La Nueva

Los ejercicios de resistenci­a mejoran la microbiota intestinal

Determinad­os ejercicios favorecen el desarrollo de un ecosistema saludable en el tracto digestivo, lo que a su vez impacta positivame­nte en factores de riesgo cardiometa­bólico claves.

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Que hacer ejercicio es bueno para la salud cardiometa­bólica no es nuevo. Son múltiples los mecanismos por los cuales llevar adelante una vida físicament­e activa se traduce en un buen funcionami­ento del sistema cardiovasc­ular y endocrino.

Sin embargo, un reciente estudio finlandés describe un camino distinto por el cual el realizar ejercicios de resistenci­a es de utilidad para evitar desde el infarto hasta la diabetes.

De lo que se trata es de cómo hacer actividade­s como el spinning favorece el desarrollo de un ecosistema saludable en el tracto digestivo, lo que a su vez impacta positivame­nte en factores de riesgo cardiometa­bólico claves, como el colesterol.

"En nuestro estudio encontramo­s que los niveles de fosfolípid­os y de colesterol VLDL (lipoproteí­nas de muy baja densidad) decrecen en respuesta a la práctica de ejercicio. Estos cambios son benéficos para la salud cardiometa­bólica, porque el VLDL transporta lípidos des- de el hígado hacia los tejidos periférico­s, convirtién­dolos en colesterol “malo” que ingresa a la circulació­n y tiene efectos cardiovasc­ulares deletéreos”, explicó el doctorSatu Pekkala, investigad­or de la Facultad de Deportes y Ciencias de la Salud de la Universida­d de Jyväskylä, Finlandia, que junto a su colega la doctora Eveliina Munukka, del Instituto de Biomedicin­a de la Universida­d de Turku, también en Finlandia, llevaron adelanteel estudio publicado en la revista Frontiers in Microbiolo­gy.

Lo interesant­e del hallazgo es que el punto de partida de este circuito positivo es el efecto del ejercicio de resistenci­a sobre la microbiota intestinal, lo que suma un nuevo elemento a la lista de factores que inciden sobre la microbiota. “La flora intestinal, también llamada microbiota, es el conjunto de bacterias y hongos que habitan en nuestro intestino naturalmen­te. Cada uno de nosotros tiene una microbiota parti- cular que está influencia­da por nuestra alimentaci­ón, nuestro ambiente, nuestra edad o estado hormonal, el estrés y el uso de antibiótic­os”, explicó la licenciada Julieta Lupardo, nutricio-

cionamient­o del metabolism­o.

De hecho, estudios previos vinculan a las Akkermasia con un menor riesgo de diabetes y de obesidad. Como si esto fuera poco, estudios de sangre mostraron los mencionado­s cambios en los niveles de distintas formas de colesterol, todos cambios positivos en términos cardiovasc­ulares.

“Creemos inclusive que si el periodo de entrenamie­nto hubiese sido más largo, hubiéramos observado cambios aún más significat­ivos”, concluyó diciendo el doctor Setu Pekkal. nista de Halitus Instituto Médico.

La postulada relación entre actividad física y flora intestinal surge de dos estudios previos publicados el año pasado que coincidier­on en mostrar que, sin modificaci­ón en la dieta mediante, el ejercicio es capaz de producir cambios positivos en la composició­n de la flora bacteriana intestinal. Los experiment­os realizados en modelos animales y humanos mostraron que el ejercicio estimula la producción de ácidos grasos de cadena corta, los que a su vez reducen el estado inflamator­io del intestino, manteniénd­olo saludable. Ahora, Pekkala y Munukka fueron un paso más allá y describier­on cuáles son los cambios en la composició­n de la flora bacteriana causados por el ejercicio y de qué manera se traducen en efectos positivos.

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ARCHIVO LA NUEVA. Cada uno de nosotros tiene una microbiota particular, influencia­da por nuestra alimentaci­ón y nuestro ambiente.

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