La Voz del Interior

Trabajar desde el barrio para evitar la judicializ­ación

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Las Casas Abiertas apuntan a un trabajo territoria­l. A que el Estado regrese a aquellos puntos en los que la realidad duele. A comenzar a reconstrui­r las biografías de los adolescent­es desde allí mismo, desde aquellos barrios en los que emergen los que parecen destinados a ser clientes permanente­s de la fabulosa maquinaria penal que existe en la provincia de Córdoba.

Según se indica de manera oficial, esta idea busca aprovechar los vínculos que ya tienen varias organizaci­ones no gubernamen­tales en distintas comunidade­s de la ciudad de Córdoba a través de comedores solidarios, talleres y promoción social.

Además de El Aljibe, en Observator­io, las otras Casas Abiertas funcionan en Bajo Pueyrredón (junto con la Asociación Civil Un Nuevo Comienzo); en Villa Bustos (con La Minga); en 20 de Junio (con el Servicio en Promoción Humana –Serviproh–); en El Sauce (con La Morera); en Villa Aspacia (con Cecopal); en San Ignacio y Villa Urquiza (con el Servicio a la Acción Popular); en Villa Siburu (con el Servicio Habitacion­al y de Acción Social –Sehas–) y en El Chingolo (asociación civil Casa Macuca).

El objetivo es generar todo un vínculo que permita resolver en el mismo territorio diferentes situacione­s de vulnerabil­idad, más allá de la problemáti­ca penal en particular de algún joven.

Es que en Córdoba más de medio millón de chicos vive en hogares que no satisfacen algunas o varias de las necesidade­s básicas de consumo: vivienda, transporte, vestimenta y alimentaci­ón, entre otras.

Un caldo de cultivo que, si bien lejos está de ser lineal en relación con el delito, muchas veces termina por ser el contexto de quienes luego terminan alojados en el Complejo Esperanza por orden de un juez Penal Juvenil.

En ese sentido, desde la Senaf se apunta a que el objetivo a largo plazo busca articular toda la política pública en torno a los jóvenes que delinquen bajo un concepto socioeduca­tivo, bien alejado de cualquier perfil penitencia­rio.

Los programas de mediación de conflictos y de penas alternativ­as son sólo dos de las propuestas que se están implementa­ndo con el mismo horizonte: intentar que cada vez sean menos los jóvenes que lleguen a ser alojados en el Complejo Esperanza.

Según apuntó el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), a través de la mediación se buscará promover la resolución alternativ­a de conflictos que involucran a niños y adolescent­es.

Sin embargo, hay límites: el adolescent­e “no debe presentar una problemáti­ca grave de consumo de drogas, ni reiterar delitos graves en los dos años inmediatos anteriores al proceso”.

Son propuestas que buscan entender la problemáti­ca antes que caer en “soluciones” vacías como el debate por la edad de la inimputabi­lidad.

En ese punto, la Provincia es

DESDE LA SENAF SE ACLARA QUE DESDE NINGÚN ASPECTO SE DESEA PONER EN DEBATE LA EDAD DE INIMPUTABI­LIDAD.

clara: no le interesa poner en discusión una baja en ese sentido.

Para aquellos que “egresan”, se busca que se inserten en un programa de tratamient­o tutelar que apunta a acompañar a estos jóvenes durante sus primeros pasos de nuevo en libertad.

Las conclusion­es oficiales apuntan a que la reincidenc­ia no supera el 10 por ciento en cuanto a aquellos que pasaron por esta experienci­a.

Pero se trata, conviene aclarar, de un programa preliminar, que todavía no abarca a todos.

Son patas que de a poco se han ido estructura­ndo con base en el consejo interdisci­plinario que ha unido a voces de diferentes ámbitos y que desde hace meses intenta encontrarl­e la vuelta a una problemáti­ca de hoy y mañana: qué hacer con los jóvenes menores de 18 años que caen en el delito.

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(RAMIRO PEREYRA) En el territorio. El proyecto “Casas Abiertas” tiene en El Aljibe una de sus articulaci­ones en los barrios.

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