Falta de coraje
Los medios de comunicación en todas sus formas expresan con claridad la patología que sufre la República y que se resume en el siguiente pensamiento: no se puede gastar más de lo que se gana y si se exige más de la cuenta al que produce, se corre el riesgo de que produzca menos, deje de producir o se vaya a producir a otra parte. Uno se pregunta entonces cuál es la herramienta para curar esa patología; también los medios informan de muchísimas. Pero hay un elemento que no se exterioriza en forma y que torna viables o eficaces esos remedios: el coraje, entendiendo por tal el valor y la decisión para acometer una acción.
Las primeras medidas que apuntan al deseado equilibrio fiscal no son precisamente corajudas: un cambio en la fórmula de actualización de las jubilaciones, sector que no tiene ningún recurso para obtener el reconocimiento de sus derechos, y que se traduce en una merma en los beneficios de los jubilados, es lo opuesto al coraje; postergar la debida remuneración a los trabajadores de la salud, que sus deberes frente a la emergencia los limita en sus reclamos, también es lo opuesto al coraje. no se advierte valor para enfrentar las verdaderas causas de la patología: vaya como ejemplo la de un gasto público insostenible, un régimen laboral imposible de afrontar y que genera un trabajo marginal de una magnitud asombrosa, por citar algunos ejemplos. Se necesita coraje para tomar las medidas genuinas que nos curen de la patología que desde hace más de 70 años ha llevado a la República argentina de ser uno de los países más ricos de mundo a la vereda opuesta. Estamos cada vez más pobres y, en tanto, quienes voluntariamente han asumido la conducción de la República demuestran no estar dispuestos al coraje.
Juan Pablo Chevallier-boutell jcheva1001@gmail.com