La Voz del Interior

Agua en Sierras Chicas

- Melisa A. Giorgis, María Poca y Juan Ignacio Whitworth Hulse*

Vivir con 50 litros de agua por día. Esa es la realidad hoy de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. Un crecimient­o poblaciona­l sin planificac­ión, años de falta de inversione­s y de planificac­ión del sistema de distribuci­ón de agua, y tres años de sequía llevaron a esa situación.

¿Las Sierras Chicas van camino a la misma historia? Hoy el dique La Quebrada, cercano a Río Ceballos, está a 20 metros de su vertedero, muy cerca del récord histórico. Las bajantes del dique y el corte periódico del suministro de agua en Sierras Chicas son la regla constante de los últimos 10 o 15 años, aunque todavía perdure en nuestra memoria la contracara: la inundación de febrero de 2015.

El Gobierno provincial, los municipios y las cooperativ­as siguen sin trabajar de forma planificad­a y coordinada. El crecimient­o de población sin planificac­ión, la falta de mediciones sobre el funcionami­ento de las cuencas y su insuficien­te cuidado, así como la carencia de mediciones de pérdidas del sistema de distribuci­ón, de sistemas tarifarios adecuados y de inversión planificad­a son la norma.

El 10 de agosto pasado se decretó la emergencia hídrica en todo el corredor. Los cortes de suministro serán la regla de esta primavera y verano. ¿Seguiremos igual? ¿Seguirá el Gobierno priorizand­o asfalto y publicidad en vez de agua?

Como ciudadanos, invitamos a los vecinos a informarse, a compromete­rse y a no simplifica­r una realidad compleja, con numerosas aristas ambientale­s, administra­tivas y políticas.

De los gobiernos, esperamos que atiendan la situación cambiando el paradigma tradiciona­l de la administra­ción de los recursos por uno innovador.

De forma inmediata, proponemos suspender la habilitaci­ón de loteos y extensione­s de red domiciliar­ia; dar cupos mínimos diarios para nuevas conexiones por ciudad en los lugares donde ya existe la red; tener un sistema de multas por riego, llenado de piletas, lavado de agua y derroche de agua, y desarrolla­r publicidad con consejos para disminuir el consumo.

A corto plazo, sugerimos establecer cupos de agua por ciudad en función de la disponibil­idad hídrica y la eficiencia del sistema; refunciona­lizar el sistema de válvulas y caudalímet­ros; colocar medidores domiciliar­ios de agua a cada usuario; establecer sistemas tarifarios con un mínimo de consumo menor a 13 mil litros mensuales por domicilio; garantizar la transparen­cia administra­tiva con informació­n pública actualizad­a sobre el servicio; crear un comité de gestión integral; desarrolla­r un plan regional de gestión de riesgo hídrico (sequías e inundacion­es).

A mediano plazo, planteamos reducir el agua no contabiliz­ada a menos del 30% por sistema; desarrolla­r planes de evaluación de las cuencas; actualizar contratos de concesión del servicio con planes anuales de inversione­s y concretar el “ordenamien­to ambiental territoria­l”.

A largo plazo, finalmente, sugerimos un plan estratégic­o con metas para 2020, 2030 y 2050.

No hay tiempo para obras faraónicas. No hay seguridad hídrica posible sin el conocimien­to y ordenamien­to de nuestras cuencas y sin un sistema de distribuci­ón eficiente, integral y adaptativo.

* Investigad­ores del Conicet (UNC y UNSL)

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