La salud, en la agenda del populismo antipopulista
En los últimos años, el término “populismo” ha sido estirado lo suficiente como para calificar de manera peyorativa las prácticas y políticas de estilos de gobierno en principio totalmente contrapuestos.
Sirvió para que los más críticos de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner pudieran resumir en un concepto algunas de las prácticas consideradas demagógicas e insustentables de esas gestiones. Pero también ha servido para explicar las propuestas de referentes surgidos de la derecha a nivel internacional, como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el mandatario electo de Brasil, Jair Messias Bolsonaro.
La recientemente conocida iniciativa de eliminar –de una u otra forma– la gratuidad en la atención sanitaria de los pacientes extranjeros parece enmarcarse en el populismo de quienes apelan a ideas seductoras para una masa importante de la población, que ve negativamente las políticas inspiradas en los derechos humanos.
La constitucionalidad de esta propuesta está en análisis y se determinará en función de matices como si el paciente es residente o no en el país; si lo que se analizará será aplicar un arancel o un convenio de reciprocidad para que el que pague sea el Estado del país en el que nació la persona atendida, o si, en cualquiera de los casos precedentes, la decisión implicará la posibilidad de negar la atención a una persona proveniente del exterior.
Sin datos
En un contexto marcado por la desinformación, lo que primero sorprende es la ausencia de estadísticas claras y contundentes sobre el impacto de la atención a extranjeros en el sistema sanitario, y el tipo y complejidad de prácticas que se les brinda.
Las argumentaciones preliminares –porque todavía es poco lo que se sabe del proyecto surgido en Jujuy– abundan también en anécdotas individuales (siempre irrelevantes en términos científicos), que hacen referencia a experiencias a la hora de pedir atención de salud en otros países.
Si el proyecto prospera, lo deseable es que se base en datos reales sobre cuánto incide en la sustentabilidad del sistema de salud argentino la atención a extranjeros (podría sorprender que el impacto no sea, ni por mucho, el sugerido) y en el reconocimiento de que hay prácticas que sirven para prevenir la extensión de enfermedades en el resto de la población.
Negar la atención podría resultar, paradójicamente, antieconómico.