LA NACION

El sorteo de la Primera Nacional: bolillas que se abren, invitacion­es a dedo y poderosos beneficiad­os

La AFA, que volvió a cambiar el reglamento como tantas veces, diagramó un certamen donde los mejores perdieron la ventaja que habían sacado en la pre-pandemia

- Alejandro Casar González

La Primera Nacional institucio­nalizó lo que llama “Torneo Transición”. En rigor, bien podría llamarse “borrón y cuenta nueva”, porque nada tiene de transición. De hecho, ni siquiera respeta el reglamento del campeonato 2019-2020, finalizado en marzo por la pandemia del coronaviru­s. En los papeles, los dos primeros de cada zona debían enfrentars­e en una final por uno de los dos ascensos. Ese beneficio les correspond­ía a Atlanta y San Martín, de Tucumán. Como la AFA decidió que “todos juegan” por subir de categoría, esa ventaja que habían ganado en la cancha al momento de pararse la pelota ya no existe más.

El torneo exprés de la segunda categoría pone en las mismas condicione­s a los ocho primeros de cada una de las zonas. Esos 16 equipos tendrán al menos dos chances de acceder a la elite. Pero arrancan todos de cero. ¿Y los 44 puntos de San Martín, de Tucumán? ¿Y los 41 de Atlanta? “Todo pasa”, como decía el anillo de Julio Grondona. En las desiertas oficinas de la AFA dicen que al torneo pre-pandemia le quedaban todavía nueve fechas y que ni tucumanos ni bohemios tenían garantizad­o el primer lugar. Por eso, la final no corre. Por eso, entonces, da igual haber sido primero que octavo.

En rigor, y para el sesudo campeonato que pergeñaron los dirigentes (¿de la AFA? ¿de la categoría?) da lo mismo incluso haber peleado por el descenso hasta el parate. La pandemia también justifica que no haya descensos. Y como, “todos juegan”, los peores equipos de la pre-pandemia ahora tendrán una chance para...subir de categoría. Es decir que la preocupaci­ón por no bajar se transforma en una ocupación para armar un buen equipo y... subir. “Gestión Tapia”, como suelen decir los amigos del presidente de la AFA.

“Hemos reflejado lo que siempre venimos diciendo: darle transparen­cia al fútbol”, dice Tapia en el predio de Ezeiza, que a esta altura es su segunda casa. Se siente mucho más cómodo ahí que en Viamonte. Un puñado de minutos más tarde, y cuando las bolillas recién empezaban a moverse en el recipiente, ¡zas! Una de ellas se abre. El papel con el numerito queda expuesto. El encargado de moverlas aleatoriam­ente hace un gesto. Acomoda el papel dentro de la esfera. Vuelve a moverlas. Hace de cuenta que no pasó nada. Luis Silva, el gerente de torneos de la AFA, hace sus mayores esfuerzos para explicar lo inexplicab­le: el mecanismo de disputa y los emparejami­entos de los equipos. Tiene un mérito insoslayab­le: lo hace en castellano. Sale la bolilla 1, que le correspond­e a Atlanta. Y el sorteo continúa. Pero está en Youtube, así que internet permite rebobinar y adelantar a destajo. A buscar: 12 minutos 18 segundos de transmisió­n.

A Tapia lo escucha un puñado de dirigentes de la divisional, muchos de los cuales lo hicieron presidente de la AFA. Están los dos de Córdoba, el de Junín, y la mayoría de los del AMBA. Paradoja: la categoría más federal del fútbol argentino no da muestras de federalism­o el día de su sorteo. Sí, se justifican en el distanciam­iento social. En las dimensione­s del lugar del evento. La pandemia, para todo.

“Hemos estado comunicado­s con todos los presidente­s. Lo que pasó, pasó”, intenta contempori­zar Marcelo Achile. Es un polifuncio­nal: vicepresid­ente de la AFA, presidente de la Mesa de la Primera Nacional y presidente de Defensores de Belgrano. Le dicen “el Tigre” y su teléfono no paró de sonar en los últimos 15 días. En sus manos estuvo la definición del formato del torneo. Achile elogia la comunicaci­ón entre los directivos, pero el grupo de Whatsapp de la categoría, que hasta hace unas semanas hervía de mensajes, de preguntas, de consultas, ahora está mudo. Ni siquiera se socializó la invitación al sorteo. Achile, en persona, llamó a algunos dirigentes.

El sorteo, por supuesto, deparó algunas ventajas comparativ­as para ciertos equipos, acostumbra­dos durante los últimos años a los guiños del destino. Primer ejemplo: Barracas Central (presidido por Matías Tapia, hijo de Chiqui) tiene cuatro partidos como local. Y viaja menos que Nueva Chicago, rival de zona y vecino porteño. Ambos tienen que ir a Santiago del Estero y a San Juan. Pero el Torito también tiene un desplazami­ento a Mendoza, para jugar con independie­nte Rivadavia. Barracas, en cambio, va a la Feliz para medirse con Alvarado. El ‘Guapo’, además, tiene cuatro partidos en el estadio Claudio Tapia. Chicago, tres en el República de Mataderos.

Mitre, de Santiago del Estero, es el club de Guillermo Raed, vicepresid­ente de la AFA y cercano a Tapia. Mitre, como Barracas, peleaba por mantenerse en la categoría hasta que la pandemia frenó todo. Mitre, como Barracas, tendrá una chance de ascender. Y cuatro partidos de local. Como Barracas.

Riestra es otro de los que esbozará una sonrisa al ver el cronograma de partidos. Comparte la zona por un ascenso con Atlético de Rafaela, San Martín, de Tucumán, y Gimnasia de Mendoza, entre otros equipos. Pero a todos ellos los recibe en su coqueto estadio del Bajo Flores, allí donde quebró la cuarentena y eso le valió un expediente en el tribunal de Disciplina. Que por ahora no tiene resolución. Mientras tanto, ahí va Riestra, uno de los favorecido­s por los cinco ascensos de un saque en la B Metropolit­ana 2018/19. Un reglamento que la AFA cambió sobre la marcha y con medio torneo jugado. Como ahora. Y como tantas otras veces.

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@afa Sorteo: el ‘tigre’ achile en el fondo, vital para el nuevo formato, junto con tapia y luis Silva, gerente de torneos en la afa

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