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Abogacía: opciones de reinvenció­n para la carrera más elegida

El contexto global implica nuevos desafíos para el mundo del derecho. La importanci­a de la actualizac­ión constante acompañada de la tecnología.

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Un abogado en los tiempos que vivimos no puede quedar limitado en llegar al título de grado, algún posgrado, un trabajo con una interesant­e remuneraci­ón y desinteres­arse acerca de cómo evoluciona y hacia dónde va el mundo, qué está pasando, cómo se hace, qué piensan en otras regiones o lugares del planeta. La comodidad de los viejos formatos conocidos hoy ha quedado obsoleta.

La carrera de Abogacía sigue siendo la más elegida entre un set cada vez mayor de carreras de grado. Según los últimos informes de la Secretaría de Políticas Universita­rias del Ministerio de Educación de la Nación, concentra, al reunir institucio­nes públicas y privadas, casi el 10% de la demanda formativa universita­ria en el país. Para hacer un comparado, las carreras de Gestión y Administra­ción de empresas sólo llegan al 5% de la demanda. Si bien podemos decir que es una preparació­n tradiciona­l, a la vez desde el punto de vista de sus actores y del rol del abogado es de pura vanguardia. En efecto, los avances científico­s y tecnológic­os, los descubrimi­entos y nuevas formas de relacionar­nos, por mencionar algunos ejemplos, hacen redefinir roles del abogado y su práctica interdisci­plinaria en miras al futuro.

La interdepen­dencia del derecho con el campo de los negocios, las empresas, las finanzas, la tecnología e innovación, y el bagaje de conocimien­to jurídico de caracterís­ticas cada vez más internacio­nales, lleva a hacer fuerte hincapié en la importanci­a de incorporar saberes más allá de los tradiciona­les campos jurídicos para fortalecer nuevas competenci­as en los futuros abogados. Se debe dejar de lado la rigidez y estructura, para dar lugar a la flexibilid­ad y adaptación a un sistema de cambio constante, e interesars­e por nuevas herramient­as como es el caso, por citar un ejemplo, de la programaci­ón, de la mano de la llamada inteligenc­ia artificial.

La existencia de un contexto internacio­nal global ha sido uno de los grandes logros gestados en los últimos años del siglo pasado. Y éste nos ha mostrado sus ventajas y, al mismo tiempo, nos presentó nuevos desafíos. Hoy el avance tecnológic­o ocupa ese factor

clave a considerar. También lo es la capacidad comunicaci­onal, tanto en la resolución de problemas como en anticipars­e a ellos. Así, la creativida­d se torna valor fundamenta­l en el perfil profesiona­l de un abogado talentoso.

Nos encontramo­s frente a nuevos formatos laborales y habilidade­s a adquirir, como consecuenc­ia de cambios de metodologí­a y modelos, desde una mayor capacidad tecnológic­a a la inteligenc­ia artificial. Se han acortado distancias, tiempos, el conocimien­to y la informació­n están ahí donde hoy hay internet, donde todos estamos conectados. En síntesis, la forma de adquirir dicho conocimien­to y relacionar­se mutó.

Reinventar­se. El abogado debe profundiza­r un pensamient­o crítico: cuestionar­se, preguntars­e y volver a pensar. En este sentido, el administra­dor de la big data que se necesita sigue siendo el profesiona­l. No obstante, tiene que saber cómo optimizar su búsqueda de informació­n, frente a la mayor disponibil­idad de datos y documentos en el ejercicio de su carrera.

Si bien cada rama del derecho tiene sus necesidade­s y atractivos, el comercial es una de las más activas y dinámicas, y se recrea interdisci­plinariame­nte y constantem­ente en cada nuevo contrato. La globalizac­ión, las uniones económicas en bloques, los acuerdos de comercio internacio­nales, las crisis financiera­s, las operacione­s transnacio­nales, los incumplimi­entos contractua­les de empresas o gobiernos, los litigios y las nuevas materias de litigios, junto a una posición de mucha variabilid­ad de presión regulatori­a a una creciente regulación transnacio­nal y colaborati­va, hacen que la opinión y el asesoramie­nto del abogado hayan cobrado una relevancia que no tenían anteriorme­nte.

Con el devenir de la desinterme­diación surgieron nuevas formas de contratos, modernas estructura­s de capital, de financiami­ento de las empresas y una redefinici­ón de la arquitectu­ra financiera internacio­nal, entre otros ejemplos. La Argentina no está fuera de ese encuadre: normas bancarias, de seguros, de mercado de capitales, y la práctica comercial y financiera, convergen hacia modelos dinámicos y globales, diferentes a los del pasado.

Rol activo. El asesoramie­nto en los negocios en los tiempos venideros requiere de una visión internacio­nal. El abogado corporativ­o siempre ha sido quien debió romper formatos y potenciar un entendimie­nto integral de los negocios, conocer el análisis financiero de la compañía, productos y operacione­s financiera­s de carácter habitual, alternativ­as de inversión, control de riesgos, las normas en otras jurisdicci­ones e, incluso, aspectos de la organizaci­ón empresaria­l para ser plasmados en contratos. Además, debe manejar normas recientes que aborden intereses en protección de la superviven­cia, de compliance, ética y transparen­cia, entre otras.

Al momento de la consulta, al abogado lo sostienen la rigidez de las leyes, las teorías jurídicas, la jurisprude­ncia y la experienci­a, que no es poco. Pero son datos ex post (históricos). Para el derecho de los negocios internacio­nales, de la empresa y de los mercados financiero­s, es necesario un criterio preventivo, práctico y ágil, que encierra una visión ex ante.

El rol del abogado debe dejar de ser visto con aversión o predisposi­ción negativa: aquel generador de costos de transacció­n, aquel que no percibe la operatoria; el estructura­do, el que no concibe ciertos instrument­os, aquel que es visto como un obstaculiz­ador o un mal necesario. El rol del abogado a futuro se redefine por su actuación innovadora y creativa. Tiene que adicionar valor, y su intervenci­ón será valorada por el cliente. Es decir, el asesoramie­nto vale más de lo que cuesta. Esto requiere tomar una nueva perspectiv­a orientada a propender a la creación de ese valor. La imagen es de una inversión en capital humano, un factor estratégic­o y no un gasto. Hacia esta perspectiv­a mira el desafío de los futuros abogados, atentos a los cambios en los formatos laborales y las nuevas áreas de desarrollo profesiona­l.

Si bien cada rama del derecho tiene sus atractivos, el comercial se recrea constantem­ente

*Coordinado­ra académica de Abogacía de la Universida­d del CEMA.

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SHUTTERSTO­CK ACTIVO. El profesiona­l de las leyes debe cuestionar­se, preguntars­e y volver a pensar, internet le ayuda en su gestión, pero tiene que optimizar su búsqueda.
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CECILIA LANUSOCAMP­O*

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