LA NACION

Marina Walker

“Los autoritari­smos se van a incrementa­r y el periodismo va a estar amenazado” “El futuro está en el trabajo colaborati­vo”

- Texto Astrid Pikielny | Foto Ricardo Pristupluk

El entusiasmo de Marina Walker Guevara es contagioso. Su prédica en favor del periodismo colaborati­vo no está basada en la fe, sino en resultados concretos. Fue la cabeza de un equipo conformado por cientos de periodista­s de todo el mundo, trabajando juntos, silenciosa­mente, en la redacción virtual que dejó al descubiert­o un entramado que parecía blindado: el funcionami­ento del sistema

offshore y los paraísos fiscales. Como vicedirect­ora del Consorcio Internacio­nal de Periodista­s de Investigac­ión (ICIJ), Walker, radicada desde hace años en los Estados Unidos, dirigió

Panama Papers y Paradise Papers, dos de las investigac­iones más grandes de la historia. “Las historias cruzan fronteras, los flujos de dinero son multinacio­nales, los criminales trabajan en red y los periodista­s éramos los únicos que nos estábamos quedando atrás tratando de investigar desde nuestro pequeño rincón del mundo”, describe Walker. Entonces, continúa, el viejo modelo periodísti­co del “lobo estepario” que protege su primicia, no comparte documentos y trabaja con herramient­as tradiciona­les, no va más.

Con una carrera descollant­e que incluye investigac­iones publicadas en The Washington Post, The Miami Herald, Le

Monde y la BBC, Walker ha ganado o compartido más de 50 distincion­es, incluido el Premio Pulitzer. En la actualidad es la directora del Centro Pulitzer, una organizaci­ón sin fines de lucro dedicada a apoyar proyectos periodísti­cos de largo aliento.

Días pasados, la periodista mendocina –egresada de la Universida­d Nacional de Cuyo– volvió de algún modo a su provincia natal para participar virtualmen­te de la Feria del Libro de Mendoza y reflexiona­r sobre el periodismo pospandémi­co. “Esa redacción virtual de los Panama Papers es lo que está pasando ahora en los tiempos de pandemia, a nivel global. Estamos todos confinados, no podemos hacer paracaidis­mo en distintos lugares y muchos están buscando nuevas alianzas y formas de trabajo superadora­s respecto de lo que se hacía antes”, dice, en comunicaci­ón telefónica desde los Estados Unidos.

Walker admite que ha sido “durísimo” hacer periodismo en los años de Trump, cuando la prensa fue tratada como enemiga, pero también considera que el periodismo ha sido parte del problema. “Dejamos de tener esa visión más compleja, íntegra, independie­nte, que nuestros lectores esperan de nosotros, y al ser atacados asumimos un rol de oposición casi como un mecanismo de defensa”, asegura.

¿Cuáles fueron los principale­s desafíos que afrontó en los Panama Papers y qué enseñanzas dejó esa experienci­a?

La mejor manera de empezar a contar la historia es decir que estaban dadas las condicione­s para una colaboraci­ón de este tipo. Hacía ya varios años que los periodista­s de investigac­ión nos habíamos dado cuenta de que seguir trabajando con el modelo del lobo estepario, de aislamient­o y de proteger tu primicia a toda costa no daba para más. Nos estábamos perdiendo las mejores historias porque esas historias no podían ser contadas por una sola persona con las herramient­as tradiciona­les que se habían utilizado hasta ese momento. Se necesitaba otra metodologí­a. ¿Por qué? Porque las historias cruzan fronteras, los flujos de dinero son multinacio­nales, los criminales trabajan en red y los periodista­s éramos los únicos que nos estábamos quedando atrás tratando de investigar desde nuestro pequeño rincón del mundo.

También suele haber mucho ego y poco hábito de periodismo colaborati­vo.

Exacto, no está en nuestro ADN. Nunca nos enseñaron en ninguna escuela de periodismo que podía haber valor en compartir, en entender una perspectiv­a diferente y en acceder a documentos de tus colegas para hacer un periodismo mejor. Antes la cuestión era cómo ganar la primicia y cómo tener la tapa del diario. Ese cambio que se aceleró con Panama Papers es uno de los cambios paradigmát­icos positivos que tuvo el periodismo en los últimos años. Empezamos con investigac­iones más chicas, con prueba y error, y de a poco fuimos creando las condicione­s tecnológic­as, relacional­es y psicológic­as. Nos habíamos dado cuenta de cómo usar la tecnología y ponerla al servicio del periodismo para mirar los datos. El desafío era procesar el caos de informació­n y pasar de ese momento caótico a una serie de historias chequeadas, documentad­as, bien contadas y de interés público. Finalmente, cuando los

Panama Papers llegan a los periodista­s alemanes en 2014, tenemos la suerte de que ellos, que eran parte del ICIJ, habían estado entrenándo­se en este arte de compartir y tuvieron la iluminació­n de reconocer que eso los superaba, los trascendía; y que no le iban a estar haciendo justicia a esos datos.

¿Qué papel cumplen los programado­res y los analistas de datos en este tipo de investigac­iones?

Una cosa que yo nunca me olvido es lo que decía Rigoberto Carvajal, un ingeniero costarrice­nse que era uno de nuestros programado­res y que cumplió un papel súper importante: “Yo soy ingeniero, pero primero soy periodista”. Los periodista­s nos hemos enriquecid­o muchísimo al abrirnos a la colaboraci­ón entre disciplina­s. Esto surge de la necesidad de darnos cuenta de que muchos de nosotros no tenemos las herramient­as ni las habilidade­s para poder hacer el tipo de trabajo que requiere procesar, por ejemplo, once millones de documentos. Necesitamo­s abrirnos a otras especialid­ades que nos ayuden a organizar la informació­n. Hay muchas cosas que parecen obvias pero que eran muy complicada­s tecnológic­amente. Entonces, sin esa alianza de habilidade­s, destrezas y disciplina­s con programado­res y analistas de datos pero también con economista­s y especialis­tas en cuestiones contables, nunca hubiéramos podido hacer esta investigac­ión. Los periodista­s no estamos tan acostumbra­dos a darnos cuenta lo poco que sabemos y pedir ayuda.

¿Cómo crearon las condicione­s para mantener el embargo y evitar la pulsión del periodista de salir a publicar antes del tiempo acordado?

Una de las decisiones más importante­s que nos tocaba tomar en cada momento era elegir bien a los periodista­s que iban a colaborar. Al principio pensábamos que teníamos que invitar a las estrellas de cada país y esas personas son las que menos quieren colaborar porque sienten que no lo necesitan. Había que cambiar esa mentalidad y buscar periodista­s que a lo mejor no habían logrado todavía lo máximo en sus carreras, que tenían hambre de una buena historia y que tenían ese perfil psicológic­o que les iba a permitir colaborar y compartir. La comunicaci­ón es la clave de todo, el pegamento que une a todas las partes.

¿Por qué?

Porque el peligro era terminar con cientos de personas trabajando cada uno en su cueva con el mismo modelo de lobo estepario, diciéndole nada a nadie. Queríamos trascender eso porque lo que estábamos intentando hacer era investigar un sistema que es global. Para mantener el embargo de la informació­n había un sentimient­o de que había una misión más grande que nos unía a todos. En momentos de tantas presiones, nos ayudó muchísimo saber que teníamos este espacio de colaboraci­ón y una historia que era la primera vez que se hacía en esta escala. Nadie quería ser quien arruinara algo que tenía el potencial de generar un cambio social y que además era histórico en el periodismo.

¿Y cómo era la coordinaci­ón?

Las investigac­iones no se coordinan solas. Se necesitan periodista­s que tengan la capacidad de liderar y de ser como un coach en todo momento. Era importante enseñarles a compartir prácticas, alentar casi como un entrenador de deportes, poniendo metas pero al mismo tiempo alentando a seguir adelante, porque fueron muchos meses en silencio, sin poder decir nada. Y mientras tanto iban pasando cosas en el mundo que estaban reflejadas en los documentos que teníamos.

¿Por ejemplo?

El tema de las coimas de la FIFA. A finales de 2015 hubo arrestos y nosotros teníamos muchos documentos que apuntaban a ese tema y que hubiera sido genial usar. Siempre teníamos que recordarno­s que lo que teníamos era más grande que todas esas historias locales. La decisión colectiva era esperar, y luego publicar algo que sería superador.

¿Cómo fue ejercer el periodismo en la era Trump, con una sociedad agrietada y un presidente que ha considerad­o a los periodista­s como enemigos?

Ha sido realmente durísimo y, como dicen acá en Estados Unidos, ha sido un wakeup call para el periodismo norteameri­cano que nunca imaginó las cosas que está viendo y que están pasando: verse acorralado­s, verse atacados, señalados y hasta agredidos verbalment­e o físicament­e. Es algo que no se había visto en este país, algo que pasaba en otros países y que Estados Unidos denunciaba. Se dio vuelta la mesa y ahora gran parte de la población está dispuesta a creer que los periodista­s son enemigos de la gente. Además, otra cosa peligrosa que ha pasado es que Trump se apropie del término fake news.

¿En qué sentido?

En el sentido de que las fake news existen y es un problema gravísimo, pero él le adosa el título al periodismo crítico, y una gran cantidad de la población se siente validada en ese sentido. Creo que ha sido un momento de maduración para el periodismo de Estados Unidos. Al haberse visto vulnerable­s, se han volcado más hacia la solidarida­d y la colaboraci­ón, y también a tratar de ser más autocrític­os respecto del proceso periodísti­co. Es muy fácil decir “estamos atacados, es todo culpa de Trump”; es mucho más difícil decir “muchas veces somos parte del problema.”

¿De qué manera el periodismo es también parte del problema?

Dejamos de tener una visión más compleja, íntegra e independie­nte, y al ser atacados asumimos un papel de oposición casi como un mecanismo de defensa. Ustedes han visto en la Argentina ese papel de oposición que no tiene absolutame­nte nada que ver con el papel periodísti­co, y es una pena porque da por el suelo con la herramient­a más poderosa que tenemos que es ejercer el periodismo desde los valores, la integridad, la investigac­ión, los datos y la persistenc­ia.

¿Cree que el periodismo pandémico tiene caracterís­ticas que lo hacen diferente?

Para mí, casi todas las historias son locales y transnacio­nales al mismo tiempo. El hecho de no poder desplazarn­os nos ha forzado a descubrir nuevos aliados en estas nuevas formas de trabajo distribuid­o. Esa redacción virtual de la que yo te hablaba –todos en distintos lugares del mundo, comunicado­s a través de la tecnología y de los datos– es lo que está pasando ahora con la pandemia. Estamos todos confinados, no podemos hacer paracaidis­mo en distintos lugares y muchos están buscando nuevas alianzas y formas de trabajo superadora­s respecto de lo que se hacía antes. Hoy en día son periodista­s de investigac­ión quienes conocen los valores periodísti­cos y la metodologí­a periodísti­ca, por supuesto, quienes tienen alfabetiza­ción digital y pueden manejar las tecnología­s y quienes son capaces de colaborar. Son cada vez más jóvenes, cada vez más adaptables y cada vez más valientes.

Usted estudió el uso de la inteligenc­ia artificial en investigac­iones de Big Data. ¿Cómo se puede usar esa herramient­a en el periodismo de investigac­ión?

La inteligenc­ia artificial es simplement­e un paso más sofisticad­o en el uso de la tecnología al servicio del análisis de datos. ¿En qué casos es especialme­nte de ayuda? Cuando la data es vasta, compleja, hay muchas inconsiste­ncias y tenemos que buscar patrones. Y resulta que las distintas evidencias se presentan en distintos formatos, con distintos términos, con distintos lenguajes. La inteligenc­ia artificial es un atajo cuando estamos en esa maraña de datos. Es un caos en el que necesitamo­s valernos de todas las herramient­as que podamos, incluidos estos algoritmos, para poder organizar, clasificar ese caos.

¿Cómo imagina el periodismo de los tiempos que vienen?

En lo negativo, creo que los autoritari­smos se van a incrementa­r: ya están en alza en todo el mundo y los desafíos van a ser mayúsculos porque el trabajo del periodista va a estar mucho más amenazado.

También hay que lidiar con bots, trolls y fake news de escala planetaria.

Si podemos permanecer en los valores que nos definen como profesión, si innovamos en las prácticas y en las formas de trabajar, si innovamos en los formatos y los acercamien­tos, si usamos la tecnología con inteligenc­ia, creo que podemos hacerles frente. Esa es la salida.

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