La disciplina es clave para vivir la prosperidad
La palabra disciplina deriva de “discípulo”, proveniente del latín discipulus y este de discere, “aprender”. Uno de los tantos significados de la palabra disciplina es el conjunto de reglas o normas cuyo cumplimiento de manera constante conducen a cierto resultado.
El entrenamiento de nuestra capacidad disciplinaria es un factor determinante a la hora de ganar y administrar exitosamente nuestro dinero y además nos evita gastos económicos o decisiones financieras inadecuadas. La dis-
ciplina es la cualidad que nos ayuda a sostener cier-ciertas acciones hasta que alcanzamos lo que queremos. En la clínica psicológica me ha tocado atender numerosos casos de mujeres enojadas con la conducta fluctuante e indisciplinada de sus maridos a la hora de ganar dinero. No se trataba del monto de dinero que ellos ganaban, sino del hecho de que estos no mantenían un ritmo de trabajo parejo y disciplinado en sus trabajos independientes; por ende, nunca llegaban a cubrir sus cuentas a fin de mes. A su vez, esto mismo se reflejaba en un descuido de su salud y de los vínculos afectivos. Todo ello causaba la rabia y reproches de sus esposas, con el consiguiente deterioro del vínculo matrimonial. He tenido la oportunidad de atender a alguno de estos maridos en mi consultorio y observaba en todos ellos notorias dificultades para mantener un ritmo de vida disciplinado. Algunos de ellos, vendedores profesionales, referían que cuando alcanzaban a vender cierto volumen de productos, se relajaban y se volvían perezosos.
La disciplina engloba la capacidad de movilizarnos y mantener un camino que nos conduce hacia un estado de prosperidad y bienestar. Sin embargo, la disciplina es una de las características menos desarrolladas en el grueso dede las personas que dicen querer mejorar sus vidas. Uno dde los rasgos típicos en quienes tienen dificultades para actuar disciplinadamente es la falta del uso de la agenda para administrar een forma adecuada su tiempo. Me he encontrado con muchas personas que en términos jocosos aseguraban no necesitar de anotaciones ni de registros porque “tenían todo agendado en sus cabezas”. Este hecho aparentemente gracioso les generaba un elevado estrés que los llevaba a olvidarse de sus compromisos y metas personales. Sus vidas resultaban caóticas y, para peor, retrocedían en su camino hacia una mayor prosperidad debido a que aumentaban sus sentimientos de ansiedad, preocupación y tensión. El uso correcto de la agenda puede contribuir a relajarnos y brindarnos confianza y bienestar. La disciplina nos permite cumplir nuestras metas y resulta un factor clave para ganar seguridad en nosotros mismos, lo cual nos permitirá sostener cierta continuidad en vez de tener altibajos fluctuantes. La disciplina también nos ayuda a controlar nuestros gastos. Justamente, los compradores compulsivos son aquellos que perdieron dicho control; en estos casos, el trabajo con su propia disciplina puede ayudarlos a ponerse límites firmes y evitar complicaciones financieras graves.