LA NACION

CATALINA HORNOS CUANDO EL RESULTADO NO ES ECONÓMICO

Dedica su vida a la ayuda de quienes más lo necesitan; desde la Fundación Haciendo Camino combate la pobreza y la desnutrici­ón

- Paloma Bigio

a catalina Hornos se le guardó un lugar especial en el evento “Mujeres líderes”: en un panel exclusivo, fue la historia que cerró el encuentro y emocionó a todo el auditorio, que se lo retribuyó con un sostenido aplauso.

Hornos tiene 31 años y es psicopedag­oga recibida en la Universida­d católica argentina. preside la Fundación Haciendo camino desde 2006, con la cual inauguró el primer centro de prevención y atención de la Desnutrici­ón en añatuya, Santiago del Estero, lugar adonde una vez llegó en un viaje de orientació­n vocacional desde el barrio de recoleta y nunca más pudo dejar: sintió que había demasiada gente que necesitaba ayuda y que, luego de ver la realidad que se vivía allí, no podía volver a su vida porteña.

“no quiero quedarme en el lugar de la queja por lo que no funciona, quiero hacer lo que pueda para modificar esa realidad”, dijo y explicó por qué decidió dedicar su vida a ayudar a los que más lo necesitan.

Desde la fundación ofrece programas para acompañar a familias de bajos recursos y su función más importante es que ayuda a prevenir y revertir casos de desnutrici­ón infantil. Hornos explicó que trabajan cada caso en particular, con un equipo de trabajo que actúa como una red de contención. “Yo dejé de ver el problema general para ver los problemas de un modo particular de cada persona que ayudo: el problema para mí ya no es la desnutrici­ón infantil, el problema es el chiquito que tengo delante que hoy está desnutrido”, dijo.

Es muy distinto saber que la pobreza existe a convivir diariament­e con ella. catalina Hornos se enfrenta no sólo a problemas de desnutrici­ón, sino también a realidades muy duras, que precisan diferentes atenciones: niños que van al colegio en dos turnos porque comparten un par de zapatillas, madres que relatan que sus hijos no se acostumbra­n a los fines de semana largos, porque al no asistir al colegio no tienen qué comer; también mujeres embarazada­s en situación de riesgo social, chicos que sufrieron abuso o violencia de género.

Barreras emocionale­s

catalina tiene que enfrentar barreras emocionale­s todos los días: tras una satisfacci­ón se le interpone una frustració­n, y así sucesivame­nte. De ese modo es como se le regeneran las fuerzas para seguir con el trabajo de enfrentar, día a día, problemas de cada niño y cada madre.

cuando José Del rio, quien la entrevistó mano a mano, le preguntó quién la contiene a ella, explicó que el soporte viene desde el equipo de trabajo, ya que pasan todos por las mismas situacione­s y emociones: “nos contenemos los que trabajamos en la fundación. Somos un grupo y nos vamos ayudando unos a otros. algunos días, algunos estamos mejor y otros tienen días más difíciles, pero la fuerza se va regenerand­o, porque cuando ves los logros de los chicos, y cómo evoluciona­n, es la mayor felicidad que uno puede sentir. Ser parte de ese cambio es muy gratifican­te”.

la emprendedo­ra social tiene 33 niños bajo su guardia provisoria y ya son siete los que viven en Buenos aires con ella. Su idea es que esos chicos sientan que su familia es la de ellos. ¿planes de tener hijos biológicos? “Yo quiero formar con ellos una familia. El día de mañana quizá quiera tener hijos biológicos con mi novio, pero yo a ellos ya los siento como mi familia, incluso me dicen mamá”, contó.

“¿cuánto hay de sacrificio y cuánto de satisfacci­ón?”, se le preguntó. “para mí esos términos no son opuestos; con nuestro trabajo logramos cambiarle la vida a mucha gente”, contestó.

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Catalina Hornos

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