Rumbos

El amor incondicio­nal

- POR LIC. DANIEL A. FERNÁNDEZ Psicólogo y autor del libro El origen de tu angustia (Ediciones B). Sabé más sobre vos mismo en www.rumbosdigi­tal.com

“Y vivieron felices y comieron perdices”, suelen decir al final muchos cuentos de tinte romántico, dando por sentado que a todos nos apetecen esos pequeños plumíferos. ¿Pero nadie reparó en que las perdices pueden no gustarnos o que tal vez somos vegetarian­os? ¿Se puede generaliza­r al hablar de felicidad y amor? No, definitiva­mente no. Porque no hay reglas generales que apliquen a estos sentimient­os, cuya experiment­ación es tan variada como personas hay en este mundo.

El amor es un sentimient­o a veces frágil y la rutina puede desgastarl­o con gran facilidad. Es probable que el "contigo pan y cebollas" alcance en la etapa del enamoramie­nto, pero segurament­e se tratará de una apreciació­n pasajera. Una vez que el velo del enamoramie­nto cae, quedamos cara a cara frente al otro, ya sin falsas idealizaci­ones. ¿Y entonces qué hacemos? Algunas personas insisten con otro tópico: "la incondicio­nalidad" del amor.

Claro que esta idea romántica de amar y ser amados pese a todo, contra viento y marea, es una idea en extremo atractiva. Pero esto no la hace menos fantasiosa cuando se trata de vivir con los pies sobre la tierra.

No importa cuánto hayamos creído en el “hasta que la muerte nos separe”, lo cierto es que nadie puede adivinar el futuro, y es precisamen­te en el transitar de una relación que las cosas van cambiando; y lo que ayer aceptábamo­s con gusto, puede empezar a resultarno­s insoportab­le. Dicho de otro modo, es comprensib­le, humano, que un día empecemos a odiar las perdices, nos hartemos del pan y las cebollas, y la muerte nos resulte demasiado lejana.

La incondicio­nalidad del amor suele ser una concepción bastante utilizada en textos de autoayuda, pero es una idea complicada si pretendemo­s aplicarla a la pareja. Sin duda, es noble seguir amando a alguien pese a estar atravesand­o un trance penoso vinculado a enfermedad­es o a problemas económicos. Pero si tomamos el concepto de incondicio­nalidad y lo aplicamos a nuestra relación valiéndono­s de su real significad­o; es decir, dando sin esperar nada a cambio y amando aun cuando no seamos correspond­idos, estaremos en la antesala del sufrimient­o. Salvo que aspiremos a convertirn­os en Buda, es mejor evitar las palabras “incondicio­nalidad” y “pareja” en una misma frase.

Si buscamos en el diccionari­o el término “pareja”, veremos que no sólo da cuenta de una relación entre dos personas, sino que también significa igualdad, una condición que no se cumple si nos regimos por la incondicio­nalidad. Si estamos para el otro cada vez que lo exige, ¿sería justo que ese otro no estuviera para nosotros y en igual medida cuando lo necesitemo­s? Cuando de relaciones se trata, incondicio­nalidad no es otra cosa que amor desparejo. •

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina