Aprobando alumnos
Soy profesor de filosofía desde hace más de 30 años en el nivel superior universitario y no universitario. Lamentablemente me toca padecer la obligación (que deja al descubierto el autoritarismo y la intolerancia hacia criterios profesionales plurales) de ignorar la diferencia entre lo real y lo virtual, debiendo legitimar y homologar conocimientos que no fueron realmente impartidos con aquellos que sí lo fueron, aprobar a alumnos a los que no he visto realmente, y suponer progresos cognitivos y méritos académicos que no he podido juzgar con base en observaciones reales (la RAE consigna “realidad” como antónimo de “virtualidad”). Es lamentable que estemos “obligados a considerar la nueva moneda de tan buena ley como la antigua” (Nietzsche, F.; Consideración intempestiva II, cap. 7). Y, por supuesto, es también lamentable que, paralelamente a la apertura de la casi totalidad de las actividades que habían sido suspendidas en auxilio de la disfuncionalidad del Gobierno para atender una situación sanitaria, la educación continúe en ese estado y sea manejada discrecionalmente, ya que así favorece la ignorancia y la continuidad de sus retrógrados administradores.
“Una época no se puede confabular y conjurar, para colocar a la siguiente en una situación en la que le sea completamente imposible ampliar sus conocimientos –tanto ilustres como los más diligentes–, deshacerse de sus errores y avanzar en general un paso más hacia la ilustración. Eso sería un crimen contra la naturaleza humana cuya determinación originaria consiste precisamente en ese progresar”. (Kant, I.; Respuesta a la pregunta: ¿qué es la ilustración?).
Gabriel Genise
DNI 12.927.303