Las cantinitas de White, con un destino cada vez más incierto
La comuna puso en valor a la calle Guillermo Torres y eso potenciaría a los pintorescos locales. Sin embargo, no está claro si recuperarán brillo.
POR EL MOMENTO, SIGUEN CERRADAS Mario Minervino
A casi 20 años de inauguradas, en septiembre de 1997, con su singular presencia en el paisaje urbano y claramente reconocidas por quienes concurren a Ingeniero White, las "cantinitas" propiedad de la Municipalidad se mantienen cerradas y en prinicipio lejos de una posible reactivación.
Con la reciente puesta en valor de calle Guillermo Torres --se ampliaron sus veredas y se mejoró de manera notable su equipamiento urbano--, estas construcciones pasaron a tener una nueva "visibilidad" como potencial punto gastronómico, aunque su estado general no es claro y es difícil aventurar si resulta factible una reapertura.
Con su habitual hermetismo, desde la Secretaría de Infraestructura de la comuna simplemente se manifestó que existe "una inquietud" por considerar el estado edilicio de las mismas y realizar un diagnóstico de situación, aunque no es claro de qué área de la comuna dependería su puesta en operatividad.
Desde el área del Instituto Cultural, Ricardo Margo mencionó no tener relación directa con el tema, aunque manifestó su idea personal de que lo ideal sería pensar en su tercerización --entregarlas al manejo de particulares--, con el cobro de un canon que podría destinarse a entidades de bien público.
También habría que resolver qué tipo de servicios prestaría, de modo de no afectar el funcionamiento de comercios similares que ya se encuentran en el lugar.
En septiembre de 1997 el entonces intendente Jaime Linares dio el visto bueno para la construcción de los tres módulos al que se mencionó como "cantinitas", siguiendo las líneas de la arquitectura popular whitense.
Las unidades fueron pensadas para difundir las comidas tradicionales --dos de ellas-- y ser atendidas por expertos en el tema.
Se pintaron de colores vivos --rojo, verde, amarillo y azul--, se construyeron con estructura de hierro, cierre de chapa y techos a cuatro aguas.
Dos módulos albergan cantinas y el tercero, el del centro, se pensó para la exposición y venta de artesanías.
Cada una tiene una superficie de 49 metros cuadrados y, se estima, permiten la atención de unas 30 personas. Entre cada unidad se ubican pérgolas, las cuales fueron construidas por el Centro de Formación Profesional 401, con la idea de alentar la estadía al aire libre.
Junto con esta obra se puso en valor a la plaza aledaña, con parquización, juegos infantiles y carteles del ferrocarril.