Residente y la otra orilla del aguante
“Aguantamos lo que vino y aguantamos lo que viene”. Residente llama a levantar el vaso y a brindar por el aguante, como se llama una de sus canciones emblema. Y hay que aguantarse el aguante, es decir, no hay manera de escindir, sobre todo si se trata de un rapero, lo que vibra, lo que se siente y lo que el mensaje dice.
El rap nació por tanto que necesitaban decir multitudes de jóvenes aplastados por los anonimatos urbanos, por las acechanzas de la asfixia social y por la difícil búsqueda del sentido de vivir en esas condiciones.
Es una forma explícita de pararse en el mundo y René Pérez Joglar, el alma de lo que fue Calle
13, es tal vez la versión más acabada en el universo latinoamericano. “No crecí escuchando a
2Pac, crecí con Violeta Parra”, dice en Rap bruto.
“Lo que no dicen lo digo yo/ lo que sientes tú lo siento yo/ porque yo soy como tú, tú eres como yo”. El tema Calma pueblo da la clave de la fuerza del asunto.
Flechas, dardos, balas, caricias como garras... Las palabras de Residente salen a penetrar la piel; buscan el lado de adentro de las sensaciones, las imprecisas partes del cuerpo que se conectan con la conciencia.
Necesitan versos con la persistencia de los aguaceros para aflojar, filo de estribillos para entrar y conmover, frases como mantra para quedar flotando en el silencio que vendrá. Necesitan del estremecimiento de la música, del viejo sentido comunicante de los tambores, del sacudón del ritmo, de notas incisivas y acordes como ladrillos
Y, sobre todo, necesitan de una orilla a la que llegar, un continente. “Tirar arte y que llegue a la gente: de eso se trata”, dirá.
El jueves, ese continente fue otra vez la Plaza de la Música. El ritual tuvo la espesura de los cuerpos en movimiento y las bocas llenas de palabras, no simplemente de letras de canciones.
Juan Iñaki en plenitud “Como músico nacido y contenido de este género, que es la música folklórica argentina, se hace difícil poder hablar de diversidad. La tradición parece imponernos un corsé. Entonces, este espacio que proponemos es para encontrarnos sin esos corsés”.
El sábado, Juan Iñaki vivió uno de los capítulos más intensos de su vida, pero que no se agota sólo en su realización personal. Fue mentor y protagonista de “la peña de la diversidad” que se montó en Cocina de Culturas hasta la madrugada.
Esa invocación a la diversidad venía apuntalada por un gesto de él en los días previos al concierto.
Publicó en Facebook su mensaje liberador: “Hoy amo a un hombre. Y tengo la inmensa fortuna de que él me ame también”.
Fue una noche intensa, sí. “He vivido momentos que recordaré por el resto del viaje”, aseguró. Y en lo que vivió estuvo acompañado por la gente que colmó el salón y por los músicos, bailarines y actores que jalonaron la peña: Paola Bernal; el humor travestido de Greta Sofía y Roda; el ensamble Watana, que dirige Iñaki; Proyecto UnU; el Ballet Ainy Morena; Nataberá...
Pero si algo brilló fue la música de Juan Iñaki, el momento compartido con Mery Murúa y Paola Bernal, su encuentro con Marian Pellegrino y con su firme banda, los temas de su último disco, Aquí y ahora (grabó un video en directo con el tema que le da nombre al disco), y sobre todo su voz, su canto, que atraviesan un momento de gracia y plenitud.
EL RAPERO REPITIÓ SU RITUAL EN PLAZA DE LA MÚSICA. JUAN IÑAKI Y SU NOCHE REVELADORA EN “LA PEÑA DE LA DIVERSIDAD”.