Cuáles son los riesgos usuales de este tipo de práctica
Si no se cortan las ramas de forma adecuada, crece la fragilidad del ejemplar
Especialistas y vecinos que reclaman por los defectos en las podas del arbolado, señalan que se compromete la salud de los ejemplares, lo cual redunda en un deterioro de la calidad medioambiental. “Para podar correctamente un árbol hace falta tener conocimientos de biología. Si no, existe el riesgo de dañarle la corteza, lo cual puede resultar mortal”, explicó Agustín Tesio, ingeniero agrónomo y arboristas certificados por la International Society of Arboriculture.
Agregó que es preciso saber cómo ejecutar los cortes, de manera que las heridas cicatricen. En caso contrario, el árbol es pasible de quedar expuesto a hongos: “Por ejemplo, los hongos xilófagos –que comen la madera– pueden ser letales para un árbol. El daño no se ve a simple vista porque se produce por dentro y sólo es detectable con instrumentación sofisticada”.
Tesio señaló que, aunque a cada especie le corresponde un tipo de corte, en las podas porteñas casi siempre se observa una técnica: el desmoche. Es una poda drástica que busca eliminar un porcentaje muy grande de la copa con un recorte indiscriminado de ramas. Sin embargo, a cada rama cortada así con el tiempo se le desarrollarán una multitud de brotes, lo que provoca una elevada e innecesaria multiplicación de ramas.
En la acción de amparo que presentó la vecina Claudia Heras para que el gobierno cumpla con la ley de arbolado urbano, se cita a Fabio Márquez, licenciado en diseño del paisaje, especializado en espacios verdes y gestión pública: “Nuestros árboles están sometidos a una poda, que es una tala”. Luego se consigna que “la poda de ramas realizada en la mayoría de los casos pareciera alcanzar el 70% del volumen de la copa, dejando solamente la parte superior de la misma, y reduciendo de modo extremo el follaje para la fotosíntesis necesaria”.
Y se consigna que con este tipo de poda “queda descompensado el árbol al extraerle ese follaje a lo largo del tronco, dejando sólo un mínimo en su parte alta de la copa, donde queda desequilibrado mecánicamente”. Esta falta de estabilidad se agrava por el deterioro que sufren las raíces, mutiladas por trabajos de obra en veredas. Así, con las tormentas los árboles se vuelven más vulnerables y aumenta el riesgo de caídas.