La historia detrás de la canción que puso a Queen en la cima
Bohemian Rhapsody fue compuesta por Mercury y llevó muchas horas de estudio
Todo empezó en un paisaje verde inglés, entre cabañas pintorescas y animales de granja. Los miembros de Queen venían de una importante gira internacional y ya habían mostrado de qué eran capaces con tres primeros discos que les habían abierto las puertas del competitivo mundo del rock británico a fuerza de hits: Queen (“Keep Yourself Alive”), Queen II (“Seven Seas of Ryhe”), Sheer Heart Attack (“Killer Queen”).
Herefordshire fue algo así como una casa de retiro para comenzar a cranear el siguiente paso, conscientes de que debía ser consagratorio. Queen fue diseñando la evolución de su carrera así, paso a paso, estrujando sus mentes en busca del mejor sonido y la mejor canción. Por eso no es azaroso que no hayan fallado. A night at the Opera, el cuarto disco de la banda, es considerado una verdadera obra maestra en la historia del rock. Y gran parte de ese título se lo lleva la canción insignia: “Bohemian Rhapsody”, de cuya publicación ayer se cumplieron 43 años.
Freddie Mercury ya había experimentado con esquemas innovadores a la hora de componer. Aunque es muy difícil definir el estilo musical de Queen, una de sus características ha sido mezclar frases totalmente diferentes y hacerlas converger en una misma canción, como si se tratara de una sonata de varios movimientos. Componer una rapsodia parecía, en ese sentido, muy propio de la banda: la rapsodia supone un ensamble musical de diverso origen, de varias canciones sin ningún tipo de relación. “Great King Rat”, “My Fairy King” o “The March of the Black Queen”, de hecho, tienen mucho de esto, como si hubieran sido un ensayo para componer la masterpiece.
Los miembros sobrevivientes de Queen cuentan que Freddie tenía muy claro cómo debía ser la canción cuando se presentó con su propuesta. Cada uno había estado trabajando en canciones propias para ofrecer al nuevo álbum, pero quedaron maravillados con el trabajo de Mercury. “Freddie parecía que tenía todo el tema perfectamente claro en su cabeza. A todos nos intrigaba cómo iba a hacer para engarzar todos esas piezas”, dijo en una entrevista Brian May, quien tuvo a su cargo perfeccionar el contundente solo de guitarra que precede a la parte de ópera de la canción. “En general tengo todo en mi mente, escribo lo que debería hacer cada uno y ellos después lo completan”, explicaba Freddie sobre su manera de componer. “Sabía exactamente cómo quería que sonara”, agregó Roger Taylor, que tuvo que repetir cientos de veces su falsete de “Galileo” hasta alcanzar la nota que le pedía Mercury.
La grabación se realizó en los Estudios Rockfield a lo largo de tres semanas. Se completó en Londres en cuatro estudios: Wessex, Scorpion, Roundhouse y Sam East. La enorme complejidad de la composición hizo que les llevara jornadas de trabajo de entre 10 y 12 horas por día.
May recuerda hasta el día de hoy que la cinta magnetofónica quedaba transparente por grabar tantas voces superpuestas: “La gente cree que es puro cuento, pero cuando ponías la cinta delante de la luz se podía ver a través de ella. Cada vez que Freddie añadía un Galileo perdíamos algo”. Según recordó Jim Beach, quien quedó como manager de la banda desde 1978 hasta el día de hoy, “Queen tenía alquilado el estudio y estaban mezclando ‘Bohemian Rhapsody’ con Roy Thomas Baker. Era una megamezcla de veinticuatro pistas, que incluía bovinas esclavas, premezclas y ensayos para mezcla. Había que coordinar muchísimos potenciómetros, era realmente complicado. Se pasaban horas y horas intentando acertar. De repente sucede el milagro. Estaban eufóricos, a punto de celebrar, cuando se fue la luz y apareció alguien cantando el cumpleaños feliz a Freddie. Se cortó todo. Hubo que empezar de nuevo”.
La hazaña, sin embargo, no fue solamente lograr grabar una canción como esa con las limitaciones técnicas de la época. La verdadera hazaña fue conseguir que el público la conociera, en tiempos en que las radios no imponían hits de más de tres o cuatro minutos. “Bohemian Rhapsody” duraba casi seis. Esa fue la razón por la cual la discográfica no admitió que fuera la canción que se lanzara como primer single de A night at the Opera. Pero el grupo estaba convencido de que debía presentar su nuevo trabajo con ese tema. Querían cambiar las reglas del juego y sabían que tenían con qué.