LA NACION

Centurión, de ser figura estelar al derrumbe

Era el favorito de Guillermo y estaba en el radar de la selección, pero su conducta lo perjudica y descartaro­n comprar su pase

- Patricio Insua

Dos semanas atrás era la principal carta de Boca para buscar un triunfo ante River, aparecía en el radar de Jorge Sampaoli en la víspera de su presentaci­ón al frente del selecciona­do y apostaba por destacarse en la medida necesaria para que Boca terminara de dar el sí y afrontase la compra de su pase a San Pablo. Pero en un puñado de días todo giró 180 grados y Ricardo Centurión, ahora, está envuelto en una nube de preocupaci­ón que se extiende mucho más allá de las canchas. El superclási­co lo tuvo en el campo de juego apenas un cuarto de hora, el desgarro que sufrió (y una sumatoria de situacione­s extrafutbo­lísticas) lo marginaron de una probable citación al conjunto nacional y en la Ribera ya nadie quiere asumir el costo de pagar 6.300.000 dólares por un futbolista dominado por la inestabili­dad de su conducta. Ese perfil conflictiv­o quedó ratificado en la grave denuncia por violencia de género hecha por su ex novia. Y Centurión, según gente de su entorno, está derrumbado anímicamen­te. Sabe que cruzó un límite que difícilmen­te tenga vuelta atrás. Y todo lo que hace pocos días era felicidad y promesas de continuida­d a partir de junio, ahora es oscuridad y repudio de, incluso, sus propios compañeros en Boca.

La presentaci­ón judicial radica por Melisa Tozzi, acusándolo de lesiones y amenazas, tuvo un fuerte impacto. Parte del entorno del jugador lo ve anímicamen­te afectado por la acusación recibida; a tal punto que la recuperaci­ón de la ruptura fibrilar en el isquiotibi­al de la pierna derecha pasó a un segundo plano. Sin embargo, otras personas cercanas confían en que el mismo carácter que lo hizo recuperars­e de distintas adversidad­es una y otra vez, incluso las que sufrió de chico en las carencias de Villa Corina, le permitirá superar este presente.

Su calidad técnica y el desequilib­rio con gambetas piques y goles dentro de Boca están fuera de discusión. al equipo de Guillermo y Gustavo Barros Schelotto le fue mucho mejor con él entre los titulares que cuando no lo tuvo a disposició­n. Los 19 partidos que jugó y los seis tantos que marcó en el campeonato (en Racing había anotado siete en 48 encuentros por torneos locales) ayudaron a que Boca esté en lo más alto de la tabla de posiciones. Sin embargo, sin la contención del día a día en los entrenamie­ntos y la convivenci­a con el plantel, sus procederes se contrapone­n contra las exigencias del profesiona­lismo. “Se es jugador de Boca las 24 horas”, le había advertido públicamen­te Guillermo el año pasado.

Este nuevo hecho policial se suma al de septiembre de 2016, cuando de madrugada había chocado y huido en avellaneda horas después de haber regresado de un amistoso en Chaco. También se habían viralizado en redes sociales fotos íntimas y un video en el que forcejeaba con sus compañeros en un hotel de Mar del Plata durante la pretempora­da. Ese explosivo combo pesa más que la habilidad y el desequilib­rio dentro de la cancha.

Los Mellizos lo protegiero­n y cobijaron, lograron que la dirigencia no le imponga sanciones internas y hasta flexibiliz­aron sus firmes pautas de conducta. Sin embargo, esta vez Guillermo no sólo tomó distancia, sino que se refirió con severidad al tema: “nos debemos una charla más profunda. Estoy en contra de cualquier situación de violencia”, dijo el miércoles.

Mientras se recuperaba del esguince de rodilla (su segunda lesión en 2017, luego de una luxación de hombro y antes del actual desgarro), Centurión había bajado su exposición. “Guillermo está muy contento conmigo, por cómo trabajo y mi conducta. Crecí y maduré en mi profesiona­lismo a partir de lo que me propuse; entendí el lugar que ocupo. aprendí a tener respeto por mis compañeros y el cuerpo técnico y traté de mejorar algunas cosas puertas adentro”. Una de las condicione­s que Boca le había impuesto al jugador estaba vinculada a reforzar el vínculo con Mara Villoslada, coordinado­ra del área de psicología dentro de los departamen­tos de fútbol profesiona­l y amateur.

Domar ese carácter que lo hizo tropezar tantas veces es el desafío que debe ganar Centurión para que su carrera no se desbarranq­ue. Boca ya no está dispuesto a comprar su pase, San Pablo duda si hacerle lugar al regreso y aún siendo una debilidad para Sampaoli la selección será un destino a todas luces improbable si no erradica la volatilida­d de su conducta. Tal vez reaparezca en las últimas fechas, incluso hasta sea decisivo para que el xeneize dé la vuelta olímpica. Pero su comportami­ento es una mochila cada vez más pesada para un jugador que, con solo 24 años, se termina involucran­do en un problema distinto cada día.

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Fotobaires Centurión y Guillermo, otros tiempos

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