LA NACION

Una cumbre alineada con todos los intereses de China

- Emily Rauhala

Trump firmó un acuerdo con Kim que a China le va a gustar. Hace años que Pekín apoya una estrategia que describe como “suspensión dual” o “congelamie­nto por congelamie­nto”. La misma pide que Corea del Norte suspenda los ensayos nucleares a cambio de una suspensión de los ejercicios militares estadounid­enses en el Sur.

“Como primer paso, China sugiere que Corea del Norte suspenda la actividad nuclear y que Estados Unidos y Corea del Sur suspendan también los ejercicios militares a gran escala”, dijo en marzo de 2017 el entonces ministro de Relaciones Exteriores de China Wang Yi. Su deseo se cumplió.

Más allá de todas las palabras rimbombant­es sobre estar haciendo historia, la noticia más destacada de Singapur es que Trump dijo que Estados Unidos suspenderá los “juegos de guerra”, que describió como “muy provocador­es”. En cuanto a lo que eso significa para China, hay que considerar dos puntos:

Primero, vale la pena advertir que la promesa de Trump no parece venir acompañada de una concesión similar del lado norcoreano. En cambio, Corea del Norte simplement­e reiteró un compromiso existente de desnuclear­ización sin especifica­r qué significa o qué implica. Esa parece ser una victoria para Kim y sus partidario­s en Pekín. En segundo lugar, al parecer Trump adoptó parte del lenguaje de China, algo que dejará encantados a los diplomátic­os de Pekín.

La presencia militar de Estados Unidos en Corea del Sur se remonta a varias décadas, y tanto Washington como Seúl han sostenido que esa presencia es indispensa­ble como factor de disuasión. Corea del Norte y China ven la presencia de las tropas norteameri­canas como un amenaza y una afrenta. En lo referido a los juegos de guerra de Estados Unidos y Corea del Sur, la palabra “provocació­n” suele ser empleada por Pyongyang o Pekín, no por Estados Unidos, y mucho menos por su presidente. Al sorprender a los surcoreano­s con el empleo de la palabra “provocador­a” para describir una posición de larga data entre Estados Unidos y Corea del Sur, es probable que Trump haya dañado sus vínculos con Seúl y que haya apuntalado su prestigio con Pekín.

En las próximas semanas China tendrá que encontrar una manera de regresar al centro de las negociacio­nes o correrá el riesgo de quedar excluida de la flamante amistad entre Trump y Kim. En el corto plazo, puede anotarse lo sucedido como una victoria.

“Los objetivos de China en la península coreana son mantener la estabilida­d, alentar la desnuclear­ización de Corea del Norte y reducir la influencia estadounid­ense”, dice Abraham Denmark, director del Centro Internacio­nal Woodrow Wilson. “Hoy Pekín logró todo lo que quería”.

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