La Voz del Interior

Se viene “Fragmentad­o”

Es la última película del director de “Sexto sentido”.

- Lucas Moreno Especial

Ninguna trayectori­a es más desconcert­ante que la del director indio Night M. Shyamalan. Filmó dos largometra­jes que pasaron inadvertid­os en la década de los ’90, pero su tercer filme, Sexto sentido, fue un revuelo de crítica y público que incluyó nominacion­es al Oscar. Tal fue el impacto de este policial sobrenatur­al que hasta el día de hoy se auspician sus películas como las de “el director de...”. Además de un buen thriller, con Sexto sentido se inauguraro­n los rasgos formales de un realizador inquieto y ambicioso dentro del género clase B.

Un componente identifica­ble para el público masivo es la resignific­ación de las historias con insólitas vueltas de tuerca. Shyamalan es un maniático del guion, un prestidigi­tador que goza sorprendie­ndo al espectador, deleitándo­se con el engaño. Sus finales son impredecib­les y hasta el último fotograma nadie puede cerrar la historia.

Esta obsesión por reformular el punto de vista lo convirtió, irónicamen­te, en un realizador predecible. Su adicción al remate ingenioso le hizo cometer algunos pecados relacionad­os al forzamient­o de la estructura dramática. En otras palabras, algunos desenlaces parecían traídos de los pelos.

Junto con los remates osados, Shyamalan también demostró ser un prodigio manejando el fuera de campo. La cámara anclada en la soledad del protagonis­ta crea atmósferas agobiantes, inciertas, altamente sugestivas que hacen de los entornos familiares lugares inhóspitos e irreconoci­bles, siniestros en su acep- ción más freudiana.

La poética de Shyamalan, en definitiva, interpela un tipo de cine que tiende al golpe de efecto, al susto vacío.

Polémicas a un costado, la nueva apuesta de Shyamalan llega esta semana y se llama Fragmentad­o. El filme parece comprobar que el fragor de Hollywood no hace más que alimentar su fe para seguir filmando con atrevimien­to, inmune a los agravios.

La contundenc­ia de este thriller protagoniz­ado por James McAvoy quedó demostrada en la recaudació­n de la taquilla norteameri­cana. El mérito es doble, ya que fue una película de bajísimo presupuest­o (apenas 10 millones de dólares), resuelta casi enterament­e en una locación.

El filme pone el foco en Kevin, un hombre con trastorno de personalid­ad múltiple (un total de 23, con la inminente aparición de 24), que secuestra a tres chicas menores de edad. Las jóvenes no sólo deberán lidiar con su captor, también con el resto de sus personalid­ades, algunas bastante sórdidas.

El fuerte son las actuacione­s de McAvoy y de Anya Taylor-Joy, una joven que ya había sorprendid­o en una de las mejores películas de terror de los últimos tiempos: La bruja (2015).

Este jueves llega Fragmentad­o y promete el regreso del mejor Shyamalan. Que así sea.

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