El film sobre la trama de Umberto Eco en la Edad Media: un clásico por partida doble
Un palimpsesto de la novela de Umberto Eco”. Así se presenta El nombre de la rosa, de Jean-jacques Annaud. No como una adaptación ni como un film inspirado en la obra del escritor y especialista en semiótica italiano. La declaración tiene algo de ingenio, un guiño al espíritu de la novela, pero también es un descargo. Uno que, tal vez, valga para todas las adaptaciones cinematográficas: se trata de borrar el viejo texto para volver a escribir encima de él. La versión fílmica del libro se concentra en la trama detectivesca. En pleno siglo XIV, el monje franciscano William de Baskerville (Sean Connery) y su discípulo Adso (Christian Slater), cumplen con sus papeles de Sherlock Holmes y Watson en la investigación de una serie de crímenes en una abadía benedictina en Italia. La pesquisa es central pero también funciona como excusa narrativa. Tentando al espectador con la simple curiosidad de saber quién cometió los asesinatos y por qué, se lo expone a un abanico de temas filosóficos y religiosos, además de múltiples referencias literarias.
La exhaustiva recreación de la Edad Media de la novela histórica tiene su correlato en la película, que representa a la época de forma visceral, con tendencia hacia lo grotesco. Pero más allá de la detallista representación visual del pasado, son los temas centrales del film los que incitan a la labor historiográfica de mirar hacia atrás para entender el presente. Lo que está en juego a cada momento es la verdad y la discusión de tópicos tan actuales como los fanatismos y el desprecio al conocimiento, confrontados al apego a la razón y el afán por aprender. Disponible en HBO Go