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CARDONA ES EL RIQUELME DE RUSSO. Y VILLA FUE SU SOCIO...

Justo a un año del título 2020, Boca recuperó la memoria, aplastó a Vélez con una goleada histórica y, con niveles top, llega embalado al partido con River. Cuidado, Muñeco.

- POR SERGIO MAFFEI s m a f f e i @ ole.com.ar

Crackdona. MaraVilla. Maradoni. El capitán Apache. Y los supercampe­ones. Sí, Boca montó un show de fútbol en Liniers. Y no sólo eso: se pareció, de repente, al que brilló en el 2020. A un año exacto de ese título que le arrebató a River, pareció recuperar esa marcha, esa contundenc­ia, esa autoridad, ese respeto perdido. No resulta casual la señal. Justo, justito en la previa al superclási­co de la fecha 5, es una actuación que redime, que ilusiona, que acomoda. Un 7 a 1 histórico a Vélez, que pone al equipo de Russo otra vez en carrera por el Tri.

Parecía impensado que después de las actuacione­s ante Sarmiento y Claypole, Boca expusiera semejante versión. Y nada menos que ante el puntero de la zona, el que venía con puntaje ideal. Pero el Xeneize lo aplastó a Vélez con una goleada de alto vuelto. Con una goleada que, encima, eleva la autoestima, la confianza, que pone a nivel la jerarquía de un equipo que venía apagado, tensionado, sin sonrisa. Con una goleada que parece haber despertado al campeón del fútbol argentino...

Si el ciclo de Russo venía contra las cuerdas, esta victoria de mínima aleja los fantasmas. Porque Miguel, que venía cuestionad­o, encima tuvo ese acierto táctico que tanto se le reclamaba: la aparición de Maroni que excede los dos goles. Su inclusión fue para generar más opciones de juego, de pase, de salida rápida, ante un rival que segurament­e iba a dejar espacios. Y así fue. Vélez los dejó y Boca los aprovechó. Con el cordobés, con un Cardona premium y con un Villa imparable y autor de dos de los siete.

Claro, todo tuvo un comienzo. Y en ese inicio, la llave salvadora de un Boca que venía golpeado fue Cardona. Edwin es el nuevo Riquelme de Russo. Por nivel de influencia en el equipo. Y por los hechos. No sólo marcó el 1-0 con un tiro libre a lo JR (beso a la pelota y a la red, por debajo de la barrera). Luego, asistió a lo Román a Villa para el segundo y también participó en la jugada del tercero.

A partir de él, de un buen trabajo de Campuzano en la presión y de Medina y de Maroni en la descarga, Boca jugó cómodo. Se repuso del empate de Lucero, terminó arriba en el primer tiempo y lo liquidó en el segundo. Es cierto que contó con la solvencia de Andrada, sin culpa en el gol rival, pero con toda la responsabi­lidad para sostener el arco de Boca ante un disparo picante de Orellano, otro tiro libre muy peligroso de Mancuello y un remate de Janson. Pero en líneas generales, el equipo de Russo se repuso con actitud, buen juego y un show de goles a la mala imagen que arrastraba en sus últimos dos juegos. Luego, el partido y la jerarquía hicieron el resto. Hasta Tevez, que volvía después del fallecimie­nto de su papá, tuvo ese gol que segurament­e le dedicó a Segundo y que le servirá para tomar confianza para el superclási­co. Así llega Boca al partido con River. Tras uno de los mejores partidos del ciclo, recuperado, animado, listo para dar el otro golpe que le falta: vencer de una vez por todas al equipo de Gallardo...

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