Los códigos carcelarios y una condena por apuñalar a dos presos
Cristian Matwis recibió una pena de dos años de prisión por un incidente ocurrido en 2013, en la U4.
Jorge Hernán Gómez Pino le dijo al juez que no se acordaba nada de lo sucedido y que tampoco podía identificar al preso que hace cinco años le aplicó tres puñaladas, durante una violenta pelea en el penal de Villa Floresta.
Pese a que estuvo en riesgo su vida, los denominados códigos carcelarios lo habrían llevado a guardar silencio y hacer de cuenta que nada ocurrió.
Lo mismo sucedió con su hermano Diego, quien recibió algunos cortes al salir en su defensa y también mencionó no recordar lo sucedido.
El hombre, quien falleció y se incorporó su declaración en la causa, admitió en aquel momento que había resulta- do lastimado en la espalda, pero afirmó que no sabía cómo lo habían lesionado.
Pese a esto, las declaraciones de los efectivos del Servicio Penitenciario Bonaerense resultaron decisivas para que el juez en lo Correccional Nº 1, José Luis Ares, condenara por el hecho a Cristian Antonio Matwis Maitía y le impusiera una pena de dos años de prisión.
En su fallo el magistrado indicó que, en coincidencia con lo expuesto por la fiscalía, las actitudes de las víctimas se debieron a "inefables códigos carcelarios de omertá (código de honor siciliano)".
Explicó que muchas veces esa "falta de colaboración" lleva a la impunidad, aunque en este caso esa falencia "no quita ni pone al sólido plexo probatorio de cargo".
De esa forma, Ares halló probado que el 29 de julio de 2013, alrededor de las 16.30, en inmediaciones del sector de la escuela de la Unidad Pe- nal Nº 4, el procesado utilizó una púa de fabricación casera para apuñalar a los hermanos Gómez Pino.
Jorge Hernán recibió heri- das en la zona pulmonar, por lo que permaneció internado en el Hospital Municipal en estado reservado.
Un guardiacárcel que se encontraba vigilando el sector de la cancha del penal pudo observar el momento en el que Matwis (actualmente detenido en la cárcel de Sierra Chica) atacó a las víctimas en una escalera que lleva a la escuela.
Reaccionó y logró reducir al agresor, evitando que el desenlace resultara fatal.
Dijo que el acusado tenía una púa de unos 10 centímetros de largo, la que se encontraba envuelta en un pedazo de tela.
Si bien no pudo ver el ataque, el encargado de turno relató que gracias a la actitud del efectivo "Gómez Pino no perdió la vida".
Incluso, sostuvo que el uniformado se apartó del protocolo establecido para intervenir en la pelea, poniendo en riesgo su integridad física.
Finalmente, el magistrado consideró "claros, contundentes y convincentes" los testimonios que lo llevaron a decretar la responsabilidad del imputado en los hechos investigados.