La Voz del Interior

Escuelita en las nubes

La Ceferino Namuncurá está a dos mil metros, y sus alumnos viven en ella. Tiene clases en verano y vacaciones en invierno. Un alumno del primario y otra del secundario realizaron la evaluación nacional Aprender.

- Miguel Ortiz Especial

La escuela Ceferino Namuncurá está a dos mil metros de altura, en la Pampa de Achala, y sus alumnos viven ahí. Tienen clases en verano y vacaciones en invierno. Dos estudiante­s, uno del primario y otra del secundario realizaron la evaluación Aprender.

Sólo quedan dos escuelas de alta montaña con ciclo lectivo “al revés” en Córdoba. Son escuelas y a la vez albergues que, por estar en zonas climáticas adversas, tienen clases en verano y sus vacaciones largas en invierno. Una, la Florentino Ameghino, está en la base del cerro Champaquí, en Calamuchit­a. La otra, del “otro lado”, se esconde entre los cerros y las nubes de la Pampa se Achala, sobre el valle de Traslasier­ra: la Ceferino Namuncurá. Otros establecim­ientos de montaña con la misma modalidad ya cerraron por falta de alumnos, o se adaptaron al calendario “normal”.

La Namuncurá fue noticia porque una sola alumna del secundario, Brenda Domínguez (de sexto año) realizó la evaluación Aprender, dispuesta por el Ministerio de Educación. Y fue también uno solo del primario, Nicolás (de sexto grado). Eran los únicos del colegio que cursaban los años en que la prueba debía realizarse.

El paraje Los Cerros, donde está enclavada, está a unos dos mil metros de altura, en la pedanía Nono del departamen­to San Alberto. La zona, como otras de las sierras altas, tiene cada vez menos habitantes permanente­s, lo cual amenaza la continuida­d de la institució­n.

La escuelita no tuvo este año alumnos para jardín de infantes. Nueve cursan la primaria en distintos grados, y 10 el nivel medio. Los primarios se quedan en la escuela tres semanas y regresan siete días a sus casas. Los del secundario permanecen de lunes a viernes y regresan a sus viviendas los sábados y domingos. Piedra, viento y nieve

“En la zona quedan cada vez menos vecinos, la gente baja va a las ciudades a buscar nuevos horizontes, y los jóvenes que se van ya no vuelven, no sabemos hasta cuándo estará nuestra escuela”, dice la docente Noemí Brito.

“Hay familias que no ven importante que los chicos hagan la secundaria, prefieren que trabajen; este año debieron entrar cinco niños a primer año y sólo fueron tres; hacemos lo posible para que se sumen todos “, agregó.

“El régimen especial es para que los chicos se queden en sus casas los meses más fríos del año; arriba el clima invernal es duro. El martes cayó una nieve finita, en pleno octubre”, apuntó la docente, coordinado­ra del nivel medio del centro educativo. En invierno son comunes las temperatur­as de entre 10 y 20 grados bajo cero.

Algunos niños que llegan deben caminar o cabalgar hasta cuatro horas entre las sierras. El peligro que eso implica se encarna en la tragedia de 1986, cuando cuatro niños de la escuela Fray María Liqueno, situada en la misma región, murieron congelados tras extraviars­e en un intento de fuga.

Las familias de la zona viven de la crianza de animales, de las artesanías y de otros emprendimi­entos de subsistenc­ia. Chicos que aman la escuela

“La particular­idad es que los chicos aman la escuela y no quieren volver a sus casas, quizá porque aquí tienen comodidade­s que allá no encuentran”, señala Brito.

Desde la urbanidad de “abajo”, llegar a la escuela implica una travesía no exenta de riesgos. Hay que tomar el camino de las Altas Cumbres hasta el paraje El Cóndor. De ahí, por una huella de montaña enfilar hacia el sur, a pie, caballo, moto enduro o vehículo de doble tracción. Después de 36 kilómetros, cuatro arroyos que crecidos con lluvias y unas tres horas (desde el fin del pavimento) se llega a la Ceferino Namuncurá.

“La mayoría de los docentes van en motos enduro, es la forma más práctica y rápida, otros caminan varias horas, cortando camino por la montaña”, aporta Laura Bello, directora del Ipem 285 de Mina Clavero, del que depende el nivel medio de la Namuncurá.

La especialid­ad del nivel medio es turismo. La mayoría de los profesores se quedan uno o dos días en la escuela. Docentes de secundaria concretan proyectos productivo­s de base local. Leandro Bello, dedicado a ellos, cita los de vivero, huerta y elaboració­n de embutidos, entre otros.

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(GENTILEZA LEANDRO BELLO) En las alturas. Por el frío, la escuela Ceferino Namuncurá funciona en verano.
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Proyectos productivo­s. Los alumnos secundario­s aprenden tareas de huerta, supervisad­os por docentes.

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