Rumbos

Dalí y Gala fueron pareja durante más de 50 años pero jamás mantuviero­n relaciones sexuales. La pasión iba por otra parte: el amor compartido de ambos por el arte.

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al revés y una camisa cortada para mostrar el ombligo y los pezones; su pelo untado con una mezcla de excremento de cabra, gelatina y cola de pescado, que desprendía un olor insoportab­le; un geranio rojo colgando sobre la oreja y sus axilas afeitadas hasta haber llegado al sangrado. Y fue en ese instante, tras ver a ese hombre con ese look de desquiciad­o, cuando Gala decidió poner manos a la obra: sendos paseos por la playa junto a Dalí bastaron para que el español cayera rendido a sus pies. Fue, quizás, la conquista amorosa más simple que Gala experiment­ó en su vida, ya que ni siquiera hubo una relación sexual consumada entre ellos. Hecho, este último, que se mantendría hasta que la muerte los separó, lo mismo que la innumerabl­e cantidad de amantes que tuvo Gala, con la venia de su esposo. de vanguardia Fluxus: ambas eran mujeres amadas con locura por sus hombres y despreciad­as por los fans de sus maridos. Según Domingo, “no conozco en profundida­d el caso de Yoko Ono, más que lo que pueda haber leído en los medios y esta comparació­n ya me la han hecho en alguna ocasión pero no te sabría decir. El talento de Gala se centraba en buscar la creativida­d que había en las personas con las que estaba para lograr la belleza y que no solo aplicó su talento a Dalí, sino que lo fue haciendo en todos aquellos hombres que pasaron por su vida. Creo que el caso de Yoko fue distinto”. Una vez que Dalí se transformó en un artista multidisci­plinario consagrado y millonario, de a poco la relación entre ambos comenzó un lento pero constante proceso de deterioro. Gala ya no se preocupaba en ocultar a sus amantes ante la opinión pública (los casos más notorios fueron el cantante estadounid­ense Jeff Fenholt, astro de de la ópera rock Jesucristo Superstar, y el dealer William Rotllein, con quien se juró amor eterno en la tumba de Romeo y Julieta) y Dalí adoptó a Amanda Lear como su musa. La violencia física tampoco tardó en llegar. Y así fue como, tras un episodio confuso, Gala falleció el 10 de junio de 1982 en Portlligat. Una figura irrepetibl­e dejaba el mundo. Porque, como dice Domingo, “No creo que hoy en día, ni en un futuro, haya nadie con la mitad de talento, intuición y creativida­d de la que tuvo Gala ni, desde luego, tan libre como para llevar su vida adelante sin problemas ni prejuicios”. •

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