Agua en Sierras Chicas
Vivir con 50 litros de agua por día. Esa es la realidad hoy de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. Un crecimiento poblacional sin planificación, años de falta de inversiones y de planificación del sistema de distribución de agua, y tres años de sequía llevaron a esa situación.
¿Las Sierras Chicas van camino a la misma historia? Hoy el dique La Quebrada, cercano a Río Ceballos, está a 20 metros de su vertedero, muy cerca del récord histórico. Las bajantes del dique y el corte periódico del suministro de agua en Sierras Chicas son la regla constante de los últimos 10 o 15 años, aunque todavía perdure en nuestra memoria la contracara: la inundación de febrero de 2015.
El Gobierno provincial, los municipios y las cooperativas siguen sin trabajar de forma planificada y coordinada. El crecimiento de población sin planificación, la falta de mediciones sobre el funcionamiento de las cuencas y su insuficiente cuidado, así como la carencia de mediciones de pérdidas del sistema de distribución, de sistemas tarifarios adecuados y de inversión planificada son la norma.
El 10 de agosto pasado se decretó la emergencia hídrica en todo el corredor. Los cortes de suministro serán la regla de esta primavera y verano. ¿Seguiremos igual? ¿Seguirá el Gobierno priorizando asfalto y publicidad en vez de agua?
Como ciudadanos, invitamos a los vecinos a informarse, a comprometerse y a no simplificar una realidad compleja, con numerosas aristas ambientales, administrativas y políticas.
De los gobiernos, esperamos que atiendan la situación cambiando el paradigma tradicional de la administración de los recursos por uno innovador.
De forma inmediata, proponemos suspender la habilitación de loteos y extensiones de red domiciliaria; dar cupos mínimos diarios para nuevas conexiones por ciudad en los lugares donde ya existe la red; tener un sistema de multas por riego, llenado de piletas, lavado de agua y derroche de agua, y desarrollar publicidad con consejos para disminuir el consumo.
A corto plazo, sugerimos establecer cupos de agua por ciudad en función de la disponibilidad hídrica y la eficiencia del sistema; refuncionalizar el sistema de válvulas y caudalímetros; colocar medidores domiciliarios de agua a cada usuario; establecer sistemas tarifarios con un mínimo de consumo menor a 13 mil litros mensuales por domicilio; garantizar la transparencia administrativa con información pública actualizada sobre el servicio; crear un comité de gestión integral; desarrollar un plan regional de gestión de riesgo hídrico (sequías e inundaciones).
A mediano plazo, planteamos reducir el agua no contabilizada a menos del 30% por sistema; desarrollar planes de evaluación de las cuencas; actualizar contratos de concesión del servicio con planes anuales de inversiones y concretar el “ordenamiento ambiental territorial”.
A largo plazo, finalmente, sugerimos un plan estratégico con metas para 2020, 2030 y 2050.
No hay tiempo para obras faraónicas. No hay seguridad hídrica posible sin el conocimiento y ordenamiento de nuestras cuencas y sin un sistema de distribución eficiente, integral y adaptativo.
* Investigadores del Conicet (UNC y UNSL)