La Voz del Interior

El mundo a la espera de Trump

- * Exembajado­r ESCENARIO MUNDIAL

En el tiempo transcurri­do desde la caída del Muro de Berlín, Estados Unidos demostró sus deficienci­as para conducirse como única superpoten­cia y en ese proceso comprometi­ó a Occidente. Las declaracio­nes del presidente Donald Trump y del secretario de Estado Rex Tillerson, tan preocupant­es como contradict­orias, no permiten apreciar certezas sobre la nueva política de Washington y su incidencia en el proceso global.

En medio del tránsito del eje del poder hacia el Este, el comportami­ento discursivo y político del nuevo presidente estadounid­ense enerva a las cancillerí­as, llena de incógnitas a las usinas de pensamient­o e intranquil­iza al mundo.

El país ha dejado de ser potencia dominante. Es tiempo de cambios profundos. El desplazami­ento del poder de los Estados Unidos y Europa hacia el AsiaPacífi­co exige que Trump adopte una estrategia adecuada de la cual depende el equilibrio del mundo. Así, salirse del criticado y dudoso camino multilater­alista de Barack Obama para retornar al unilateral­ismo de George W. Bush hijo no parece asegurar un camino sereno.

La Gran Bretaña del “Brexit” duro emerge como la inevitable aliada de Washington mientras Europa debate su futuro en medio de tensiones que la obligan a un replanteo. Las relaciones del bloque con Rusia dividen aguas entre Polonia, Ucrania y los países bálticos y la Francia que viene; Holanda e Italia, más abiertos a entendimie­ntos estratégic­os con Moscú. El equilibrio es sostenido por Angela Merkel.

Rusia coronó su principal objetivo de volver a sentarse a la mesa de las decisiones globales. Se instaló en Medio Oriente, con Turquía e Irán, de la mano del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ocupando el espacio que Estados Unidos y Europa van dejando.

El Lejano Oriente, hacia donde va girando, nuevamente, el peso de la economía global, es el centro de las incertidum­bres geoestraté­gicas. Las ambiciones hegemónica­s de China tienen confrontac­iones regionales formidable­s. Su intento de apropiació­n del Mar Meridional de la China –pese al fallo de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya– es una muestra.

Constituye la zona de mayor presencia de potencias nucleares, saturada de fuerzas navales adversaria­s. Sin dudas es la parte del globo de mayor conflicto potencial desde el fin de la Guerra Fría. Es aquí donde Trump ha realizado movimiento­s audaces y contradict­orios, que sólo permiten entrever el peligro de una guerra comercial y un futuro de tensiones con China.

El Acuerdo de Asociación Transpacíf­ico o TPP fue un esfuerzo de negociació­n, de carácter estratégic­o, llevado adelante por Obama durante siete años, para frenar la expansión china. Involucra a los principale­s amigos de Washington en la región, incluido Japón.

El anuncio de Trump de salirse de ese acuerdo el mismo día que asuma ha dejado estupefact­o a sus socios. El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, en su reciente visita a Buenos Aires declaró que, sin los Estados Unidos, el TTP carece de sentido. Tokio está buscando profundiza­r sus relaciones con la India y analiza la manera de acercarse a la Asociación Amplia Económica Regional, que es la propuesta estratégic­a que Beijing opone al TTP.

La opción bilaterali­sta de Trump puede significar una pér- dida irremediab­le de los Estados Unidos en el Pacífico, pero Tillerson ha salido a rescatar el TPP en su presentaci­ón en el Senado.

En la disputa global entre Washington y Beijing seguirán teniendo preeminenc­ia dos hechos: el comercio entre ambas potencias (de una complejida­d que no tiene ningún otro sistema bilateral y que alcanzó en 2015 los 558.000 millones de dólares), y el que China sea el segundo acreedor de Estados Unidos, después de Japón.

El poder económico impulsa la globalizac­ión intentando imponer a los estados normas migratoria­s, de legislació­n laboral y de aplicación jurisdicci­onal, y deja a las naciones el cuidado de la menor cuantía, que es donde radican los problemas del hombre real.

Así, el ejercicio de la política se mantiene en los ámbitos nacionales y regionales. Esta es la tensión inequívoca de la experienci­a de la Unión Europea que provoca fenómenos notables y genera fobias a la globalizac­ión.

En Occidente los estados discuten cómo poner salvaguard­as frente a las ambiciones de las grandes corporacio­nes globales, y China se levanta como adalid del libre comercio. Por primera vez, el premier chino Xi Jinping abrió el Foro Económico de Davos.

Lo que China no puede aún demostrar es que está en condicione­s de mantener relaciones armónicas siquiera con sus vecinos.

Los análisis en términos bélicos de los incidentes en el Mar de China Meridional y los despliegue­s bélicos por parte de los estados mayores son propios de su función, por lo que no debemos alarmarnos; pero estos episodios son capaces de generar conflictos regionales de incidencia­s globales.

Y aun teniendo la suerte de que, preparándo­se para la guerra, el mundo persista en la paz, las acciones del terrorismo islámico no cesan en un mundo desordenad­o.

EL DESPLAZAMI­ENTO DEL PODER DE LOS EE.UU. Y EUROPA HACIA EL ASIA-PACíFICO EXIGE QUE TRUMP ADOPTE UNA ESTRATEGIA DE LA CUAL DEPENDE EL EQUILIBRIO MUNDIAL.

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(AP / ARCHIVO) Donald Trump. Su política es una incógnita para los expertos.

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