Regasificador: un riesgo provisorio que ya lleva ocho años
El expresidente del Banco Central, Aldo Pirganelli, volvió a meter el dedo en la llaga de una preocupación local: “Los barcos que vienen con gas son una verdadera bomba de tiempo. Si estallan, desaparecen Bahía Blanca o Campana (por Escobar)”, dijo en el programa Animales sueltos. Cuánto hay de cierto en esta afirmación que desmienten los actores del proceso industrial es un tema de debate. Hay protocolos internacionales de seguridad, bibliografía y opiniones expertas en todos lo sentidos. Lo cierto es que los buques metaneros eran una solución provisoria que parece extender sus riesgos más allá de lo previsto.
Si bien desde hace años los bahienses viven con la incertidumbre en torno a qué podría pasar si un grave accidente ocu- rriera en el regasificador amarrado en los muelles locales, fue Aldo Pignanelli, ex presidente del Banco Central en 2002, quien, el pasado lunes, volvió a poner el dedo en la llaga sobre un tema que hace a la seguridad de miles de personas.
“Los barcos que vienen con gas son una verdadera bomba de tiempo si estallan, desaparecen Bahía Blanca o Campana (por Escobar) …”, dijo en el programa “Animales Sueltos”, que conduce Alejandro Fantino. La apreciación, temeraria para algunos y oportuna para otros, volvió a plantear un tema que eriza la piel y que, más allá de las certezas que expongan los actores vinculados con este proceso industrial, siempre merece ser puesto sobre el tapete, debatido y analizado.
La coyuntura obliga a dejar de lado todo apasionamiento y buscar la opinión de profesionales ajenos a la polémica que mantuvieron y siguen manteniendo desde 2008 en el caso local y desde 2010, en Escobar, vecinos y entidades ambientalistas contra funcionarios y técnicos del gobierno o de las empresas involucradas en el negocio de importar gas natural licuado (GNL) por barco , regasificarlo en otros buques con insta-
¿Temerario u oportuno?
laciones especiales que lo pasan a estado gaseoso, y luego enviarlo convertido en gas natural a los consumidores del país mediante grandes gasoductos.
La opinión de Emilio Apud
Uno de los especialistas más capacitados para hablar del tema ha sido y sigue siendo el ingeniero Emilio Apud, ex secretario de Energía de la Nación durante el gobierno de Fernando de la Rúa, quien si bien ahora ocupa un cargo de director en YPF, empresa a cargo del proceso industrial descripto arriba, siempre ha tenido una opinión técnica alejada de apasionamientos y basada en extensa documentación.
Su postura ha venido girando en torno a la conveniencia, por cuestiones de seguridad, de reemplazar los buques regasificadores por plantas regasificadoras en tierra, a su entender mucho más confiables.
Apud se basa en que las normas internacionales vigentes establecen, también, ciertas distancias a los lugares poblados o de actividad económica, sobre todo porque en caso de un accidente, la explosión abarcaría un radio de unos 10 kilómetros.
Esto está fijado por las normas internacionales, en especial por la Society of International Gas Tanker and Terminal Operators (SIGTTO), donde en la parte referida a la localización de plantas de regasificación y los riesgos se especifican las distancias y las características que tiene que tener el desembarco de GNL pasado a gas natural.
Las distancias seguras
En tal sentido, para el caso de ignición de un derrame de GNL en el agua se aconseja estar alejados a una distancia de 9 kilómetros a la redonda de lugares habitados, mientras que para una emergencia con riesgo de explosión del buque metanero, se exige una salida rápida hacia alta mar ya que la onda puede afectar de distinta manera hasta un radio de 40 kilómetros.
En Bahía Blanca la planta de Profertil se encuentra a 400 metros del regasificador, la de Solvay Indupa a 1.000, la de Dow a 1.500 y la refinería de Loma Paraguaya a 4.700 metros, mientras que entre las poblaciones más cercanas se destacan Ingeniero White (1.700 metros), el barrio 26 de Septiembre (2.000 metros) y Villa Rosas (4.200). La plaza Rivadavia está a 8 kilómetros de distancia, Palihue a 9,9, el Parque de Mayo a 10 y el Hospital Penna a 8 kilómetros.
Hace tres años, cuando desde este diario se le preguntó si las instalaciones locales eran peligrosas, Apud respondió:
"La pregunta es difícil en el sentido de que tenemos que confiar en la normas internacionales y, si en las normas internacionales se considera que son riesgosas... Ahí hay mucha experiencia y muchos estudios. Nosotros somos nuevos en el tema y las normas hablan de que no conviene el uso de buques regasificadores o el ship to
ship (barco a barco). Dicen que hacen falta distancias mínimas de cualquier centro y otra serie de cosas”
Incluso unos meses atrás, cuando se le preguntó si seguía pensando igual en cuanto a mantener distancias de 9 y 40 kilómetros para estar a salvo en caso de accidentes graves, el especialista respondió:
“Totalmente. No he evaluado la mejor ubicación, aunque si hay que hacerlo deberá estar bien hecho porque durante 10 años más se va a seguir importando GNL. Lo mejor sería el regasificador con un muelle en el medio, que no sea un barco a barco, sino barco a tierra. Bahía es un buen lugar, a lo mejor no donde está amarrado ahora el buque, pero por la zona puede ser. De todas formas, debe ser con salida rápida al mar por si surge algún problema”.
Si bien existe bibliografía más que abundante en torno a la peligrosidad o no del GNL y mientras algunas describen numerosos accidentes (el último de gran importancia fue en 2004, en Argelia, con 22 muertos) y otras los minimizan, conviene tener en cuenta otros elementos que por sí solos pueden aportar algunos indicios claves.
Por ejemplo, como sostiene Apud, British Gas, empresa que posee la flota de metaneros más grande del mundo y plantas regasificadoras en varias partes del planeta, prohíbe el ‘ship to ship’ o transferencia de gas líquido de un barco a otro barco como se realiza en Bahía Blanca y Escobar, al no reunir las condiciones de seguridad es-
tablecidas en las normas internacionales.
Incluso, sin ir más lejos, y sin ánimo de crear alarma de manera injustificada, en septiembre de 2011 la secretaría de Energía de la Nación reconoció como “peligrosa” cualquier zona de operación de buques de GNL donde se realizan actividades de regasificación y mediante varios documentos publicados en Internet (algunos de ellos hoy ya no pueden consultarse), mencionó la existencia de dos zonas de riesgo en cada muelle donde se realice un proceso de regasificación. Una es el área donde efectivamente existe el riesgo de una atmósfera explosiva durante la operación y la otra es aquella donde podría presentarse una atmósfera explosiva en el ca- so de producirse alguna desviación de las condiciones normales de operación.
Si bien suele sostenerse que todo se desarrolla de acuerdo con las más estrictas normas de seguridad en la materia, el regasificador local vino operando en la zona de Cangrejales, durante al menos cuatro años (20082012), con permisos precarios y manuales de procedimientos privados que encarecían los seguros operativos ambientales.
La situación mejoró, al menos en los papeles, mediante la resolución 338 de la secretaría nacional de Energía que en 2012 fijó pautas concretas para el suministro y la comercialización del GNL. Por ejemplo, con esa normativa, los buques operados por ENARSA e YPF tienen que certificar anualmente que cumplen con los estándares de seguridad internacionales.
Esto bien puede demostrar que más allá de las urgencias energéticas del país, durante el anterior gobierno nacional primó el interés de algunos pocos por acceder rápidamente al multimillonario negocio del GNL y no la seguridad de la miles de personas en Bahía Blanca y Escobar.
Hoy los buques que iban a venir de forma provisoria llegaron para quedarse varios años más, lo que obliga a pensar en la necesidad de construir una planta regasificadora en tierra y en un lugar seguro.
Es cierto, las chances de un accidente pueden ser mínimas, pero en marzo pasado se cumplieron 31 años de la explosión del silo 5 de Ingeniero White, un hecho donde murieron 22 personas y que sigue invitando a la búsqueda de las máximas condiciones de seguridad posibles, más allá de las urgencias nacionales o de los negocios. m