Una misa por maldonado
El obispo Maletti conoce de cerca el problema de las comunidades mapuches. El caso de la desaparición de Santiago Maldonado lo tocó de cerca porque conoció también las consecuencias de la persecución política al clero durante la última dictadura. Hace dos semanas, organizó una misa por su aparición con vida. “En estos barrios pasa que por una reyerta muere alguien en un enfrentamiento; pero éste es un desaparecido, y para los que somos de esa época nos trae una memoria con un ruido horrible”. La misa trascendió por razones diferentes: asistió la ex presidenta Cristina Kirchner y fue abordada por una familiar de víctimas de la tragedia de Once. El obispo cuenta que las iglesias están “abiertas para todos” y que sólo se enteró una hora antes de que la ex mandataria asistiría.
—¿Les toca calmar ánimos tras una reunión difícil?
—Cuando hay un portazo, todos dejan un piecito para que la puerta no se cierre del todo, porque todo el mundo intuye que con un portazo no se llega a nada. En esos casos, ofrecemos un ámbito de confianza, escuchamos confidencias y aportamos nuestro granito de arena para que se vuelva a la mesa.
—¿Cómo evalúa la Ley de Emergencia Social?
—La ley tiene, por un lado, un efecto inmediato: apagar incendios. Porque si no, se venía el mundo abajo. Las organizaciones tienen elementos que les permiten llegar a 1.500 supermercados a pedir comida o desplegar otros medios de presión. En esa coyuntura, la responsabilidad de la cosa pública era atender ese problema. Por otro lado, a mediano y largo plazo esta norma permite consolidar una sociedad como la que pide la Constitución.