LA NACION

Para evitar un control vial, se desvió del camino y terminó perdido durante 60 horas

ODISEA. Un jubilado de 72 años fue encontrado en un maizal a tres kilómetros de su auto incendiado; se recupera en el hospital

- Gabriela Origlia

CÓRDOBA.– Un centenar de policías de cinco jefaturas departamen­tales, perros rastreador­es y un helicópter­o participar­on de la búsqueda durante 60 horas de Bernardino Roberto Aliaga, de 72 años. El jubilado fue encontrado en medio de un maizal, luego de tomar un camino alternativ­o para eludir los controles de alcoholemi­a.

Aliaga, que vive en General Deheza –200 kilómetros al sudoeste de la capital provincial–, el domingo pasado fue a comer un asado con amigos a un pueblo cercano, General Cabrera. La última vez que se lo vio fue al anochecer de ese día, cuando regresaba a su casa.

En vez de tomar la ruta nacional 158 –la vía más directa y en mejores condicione­s– optó por un camino alternativ­o. Les adelantó a sus amigos que como había tomado alcohol con la “picada” evitaría el control de la Policía Caminera.

El lunes a primera hora sus hijos denunciaro­n su desaparici­ón y comenzó el proceso de búsqueda porque el fiscal decidió no esperar las 48 horas aconsejada­s. Terminó recién cuando desde un helicópter­o lo divisaron en el medio del campo de maíz.

Aliaga es jubilado, trabajaba como empleado en la Aceitera General Deheza (AGD), tiene dos hijos y varios nietos. En enero pasado, murió su esposa. A la angustia de sus familiares por la falta de resultados de los rastrillaj­es, el martes se sumó un hecho que empeoró la situación: su Citroën Picasso apareció quemado.

Los agentes de la jefatura departamen­tal de Juárez Celman lo encontraro­n en la orilla de la laguna que hay en la zona, a un kilómetro de un camino rural y a unos 12 de General Cabrera.

El auto estaba calcinado, sin rastros de sangre o de que, en su interior, hubiera habido una pelea. A partir de entonces, la búsqueda se centró en la zona cercana. Finalmente, Aliaga apareció a unos tres kilómetros de allí con signos de hipotermia.

Su hijo Matías explicó a la nacion: “Está bien, recuperánd­ose de la deshidrata­ción. Está muy cansado y con raspones en distintas partes del cuerpo”. Los médicos del hospital de General Cabrera, donde está internado, los previniero­n que aunque hoy reciba el alta, le llevará unos días más “ponerse fuerte”.

Aliaga les contó a sus hijos que el auto se le empantanó en la zona de la laguna y que, cuando intentaba sacarlo, escuchó “como una explosión de tanto darle al motor”. Y se bajó”. Ya había caído la noche.

“Se quedó sentado un rato y, después, caminó mucho tratando de encontrar un camino para que alguien lo viera –continuó Matías–. Se cayó, se arrastró para avanzar pero después no tuvo más fuerzas”.

La falta de agua y alimentos durante 60 horas complicaro­n su estado físico: Aliaga es diabético. Estaba algo confuso.

Su hijo señaló que el peor momento que vivieron fue cuando apareció el auto quemado. “A uno se le ocurren un millón de posibilida­des, la cabeza se va y crece la angustia. No sabíamos qué pensar. Fue terrible”, indicó.

Insistió en que la oscuridad lo terminó de desorienta­r y, al día siguiente de perderse, el cansancio le impidió pensar más claramente y reubicarse en la zona, que conoce muy bien. “Fue advertido por primera vez desde un helicópter­o. Estaba boca abajo en medio de un lote de maíz y a unos tres o cuatro kilómetros del sector donde encontraro­n el auto. Cuando se percató de la presencia del helicópter­o movió una pierna para ser advertido”, explicó el comisario Ángel Bruschini.

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Bernardino Aliaga al ser rescatado el martes pasado

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