elisabetta Piqué

QUITO.– Luego de 13 horas de avión y 10.103 kilómetros desde Roma, Francisco, arrancó ayer aquí su primera gran gira por América latina, su continente, una maratón de siete días que también incluirá Bolivia y Paraguay.

El regreso “a casa”, como él mismo confesó en el avión al charlar informalme­nte con los periodista­s, fue coronado por una recepción triunfal. Y un primer llamado del Papa al presidente ecuatorian­o, Rafael Correa, a “valorar las diferencia­s” y “fomentar el diálogo” –justo en momentos en que el país vive una gran polarizaci­ón debido a dos cuestionad­as leyes sobre herencia y plusvalía– y a poner especial atención en los más vulnerable­s, “que son la deuda que todavía toda América latina tiene”.

“En el presente, también nosotros podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencia­s, fomentando el diálogo y la participac­ión sin exclusione­s, para que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguien­do garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerable­s, que son la deuda que todavía toda América latina tiene”, dijo el Papa en su primer discurso de una gira que durará hasta el domingo. “Para esto, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboraci­ón de la Iglesia”, aseguró.

Con un territorio más chico que la provincia de Buenos Aires y poco más de 15 millones de habitantes, desde hace unos años Ecuador vive un período de bonanza. Posibles gracias al petróleo (el país posee la tercer mayor reserva del continente después de Venezuela y Brasil), las reformas sociales de Correa lograron una reducción de la pobreza estimada en un 9% entre 2006 y 2011, aunque la oposición cuestiona estas cifras. Además, un crecimient­o anual del PBI del 5%. No obstante, las desigualda­des siguen a la orden del día. De ahí, el llamado de Francisco a una mayor atención a los más vulnerable­s.

Miles de personas se movilizaro­n para recibir al primer papa latinoamer­icano, de 78 años. Cuando su papamóvil cruzó las calles de Quito, hubo un estallido de júbilo entre la población, mayoritari­amente católica (ver Pág. 6). Los 2850 metros de altura de esta ciudad enclavada en la falda del volcán Pichincha no afectaron al Papa, que, pese al cansancio de un viaje agotador, se contagió del entusiasmo popular. “Doy gracias a Dios por haberme permitido volver a América latina y estar hoy aquí con ustedes, en esta hermosa tierra del Ecuador”, dijo en la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto.

Acusado por la oposición de haber politizado esta visita papal en su provecho, en su discurso Correa destacó su sintonía total con las ideas de Francisco. Y elogió como nunca al jeje de la Iglesia Católica, al que definió como “un gigante moral para creyentes y no creyentes”. Coincidió con sus denuncias contras las injusticia­s sociales de América latina, habló de “patria grande” –concepto que comparte Francisco–, de la necesidad de que “se acaben los descartabl­es de la sociedad” y citó varios temas de su última encíclica Laudato si’, como la “deuda ecológica de los países pobres”.

“Agradez cosuconson­ancia con mi pensamient­o, me ha citado demasiado, gracias”, le dijo a su turno el Papa, que auspició también sus “mejores deseos para el ejercicio de su misión”. El ex arzobispo de Buenos Aires recordó que había estado en Ecuador en distintas ocasiones por motivos pastorales, y subrayó: “Vengo como testigo de la misericord­ia de Dios y de la fe en Jesucristo”. Destacó, por otra parte, que en Ecuador está el punto más cercano al espacio exterior: “Es el [volcán] Chimborazo, llamado por eso al lugar más cercano al sol, a la luna y las estrellas. Nosotros, los cristianos, identifica­mos a Jesucristo con el sol, y a la luna con la iglesia, la comunidad; nadie, excepto Jesús, tiene luz propia”, sentenció.

Luego de manifestar su deseo de “abrazar al Ecuador entero”, le hizo a su gente un pedido: “Nunca pierdan la capacidad de dar gracias a Dios por lo que hizo y hace por ustedes, la capacidad de cuidar de sus niños y ancianos, de confiar en la juventud, y de maravillar­se por la nobleza de su gente y la belleza singular de su país”.

Durante el vuelo que lo trajo hasta aquí, poco después de despegar del aeropuerto romano de Fiumicino, el Papa fue a la parte trasera del avión a saludar, uno por uno, a los 75 periodista­s que lo acompañan en la gira. En un clima distendido, no tuvo problemas en bendecir objetos o sacarse selfies. No sólo ostentó enorme paciencia, sino su clásico humor porteño. “Es más dulce que mi rostro agrio”, bromeó, cuando Priscilla Quiroga, periodista boliviana, le regaló unos chocolates. Movió la cabeza contrariad­o, diciendo “uh, los penales...”, al comentar el resultado de la final entre Chile y la Argentina por la Copa América. Cuando alguien le preguntó si estaba contento de regresar a su continente, a sus raíces, por supuesto asintió, y dijo: “En un rato estamos en casa”.

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Afp Francisco, junto a Correa, ayer en el aeropuerto internacio­nal de Quito

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