San lorenzo, un equipo sin rebeldía que en la caída arrastró a Biaggio
Encerrado en su propio laberinto. No le encontró la vuelta San Lorenzo y la derrota ante Temperley en la definición por penales, después de empatar 1-1 de manera agónica, lo eliminó de los cuartos de final de la Copa Argentina y la caída arrastró al vacío el ciclo del técnico Claudio Biaggio, que a cada paso rendía examen. Un panorama por demás sombrío para el Ciclón, si se tiene en cuenta que en la Superliga corre desde bien atrás y también que en el mes pasado se quedó sin recorrido en la Copa Sudamericana.
San Lorenzo llegó necesitado de una victoria que revitalizara el ánimo de los jugadores y del golpeado entrenador, de un triunfo que permitiera desahogar las maldiciones guardadas desde el último domingo, cuando dejó escapar el clásico contra Racing, en Avellaneda. Pero cayó nuevamente en los vicios conocidos y acentuados de este tiempo.
¿Cómo levantar la moral y concentrarse en lo que viene? Panorama complejo el azulgrana. Con esa debilidad espiritual afrontó el compromiso. Los libritos se dejaron en casa: San Lorenzo precisaba avanzar, porque no le quedaba otra que ganar la Copa Argentina para dejar atrás un semestre flaco en cuanto a números y volumen de juego. Era la única carta que le quedaba a Biaggio, cada vez más desprotegido.
La idea de cambiar el semblante pálido que carga el equipo por otro mucho más ameno no se produjo. No encuentra una sola inyección anímica el plantel. Le falta una clara concepción colectiva, ideas e intérpretes afinados. Sufre cada uno de sus compromisos.
Mucho se le había criticado a este San Lorenzo su tarea en el segundo tiempo contra la Academia, donde pareció un equipo sin alma y que no supo controlar el clásico ni cuando ganaba 1 a 0. Y anoche volvió a caer en la liviandad y en la vulnerabilidad. Con un fútbol tibio, de pases erráticos.
Temperley resultó un justo ganador. Siempre buscó el arco rival y nunca se refugió en los alrededores del arquero Matías Castro. Mostró recursos colectivos para atacar y a los 15 minutos se puso en ventaja con un cabezazo de Ramiro Costa. En un partido que, por cierto, ganaba con total tranquilidad, con un par de situaciones muy nítidas para anotar. Lo más claro del Ciclón fue un cabezazo de Nicolás Blandi que rebotó en el travesaño.
Fue muy opaco lo del equipo de Biaggio también en el segundo tiempo. Desteñido, con referencias borrosas. Del otro lado aparecía Temperley, que viene de capa caída y con paso torcido en la primera B Nacional. Pero San Lorenzo se encontró con un rival duro en el aspecto físico, que además encontró precisión y profundidad. Con una mejoría en el nivel de juego, futbolistas con recorrido en primera como Lucas Wilchez, Leandro González y Leonardo Di Lorenzo le aportan guapeza y personalidad a la línea de ataque.
Sin la solidez de otros tiempos, San Lorenzo sufrió en cada cruce, falló en los pases y exhibió flojas actuaciones de Gonzalo Rodríguez y Franco Mussis. Si hasta Fernando Belluschi, cuyo aporte es fundamental, se enredó. Nunca ejerció de director del equipo, tejiendo lazos con sus compañeros. Desenfocado, no logró que el juego se exprese con mayor fluidez. Al estratega se lo extrañaba y se lo necesitaba fuerte, pero se marchó expulsado, tras cometer dos infracciones en 13 minutos.
Con la caída de tensión en el juego también aparecieron algunas distracciones. Tuvo una vida más luego del gol de Nicolás Blandi sobre el cierre, cuando dominaba la desesperación. Pero esta vez las manos de Nicolás Navarro no lo salvaron en los penales, como sí lo hizo Castro en Temperley.
Encontrar una estrategia, un timonel para transitar la tormenta y renovar la confianza, el próximo paso que tendrá que dar San Lorenzo. Temperley le provocó la estocada final y desató la fiesta en el Sur.
No hay más excusas, hay que asumir la responsabilidad. Si la gente está enojada, tiene razón”. nicolÁs blanDi CAPITÁN DE SAN LORENZO