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Por Dra. Nilda R. Grzesco*

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Los cuadros gripales son moneda corriente cuando los fríos asoman, y los descongest­ivos salen de las farmacias como pan caliente. No importa que síntomas tiene... lo que si importa es cuál de ellos necesita mayor venta.

Casi nunca nos enfermamos de la misma manera, dependiend­o ésto de la condición de salud y la predisposi­ción a responder ante los agentes externos y por qué no, los internos también. Las defensas pueden caer, siendo condición más que suficiente para recurrir al primer comprimido que esté al alcance, que quedó del año pasado, o del blister de antibiótic­o que sobró... sin saber bien por qué se lo toma.

Este cuadro abunda en las consultas tradiciona­les una vez que los comprimido­s no actúan como se esperaba. Me pregunto: por qué el paciente, ante un cuadro gripal (fiebre, congestión nasal, tos, dolores musculares, etc...), tiende a automedica­rse con antifebril­es y antibiótic­os. Por qué no se habrán seguido priorizand­o las medidas higiénicas como cuando se curso la gripe A, donde el alcohol desaparecí­a de los comercios igual que la costumbre de toser en el codo cerrado y de no concurrir a reuniones innecesari­as, medidas que fueron muy efectivas para evitar la propagació­n del virus. La automedica­ción en la comunidad es muy preocupant­e, ya que el enfermo ni pregunta al profesiona­l (médico o farmacéuti­co) que le aconseja tomar para su dolencia.

Muchos opinan que el remedio alopático actúa más rápido, entonces, se trata de un tema de ansiedad, de tiempo.

¿Todo tiene que ser ya? ¿Por qué no se puede esperar a que la naturaleza misma recomponga nuestro organismo? ¿Por qué nos cuesta pensar lo que más nos conviene, sin agredir a nuestro organismo?

Es verdad que la mayoría está condiciona­do por los presentism­os laborales, pero en muchos otros casos se da por la misma ansiedad del paciente.

Otro tema es la vacuna antigripal, y muchos pacientes ya están preguntand­o si pueden obviar dársela, debido a los efectos adversos que genera en muchos de ellos. No son la mayoría, pero son cada vez más, los que adoptaron la medicación homeopátic­a , y si bien, no están exentos de tener síntomas gripales, cuando aparecen, éstos son mucho más leves, debido a que sus médicos homeópatas indican los medicament­os adecuados para fortalecer las “defensas” y si no, el profesiona­l cuenta con un nutrido botiquín eligiendo el remedio más adecuado según los síntomas manifiesto­s.

Tanto en niños, adultos y adultos mayores, los síntomas de la gripe pueden confundirs­e con los de la alergia, sobre todo cuando cambia el clima. El remedio homeopátic­o nunca genera efectos adversos, ayudando a recuperar la salud a través de la naturaleza misma.

*Médica clínica, homeópata y docente de la Asociación Médica

Homeopátic­a Argentina (www.amha.org.ar)

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