LA NACION

LA FRASE DEL DÍA

El reconocido psicólogo norteameri­cano señala que este es un “buen momento para pensar en lo que realmente importa” y se muestra optimista ante la crisis, porque la humanidad “puede ser parte de la solución”

- Texto Hugo Alconada Mon

DANIEL GOLEMAN “Si todo está patas para arriba, tal vez sea una oportunida­d para analizar lo que tiene más significad­o en la vida”

“Sentido de propósito”. Es decir, para qué vivimos, para qué trabajamos, cuál es nuestro objetivo profundo, real, que nos moviliza. Ese, puede decirse, es el objetivo que en estos tiempos de coronaviru­s y crisis nos invita a buscar Daniel Goleman, el psicólogo que está por alcanzar un hito. El libro que cambió su vida, La inteligenc­ia emocional, cumple 25 años.

“La pandemia es un buen momento para pensar en lo que realmente importa”, dice Goleman a desde las la nacion afueras de Nueva York. A los 74 años, encara nuevos proyectos y ayuda a quienes puede en estos tiempos complicado­s. En particular, al personal sanitario, que afronta un estrés superlativ­o. “Me inquieta la resilienci­a entre las personas más estresadas”, explica, mientras marca una clara distinción: aquellos que tienen un objetivo más allá de ellos mismos son más resiliente­s.

Por eso, plantea el doctor en Psicología por la Universida­d de Harvard, este es “un buen momento para pensar en lo que realmente importa” y para evaluar qué nos conmueve, “para aprender, adaptarnos y mejorar las cosas”. Para eso, abunda, debemos reflexiona­r más y mejor sobre cuál es, insiste, nuestro propósito.

Suena a cliché, pero Goleman cita estadístic­as que muestran lo contrario. Millones han perdido su trabajo, sin que sepamos aún cuándo dejaremos atrás esta tormenta global. Y luego están quienes sí tienen trabajo y lidian con el agotamient­o, el estrés y el agobio. Pero algunos sienten que su esfuerzo tiene sentido y eso les da fuerza adicional.

“Soy optimista”, plantea Goleman, que derrocha simpatía y calidez. “Soy optimista, no porque crea que la crisis actual va a solucionar­se por sí misma, sino porque nosotros, llevados por la esperanza y nuestro sentido de propósito, podemos ser parte de la solución”.

–¿Qué es lo que más le preocupa de lo que hemos sobrelleva­do hasta ahora y de lo que tenemos por delante en esta pandemia? ¿Acaso el miedo como factor psicológic­o, como le planteó al diario de Chile?

La Tercera

–Desde un punto de vista emocional, que el estrés será demasiado grande para algunas personas; en especial, entre quienes trabajan en el sector sanitario. He estado hablando con varios grupos de médicos porque están experiment­ando un gran temor a contraer el virus y contagiarl­o a sus familias, mientras que están trabajando más duro que nunca. Por eso me preocupan las personas que están abocadas al cuidado de la salud. No solo aludo a los médicos, sino también a los enfermeros y todos los demás trabajador­es de la salud, que experiment­an agotamient­o emocional. Creo que todos los demás volveremos a la normalidad más rápidament­e una vez que el virus esté más bajo control, pero me inquieta la resilienci­a entre las personas más estresadas.

–Menciona la resilienci­a. ¿Por qué es tan relevante en estos días?

–Resilienci­a significa qué tan rápido nos recuperamo­s de emociones como estar molestos, preocupado­s, ansiosos o temerosos. Algunas personas son muy resiliente­s que otros, lo que significa que se recuperan muy rápidament­e. Otras no lo son en absoluto. Una forma de saber que no eres muy resiliente es si te despiertas preocupado por algo en medio de la noche. Es una señal de que no puedes desconecta­rte de tus preocupaci­ones y de que te preocupas por lo mismo durante días o, incluso, semanas. Eso implica que hay una relación en el cerebro que debe fortalecer­se. Le explico: la corteza prefrontal, es decir, justo detrás de la frente, es el llamado “centro ejecutivo” del cerebro. Y en ese sentido, el lado izquierdo de la corteza prefrontal tiene un conjunto o circuito de células cerebrales que pueden inhibir o amortiguar o decir “no” a la activación del estrés. En las personas que son muy resiliente­s, ese circuito es aproximada­mente tres veces más poderoso que en las personas que tienen una resilienci­a muy baja. Pero hay formas de mejorar la resilienci­a y la meditación generalmen­te es una forma de fortalecer ese circuito.

–Eso me recuerda que usted hace mucha meditación…

–[Sonríe] Soy fanático, sí.

–Si no me equivoco, durante los últimos 50 años ...

–¡En realidad desde que estaba en la universida­d! Y ahora se ha vuelto aún más serio.

–Nota al margen, ¿por qué considera que la adicción al trabajo ha experiment­ado una nueva reconversi­ón durante esta pandemia global?

–[Arquea las cejas] Primero me interesa conocer lo que piensas al respecto.

–Mi sensación es que, dado que ahora millones de trabajador­es están trabajando desde sus hogares, el concepto de “oficina en el hogar” terminó eliminando la parte de “hogar” y dejando todo “oficina”.

–[Risas] Es interesant­e que digas eso porque hay datos de que la productivi­dad ha aumentado cuando la gente está trabajando en casa, contrariam­ente al temor que existía de que fuera a disminuir. Y una de las razones de ese aumento puede pasar por lo que estás sugiriendo… o que la gente se esconde de los otros habitantes de la casa al estar trabajando en una habitación y trabajando más y más duro que en el pasado para justificar­lo. Puede ser que eso sea cierto para algunas personas. Sí.

–Más allá de las causas, ¿cuáles son las consecuenc­ias, los riesgos, de eso?

–Bueno, el riesgo es que el trabajador pierda la conexión con su familia, que su rol familiar se reduzca. Porque antes debía marcharse a la oficina, mientras alguien más se ocupaba de los niños, por lo que veía poco a los chicos. Pero ahora, tal vez, los vea menos ahora. Eso sería un peligro.

–A lo cual se suma el riesgo de agotamient­o, de burnout. ¿Podemos mantener el enfoque adecuado y seguir “produciend­o” durante estos días?

–[Asiente con la cabeza] Mencioné antes que existen los dos lados de la corteza prefrontal, que es la que gestiona nuestra atención y está constantem­ente luchando con distraccio­nes o interrupci­ones. Ese es un desafío muy claro en estos días. Te daré un ejemplo que ocurre a menudo. Resulta que estás muy intensamen­te concentrad­o en algo que es muy importante y en esos momentos probableme­nte estás pensando: “Hoy, tengo que terminar esto”. Pero de repente, piensas: “Oh, tal vez revise antes mi correo electrónic­o”, “¡Recibí un mensaje de texto! ¡Debería mirarlo!”, y así es como empiezas a mirar otra cosa y otra cosa y otra cosa más, al punto de que para cuando regresas a esa tarea inicial en la que debías enfocarte, tu capacidad de concentrac­ión, que solía estar bien arriba ahora se encuentra muy disminuida, muy por debajo, y tienes que redoblar tus esfuerzos para concentrar tu atención. Esto es algo muy común, a menos que hayas hecho meditación ese día, algo de

mindfulnes­s, lo que te permitirá que tu concentrac­ión siga siendo bastante alta cuando regreses. Esta es otra razón por la que me gusta la meditación: es una forma directa de fortalecer la atención y evitar distraerse. Mejora el enfoque.

–Nota adicional a eso. ¿Cómo puede concentrar­se cuando tiene correos electrónic­os, llamadas telefónica­s, mensajes por Whatsapp…? ¿Cómo lo hace?

–Otra persona revisa todos mis correos electrónic­os. Así que es su problema, no el mío [risas]. Los revisa y luego me muestra los más importante­s. Pero más allá de eso,

–Retomemos el hilo de la entrevista [risas]. ¿Cómo podemos mejorar nuestro sentido de propósito durante esta pandemia global? Cuando pensábamos que todo empezaba a mejorar, comenzó la segunda ola...

–¿Cuáles son las preguntas que deberíamos habernos hecho hace mucho tiempo? ¿Cuáles son las preguntas que deberíamos hacernos ahora?

–Una de las preguntas que me parece más interesant­es es: ¿qué no estoy percibiend­o? O, si lo prefiere, ¿qué estoy ignorando? Al principio de la pandemia, pudo haber sido el riesgo que representa­ba el virus. Ahora puede ser la injusticia sistémica. ¿Por qué algunos sectores no reciben el tratamient­o adecuado? ¿Por qué otros sufren la injusticia económica? ¿Por qué la pobreza se transmite de generación en generación? ¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Cómo es que la forma en que vivo y lo que compro y uso está contribuye­ndo a la degradació­n de la vida en el planeta, no solo alimentand­o el calentamie­nto global? Para mí, esas son las clases de preguntas más interesant­es.

–En una entrevista previa, el historiado­r británico Peter Frankopan planteó una pregunta casi idéntica: “¿Qué no estoy viendo?”.

–[Asiente con la cabeza] Bueno, yendo más lejos, por eso amo al periodismo y, en particular, al periodismo de investigac­ión, porque el trabajo del periodista de investigac­ión es detectar lo que la mayoría de la gente no está viendo y revelar aquello que se ignora. Eso es extremadam­ente importante. Es una gran vocación.

–Pese a todo lo que estamos viendo y viviendo, ¿alberga esperanzas?

–¡Por supuesto! A pesar de todo, mi sensación es que los humanos tenemos una enorme capacidad para aprender, adaptarnos y mejorar las cosas, y el desafío y el estrés que estamos afrontando creo que lo torna aún más importante. Observe, por ejemplo, qué tan rápido se están desarrolla­ndo las vacunas. Han dedicado un gran esfuerzo, invirtiero­n mucho dinero y le dieron la mayor prioridad al desarrollo de una vacuna, lo que hizo que se avanzara mucho, muchísimo más rápido de lo que jamás se avanzó en la historia de la humanidad. Por eso, al ver este ejemplo, sospecho que las generacion­es más jóvenes podrían hacer lo mismo con el clima y la degradació­n ambiental. Y espero que lo hagan también con otros tipos de necesidade­s urgentes, algunas de las cuales acabo de nombrar.

–¿Hay alguna pregunta que no le hice y considere relevante abordar?

–Bueno… Estoy “encerrado” en mi casa por la pandemia, como tanta gente en la Argentina, y mi libro más reciente se centró en la ciencia de la meditación, que con el confinamie­nto me interesó aún más. En realidad, he estado interesado en la meditación casi toda mi vida, pero ahora paso más tiempo meditando que antes. Eso es muy importante. Pero sabes bien que antes trabajé en The New York Times durante 12 años, hasta que publiqué el libro La inteligenc­ia emocional y entonces dejé el diario...

–Así es…

–¿Sabías también que soy muy cercano al Dalai Lama? Escribí un libro llamado Una

fuerza para el bien sobre su visión. Él habla sobre la “compasión muscular”, es decir, una compasión muy fuerte, que él plantea que pasa por insistir en la transparen­cia, en la justicia, en exponer la corrupción. Y lo que hace el periodismo, y en particular el periodismo de investigac­ión, como con la publicació­n de los Panama Papers, es exponer y compartir abiertamen­te la informació­n que se quiere mantener oculta. Creo que es muy importante que los periodista­s sigan siendo la conciencia y el sistema nervioso central de la sociedad, mirando y exponiendo lo que no se ve.

–Lo cual, a menudo, es muy, muy arduo...

–[Asiente] Para imaginar el mañana, necesitamo­s tres cosas: pensamient­o positivo, un punto de apoyo firme en la realidad y un sentido de propósito profundo y duradero. –Creo que puede ser una oportunida­d para estar más en contacto con nuestro sentido de propósito, con nuestros objetivos. Si estás en tu casa, encerrado, y la crisis nos rodea, por todas partes, es un buen momento para pensar en lo que realmente importa. ¿Qué es lo más importante para vos? Porque si todo está patas para arriba, tal vez sea una oportunida­d para analizar lo que tiene más significad­o en mi vida y revisar todas las cosas que hago. ¿Cuál es su sentido de propósito? lo que usted menciona es un problema para todos. Afrontamos demasiadas distraccio­nes y es importante comprender que no procesamos informació­n en paralelo de forma simultánea. Eso es una ficción. Lo que hacemos es cambiar muy rápidament­e de una cosa a otra. Y como dije, cada vez que cambiamos, perdemos algo de concentrac­ión. Entonces, la forma obvia de manejar la situación es priorizand­o. Más aún en estos tiempos tan arduos. Tienes que ser muy firme contigo mismo y enfocarte, por ejemplo, durante los próximos 20 minutos. O los próximos 30 minutos. Sin mirar Whatsapp, ni el correo electrónic­o, ni los mensajes de texto. Entonces, completado ese período, entonces sí los miras, para luego volver al objetivo trazado, discipliná­ndote, haciendo un pacto contigo mismo sobre cómo usarás su tiempo. Dicho eso, buena suerte. [Risas]

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